Pasión por el teatro

Mientras estudiaba Comunicación en la Universidad de Lima, Christian Villegas descubrió su pasión por las tablas. Probó la danza y el teatro, y descubrió que ese era el mundo en el cual quería desarrollarse. Hoy, no solo actúa en obras teatrales, en ocasiones también las dirige o las produce. Además, también forma parte de proyectos que buscan concientizar sobre los problemas sociales.

¿Cómo así comenzó tu afición por el teatro y la danza?
Mi gusto por el teatro se inicia con Collacocha. Tuve la suerte de ver al maestro Luis Álvarez en escena, por los años 80, cuando yo estaba en el colegio. Ya en la Universidad, me dediqué a ver obras de teatro y de danza contemporánea. Ingresé al Taller de Danza Contemporánea de la Ulima, con algo de pudor, porque todas las integrantes eran chicas y fui uno de los primeros varones en llegar a ese taller. Era muy torpe al inicio, pero luego empecé a dialogar con mi cuerpo y eso significó un cambio importante en mi vida. Al teatro ingresé de casualidad, fui a curiosear una clase, llegó la maestra, cerró la puerta conmigo adentro y me integró al grupo.

¿Qué haces más, teatro o danza?
Me dedico a ambas disciplinas y elaboro propuestas que combinan la danza, el teatro y la performance, junto con el trabajo audiovisual y sonoro. También hago fotografía, percusión y mezclas de sonido.

¿Qué te gusta de actuar o bailar?
La posibilidad de expresarme y comunicar algo, utilizando otros códigos y lenguajes. No solo desde la razón, sino también desde el cuerpo y la emoción. También me gusta la energía que se genera en la interacción con otros compañeros y con el público. Es algo que trasciende a uno mismo.

¿Qué retos enfrentan las personas que se dedican al teatro en nuestro país?
Muchos. Para empezar el teatro es poco valorado, su financiamiento es difícil, la mayoría de propuestas son autogestionadas y se depende mucho de la taquilla. Pero creo que el reto principal es con uno mismo: amar lo que haces y arriesgar por ello, aun cuando tengas muchas cosas en contra.

¿Cómo así comenzaste a hacer producción y dirección?
Fue una casualidad. Estaba retomando la danza contemporánea después de muchos años y me di con la sorpresa de que el grupo Danzul estaba preparando Traslados, un montaje sobre el Señor de Sipán que aborda rituales antiguos que fueron la base de algunas danzas tradicionales del norte del país. Beatriz, la directora, me invitó a observar un ensayo y luego a formar parte del equipo. Allí empezó todo. Hasta entonces no era consciente del enorme cariño que le tuve siempre a estas artes que me han ayudado en muchos momentos de mi vida.

¿Qué involucra la producción en una obra teatral?
Muchas cosas. Creo que para hacer producción debes saber organizarte, ser ordenado, tener mucha paciencia y rapidez para solucionar problemas. Requiere una serie de habilidades directivas, como saber delegar, mantener una comunicación asertiva con los demás y entender que te estás relacionando con seres humanos que trabajan desde su sensibilidad. Además, debes tener mucha ética, debes informarte y tener referencias siempre de las personas a las que contratas. Hacer producción demanda mucho tiempo y sacrificio, implica manejar muchas cosas, no solo a nivel de logística, sino también de coordinación. Debes hacer un seguimiento constante a todo, sin olvidarte del trato al público que verá la obra, que es el punto flaco de muchas producciones.

¿En qué proyecto te encuentras trabajando actualmente?
Actualmente estoy preparando un conjunto de acciones en el espacio público junto con el equipo de Cuarta Maraña, una sala de teatro alternativa del Centro de Lima. El trabajo presentado más recientemente fue para la marcha Ni una Menos.

¿Qué podrías comentar al respecto?
Que participé como un ciudadano libre, en apoyo de quienes son y fueron violentadas, no para sembrar más violencia ni hacer de esta un negocio, como están haciendo muchos medios de comunicación actualmente, sino porque es necesario generar un espacio de reflexión para las generaciones venideras, que en algún momento enfrentarán este problema. Si nadie hace nada seguiremos dando por aceptadas no solo la violencia contra la mujer, sino también sus consecuencias, que nos afectan a todos y que no son exclusivas de un género. El clima de violencia que se vive actualmente en la ciudad es una prueba de ello.

¿Qué planes tienes a futuro?
Tengo proyectos tanto personales como en colaboración con artistas amigos. Aún siento que estoy en la búsqueda de mi propio lenguaje y, con el tiempo, quiero publicar algo fruto de mis investigaciones y exploraciones en este campo. Me gustaría también contribuir a la descentralización de las artes escénicas a nivel nacional y aportar más en su difusión.

¿Qué recuerdos guardas de la Universidad de Lima?
Guardo muy buenos recuerdos. Conocí gente muy chévere que aún hoy admiro, porque fueron fieles a lo suyo y aun con las dificultades que tuvieron siguieron adelante.