Vanessa Vértiz es especialista en aprendizaje de la división de Recursos Humanos de la sede romana de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés). Se encarga de coordinar y gestionar proyectos de aprendizaje para el personal de la FAO en las oficinas descentralizadas y en la sede principal. Actualmente está enfocada en el desarrollo de una nueva estrategia de aprendizaje para el personal.
Para Vanessa es muy gratificante contribuir con un granito de arena a una organización que persigue fines tan nobles y tan importantes para la humanidad. Asegura que sus estudios de Comunicación en la Universidad de Lima fueron tan versátiles que le permitieron adaptarse y apoyar distintos temas en su trabajo.
¿Cómo llegaste a la FAO en Roma?
Llegué a Roma en el 2008, a través de una beca para estudiar un curso de antropología aplicada al desarrollo en la Universidad de Roma La Sapienza. En ese entonces estaba interesada en hacer una pasantía en el área de comunicación para el desarrollo en la FAO. Al acabar el curso, en el 2009, me ofrecieron un contrato corto que se fue renovando con el tiempo. Recuerdo que al inicio fue difícil adaptarme, era muy distinto a vivir y trabajar en Perú, pero muy enriquecedor, tanto personal como profesionalmente. Estar inmersa en la cultura italiana y rodeada de colegas de todas partes del mundo significó un cambio en mi vida.
¿Qué haces como especialista de aprendizaje?
Últimamente me he encargado de liderar diversos proyectos de alto nivel, especialmente de e-learning para el personal, algunos en el marco de la política de tolerancia cero de Naciones Unidas frente a la explotación y al abuso sexuales. Además, estoy coordinando el desarrollo de la nueva estrategia de aprendizaje para el personal de la FAO. Somos alrededor de trece mil trabajadores en todo el mundo.
Tienes que coordinar con muchas personas.
Ciertamente, coordino con muchas personas, grupos y divisiones. FAO es una organización muy grande y compleja, y necesita de mucha colaboración y coordinación. Invierto mucho tiempo en eso, y es muy enriquecedor conocer e interactuar con colegas de distintas divisiones y oficinas, que tienen distintos niveles de decisión.
¿Cuáles son los retos principales que enfrentas?
Imagino que un reto es comunicarme en diversos idiomas, sobre todo en inglés y también en italiano. Entiendo un poco de francés, idioma que he estudiado en Roma. Puedo leerlo, pero aún me es difícil mantener una conversación. Es un reto trabajar con personas de distintas especialidades y nacionalidades en un ambiente tan internacional y competitivo como Naciones Unidas. Sin duda, todo esto lo vuelve desafiante y me motiva a seguir mejorando como profesional y a aceptar nuevos retos y responsabilidades. Con el tiempo he ido diversificando mi área de especialización a fin de ampliar mis opciones.
¿De qué manera se ha diversificado?
Empecé como especialista en comunicación para el desarrollo en la División de Asociaciones, donde estuve seis años. Luego me cambié a la División de Movilización de Recursos, donde trabajé por tres años como especialista en desarrollo de capacidades. Desde hace más de dos años soy especialista de aprendizaje en la división de Recursos Humanos.
¿Has necesitado capacitarte para asumir este último rol?
En otros idiomas, sin duda. Además de aplicar mis conocimientos de comunicación en el área de aprendizaje. Hice la maestría a distancia en Comunicación para el Desarrollo de la Universidad de Malmö en el 2012 y luego he llevado otros cursos de especialización ofrecidos por FAO o externos, para mantenerme al día en otros temas. Ahora estoy evaluando seguir una segunda maestría. Creo que una ventaja de mi carrera de Comunicación es que es versátil, se adapta y puede apoyar distintos temas de la organización.
¿Recuerdas algún logro o proyecto especialmente retador a lo largo de tu carrera?
Seguramente el trabajo de comunicación para el desarrollo en apoyo a proyectos en América Latina, sobre todo Bolivia, Perú y el Caribe. Apoyé la formulación e implementación de componentes de comunicación para el desarrollo para el cambio climático, la seguridad alimentaria, la gestión de riesgos, etcétera. Además de gestionar plataformas para el intercambio de conocimiento en el tema de la participación de la sociedad civil. Fue un trabajo muy versátil en comunicación. Aparte, en el área de Movilización de Recursos, diseñé y lancé un nuevo programa de desarrollo de capacidades e intercambio de conocimientos para líderes y personal de las oficinas descentralizadas de la FAO.
¿Qué sentimientos te genera trabajar en una dependencia de Naciones Unidas?
Aquí hay muchas cosas por hacer y ser parte de una misión tan grande y honorable como esta es gratificante. Siento que es una gran responsabilidad ser peruana en el extranjero y trabajar en Naciones Unidas. Tengo la oportunidad, pero también la gran responsabilidad de promover mi país y nuestros valores donde vaya y con quienes interactúe. La misión de FAO es eliminar el hambre y la malnutrición en el mundo, y para mí es muy importante contribuir con un granito de arena a esta misión tan valiosa, así como promover la agenda 2030 para el desarrollo sostenible de las Naciones Unidas. Esto es un reto también, sobre todo al ver el retroceso que está causando la pandemia en todo el mundo.
¿Cómo llevas a cabo tu trabajo durante la pandemia?
La FAO ha sido muy flexible y ha permitido el teletrabajo casi al cien por ciento. En los últimos tres meses, he ido solo tres veces a la oficina, el resto del tiempo he trabajado desde casa. Lamentablemente, no pude ir al Perú a pasar la Navidad con mi familia, como hago todos los años, pero he estado en constante comunicación con mis familiares y amigos en el Perú, además de los amigos que tengo en otros países y mis colegas.
Aparte de FAO, ¿dónde has trabajado?
Antes trabajé en el Perú por cinco años. Saliendo de la Universidad me mudé a Iquitos para trabajar con una ONG local en un programa de educación y entretenimiento. Trabajé con mujeres y jóvenes líderes de las comunidades ribereñas e indígenas de Loreto, fue un cambio radical en mi vida. Luego hice consultorías cortas en la selva central para algunas ONG. También trabajé un año en la Universidad de Lima, como asistente de prácticas del curso de Taller de Radio. Al mismo tiempo, trabajaba como funcionaria de la Defensoría del Pueblo en Lima. Todas estas experiencias me hicieron reflexionar acerca de la importancia del empoderamiento de las personas, especialmente mujeres y jóvenes, y del valor de la comunicación en la promoción de los derechos fundamentales de las poblaciones más vulnerables.
¿Tienes algún pasatiempo?
Últimamente he comenzado un huerto en casa durante la pandemia, ha sido muy enriquecedor y gratificante ver crecer mis alimentos.
¿Qué podrías comentar sobre tu época de estudiante de Comunicación en la Ulima?
La Universidad me dio la base para enfrentar el mundo laboral y fomentó mi interés por salir de Lima, conocer mi país, incluyendo los lugares más lejanos e inaccesibles para luego abrirme al mundo. Eso lo valoro mucho.