Resignificando la Amazonía

Giancarlo Carbone, graduado de la Facultad de Comunicación, decidió embarcarse en un proyecto ambicioso para resignificar la Amazonía a través de la música. El objetivo principal era recuperar y documentar algunos cánticos ancestrales de las comunidades Bora, Jíbaro y Yagua próximas a la ciudad de Iquitos, con la finalidad de fusionarlos y articularlos luego en una propuesta de world-music etnoelectrónica, dando a conocer estos coros no conocidos y olvidados de nuestra selva amazónica bajo un género musical más comprensible para el mundo moderno. Luego de dos años de arduo trabajo, dos visitas a la selva y haber invertido todo el dinero que poseía, Giancarlo, junto a un equipo de comunicadores de la Universidad de Lima, ha desarrollado un producto que es más que eso, pues se trata de una experiencia sintetizada en un compilado que incluye un documental, el disco de los cantos originales, un disco fusión de world-music realizado por él con la colaboración de los trece mejores músicos del Perú, y un brochure con las fotos y la información del proyecto. Además, a partir de esta experiencia Giancarlo desarrolló la tesis con la que acaba de obtener su título summa cum laude.

¿Cómo surge la idea de llevar a cabo este proyecto?
Cuando salí de la Universidad ya había realizado música para cortos de cine, para publicidad, para desfiles de moda, por lo que para las agencias de publicidad o para mucha gente en el mercado yo era el chico de los videos o de la música. Entonces yo les decía: “No, yo soy un comunicador audiovisual, que es en lo que me he especializado”. Así que un día estaba en mi casa y sentía que ya debía romper con esa imagen que tenían de mí; sabía que necesitaba crear un proyecto que me ayudara a cumplir tres objetivos: 1) despegar como profesional a nivel internacional, 2) sabía que tenía que hacer algo que explotara el tema de mi país, 3) quería dejar una huella. Por ejemplo: Novalima había trabajado lo afroperuano en electrónico; Jaime Cuadra, lo electrónico criollo; y Miki González, el tema de la sierra. Pero nadie había trabajado la selva. Un día estaba en el estudio y de repente empecé a hacer un track de electrónica. Bajé un track de una comunidad brasilera, indígena, y empecé a mezclar, a componer una canción con eso. Me pareció muy interesante, y al día siguiente se lo muestro a un amigo que también compone música conmigo y me dice: “¿Te imaginas si te vas a la selva a hacer música electrónica con estos cantos?”. Fue ahí cuando me di cuenta de que eso era exactamente lo que tenía que hacer.

¿Qué tipo de dificultades aparecieron cuando comenzaste a trabajar en el proyecto?
Para empezar, si bien la selva es un lugar maravilloso y muy lindo, yo creo que el Amazonas te elige para ir. Definitivamente esta experiencia que he tenido con los indígenas me ha cambiado la manera de ver las cosas. La preproducción nos tomó cuatro meses, pero el proyecto duró dos años. Hablé con Ángel Calvo, que es hermano del poeta César Calvo, quien escribió Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos de la Amazonía, un libro que me motivó muchísimo para iniciar esta travesía. La primera dificultad surgió de no saber a quién te enfrentas y superar la barrera de ganarte la confianza de la gente. La segunda barrera fue el aspecto del presupuesto y yo he apostado por un proyecto en el que ya no tengo vuelta atrás porque he puesto sangre, sudor y lágrimas, tiempo y todo mi dinero.

¿Cuál ha sido el resultado del trabajo y a qué público está orientado? 
Esto en realidad me gustaría que estuviera dirigido para el Perú, pero eso no depende de mí. Puedo buscar auspiciadores, tocar puertas y explicar el proyecto; sin embargo, de ellos depende apoyar o no. Pero sí tenemos el apoyo de auspiciadores internacionales, así que estamos planeando, para empezar, una gira en las veinte mejores universidades de Estados Unidos, los veinte mejores Film Schools y Music Colleges. Por lo tanto, es un producto dirigido para afuera, aunque en realidad no se trata de vender un producto sino de vender una experiencia que hemos sintetizado en un producto. Lo que viene es un compilado, en un empaque, que incluye el documental del proyecto, que lo ha hecho Ernesto Vergara, jefe de prácticas de Comunicación; el disco de los cantos originales, tal cual fueron grabados, que busca recuperar esta ancestralidad que queda de estas comunidades amazónicas: boras, jíbaros y yaguas, que es con quienes he trabajado; otro disco que es una fusión de world-music, que es un disco realizado por mí, con la colaboración de los trece mejores músicos del Perú; y además viene un brochure con las fotos y la información del proyecto. Pero también vamos a llevar a algunos indígenas para que hablen con gente de afuera, también queremos llevar algunas ponencias. Sobre todo porque para la tesis tuve la oportunidad de contactarme con dos personas consideradas las llaves de la Amazonía: Joaquín García, un sacerdote agustino que ha trabajado más de cincuenta años en la selva y se ha relacionado con todas las comunidades de Loreto, es el director del Centro de Estudios Teológicos de la Amazonía (CETA) y de la Biblioteca Amazónica; y la otra persona es Jean-Pierre Chaumeil, que es un antropólogo francés que también tiene como cincuenta años trabajando en la selva, él es un destacado del IFEA. Además, una parte del dinero que pueda recaudar irá destinada a las comunidades.

¿Cómo está compuesto el resto del equipo y qué detalles nos puedes contar del proceso de realización?
Las fotos son de Almendra Marroquín, hemos trabajado con el profesor Julio Hevia, quien ha sido el asesor del proyecto, y José Guzmán ha sido el editor fotográfico. Fui dos veces a la selva, en enero y en septiembre del año pasado. Creo que sí hay una diferencia entre el primer y el segundo viaje, porque en el primero sí hubo un poco de desconfianza. Ellos me indicaron que necesitaban ropa, medicinas, bienes de primera necesidad y ese tipo de cosas. Les prometí que las iba a traer y cumplí esa promesa. Al verme regresar ellos no lo podían creer. Así que estas tres cosas: regresar a su territorio, cumplir la promesa que les hice y, de tanto editar el disco, aprenderme sus canciones en su lengua y cantárselas, lograron que se rompieran las barreras de desconfianza.

¿Cuáles son las proyecciones en torno a este trabajo?
El objetivo de este proyecto no fue hacer un disco de cantos indígenas como para que te sientas en la misma selva. Los indígenas en este proyecto han participado como si fueran un músico más. El proyecto está dirigido a occidente, a la sociedad moderna, y la idea es que en esta propuesta nosotros utilizamos la música como un hilo conductor para que las personas de occidente se den cuenta de que esta gente existe. No importa si no saben lo que están diciendo en los cantos, porque el objetivo es que descubran que estas personas son más parecidas a nosotros de lo que creemos, y que si alguna institución se interesa en ayudar a estas comunidades a través del proyecto, pues bienvenida sea. No solamente se trata de un trabajo que intenta rescatar y documentar, sino que se trata de una labor de resignificación, de reubicación de estos cantos. Se trata de colocarlos en un formato moderno y no de modernizarlos a ellos, de volver a estas personas más visibles para nuestros ojos, siendo el proyecto el filtro para poder conseguirlo. Además, se trata de un piloto de lo que potencialmente se puede hacer a gran escala con las otras sesenta etnias.