Para conocer la ciencia detrás de la fotografía no se necesita una cámara fotográfica. Eso es lo que quiere demostrar el fotógrafo chileno Fernando Aceña con su Museo Interactivo de la Luz, un proyecto itinerante que lo llevó a recorrer Chile en un camión que a su vez es una cámara oscura, el antecedente más primitivo de una cámara fotográfica.
Su museo llegó hasta el Perú y, gracias a la gestión de los profesores de fotografía de la Carrera de Comunicación, una de sus primeras paradas fue la Universidad de Lima, donde estuvo el 9 de junio en los exteriores del Auditorio Central.
Numerosos grupos de alumnos, sentados a oscuras en la parte trasera del camión, experimentaron lo que Aceña describió como una suerte de viaje en el tiempo. Esto porque la luz que entraba por diversos orificios proyectaba imágenes invertidas del mundo exterior, sin requerir algún tipo de sistema óptico. El fotógrafo relacionó el asombro de algunos estudiantes con el mismo que tuvieron los humanos que descubrieron esta metodología, algunos cientos de años antes de Cristo.
Recordó, además, que por aquella época no se usaba la cámara oscura como una herramienta vinculada a la expresión artística o al registro de imágenes, sino como una fuente de información de los ciclos solares. Luego, utilizando lentes fotográficos, mostró cómo esa proyección se hacía más nítida y dejaba de estar invertida.
Así, explicó que mediante el uso de sistemas ópticos la cámara oscura empezó a ser utilizada para la pintura y la arquitectura. Un siglo después, gracias a la experimentación química y al descubrimiento de materiales fotosensibles, se descubrió cómo grabar la imagen en daguerrotipos y, posteriormente, en papeles fotosensibles; materiales estos que con la aparición progresiva de la fotografía digital han ido quedando en desuso, pero que son huellas de la constante exploración del ser humano con la luz, la imagen y sus posibilidades expresivas.