El periodismo durante la pandemia de COVID-19

El estado de emergencia en que vivimos actualmente ha agudizado diversas situaciones que desde hace un tiempo afectaban la manera como se ejercía el periodismo. Por un lado, hay una sobreabundancia de información y a la prensa le toca verificarla, ampliarla y explicarla. Por otra parte, hoy más que nunca, las personas requieren información que oriente su día a día, aparte de la acción de vigilancia que cumple tradicionalmente la prensa. La periodista María Mendoza Michilot, graduada y docente de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima, analiza estos y otros temas en la siguiente entrevista.

¿Cuál es la responsabilidad del periodismo en esta época?
En relación a la pandemia, la responsabilidad del periodismo es gravitante, porque además de las funciones clásicas que le atribuimos, cumple la tarea de orientar para permitir a las personas saber cómo enfrentar el día a día. Hoy, más que nunca, se necesita hablar con la gente de los temas de interés público. Hay nuevas tendencias en periodismo, orientadas a focalizar la atención en los destinatarios, en el público. Me parece que esto se debería realizar sin abandonar las funciones habituales de “perro guardián”, que le llaman, dado que estamos en una situación social de gravedad.

Ahora los medios se enfrentan a audiencias muy informadas, que consultan fuentes primarias, inclusive. ¿Qué implica eso para la labor periodística?
Es cierto, hay una sobreabundancia de información y la tarea de la prensa resulta más complicada, porque su público potencial ya cuenta con una información. Pero a veces las personas no saben si esa información es cierta o no. Por eso la labor de la prensa consiste en investigar, aclarar, explicar. Si bien hay mucha información disponible y las personas organizan su agenda propia de información, la prensa debe aprovechar esos insumos con que cuentan las personas para ampliarlos y contribuir a que esa información sea útil y sea veraz. Al fin y al cabo, uno revisa las noticias para resolver y aclarar sus dudas e incertidumbres, para tener certezas sobre algo. Es cierto que la gente puede acceder a mucha información, pero no sé si todos busquen más de una fuente sobre esa información, para confirmar la veracidad, tal como hacemos los periodistas. No sé si el lector tiene tiempo y ganas para realizar esta tarea de cruzar información, que es uno de los fundamentos del periodismo.

¿Cómo combatir las noticias falsas, que se han multiplicado durante la pandemia?
La información falsa ha existido siempre. Pero estuve revisando un trabajo de investigación que hicieron este año la Universidad de Oxford y el Instituto Reuters, y señalaba que en los primeros meses de este año la producción de noticias falsas aumentó significativamente. Entre las causas por evaluar, la primera podría ser la mayor información disponible y también, aparentemente, la mayor predisposición de personas o grupos para generar falsas expectativas. Por otro lado, este estudio indica un dato positivo: que el 59 % de la información analizada era reconfigurada, es decir, se tomaron algunos datos de aquí y de allá y se generó la información, tenía unos visos de realidad. Lo negativo es que el 38 % era totalmente fabricada, sin embargo, esta cifra resultó menor de lo que los autores del estudio pensaban hallar. De otra parte, un dato importante indica que el 20 % de los autores de esas informaciones falsas eran políticos y figuras públicas, y el 60 % eran miembros del público. O sea, la desinformación no venía de arriba hacia abajo, sino a la inversa, fue generada por los ciudadanos. Eso quiere decir que estamos ante una práctica que se está extendiendo, peligrosamente, a partir de personas que tienen acceso a información. Estamos ante un fenómeno extendido socialmente, no hablamos solo de un político que soltó una frase, sino de una práctica que habría que ver dónde empezó y quién la inició.

¿Cómo combatir esta práctica de crear información falsa?
Lo primero es reconocer que se trata de una mala práctica que se está extendiendo por toda la sociedad. En segundo lugar, desde el lado periodístico, una práctica positiva que se viene dando desde hace algunos años es el llamado fact checking, la verificación de datos, algo común en medios periodísticos extranjeros. ¿De qué se trata? Si la fuente A me dijo esto y la fuente B me dijo esto otro, entonces necesito corroborar. Es más, en el país, algunos medios de comunicación tienen su área de verificación, y hay una red mundial de verificación de datos. Ha llegado el momento de desarrollar con más fuerza esta práctica habitual del periodismo de verificación de datos. Ahora bien, establecer un área de verificación de datos, que controle no solo la información que ingresa a la redacción, sino también la que se produce internamente, demanda grandes esfuerzos. En algunos países esto se resuelve con grandes coaliciones nacionales, varios medios, organizaciones de la sociedad civil y universidades. Todos se unen para verificar los datos. El reto es enorme.

¿Qué dificultades enfrenta actualmente la búsqueda de fuentes de información?
No trabajo en un medio de comunicación en este momento, pero puedo imaginar lo complicado que resulta ahora la búsqueda de fuentes. Esta pandemia pone en evidencia la importancia de que el periodista elabore una red solvente de fuentes. Esto es casi un requisito del periodismo de investigación y debe extenderse en todas las redacciones. Ahora es complicado, por el aislamiento, pero es un reto para el futuro tener fuentes actualizadas, calificadas y propias. Además, es necesario buscar opciones para que no siempre aparezcan las mismas caras.

Por el lado de las empresas periodísticas es un tiempo difícil, porque hay muy pocos anunciantes y de esa manera es complicado sostener una planilla.
Hace poco hubo un conversatorio virtual al respecto, en la Universidad de Lima. Acudieron periodistas de tres medios: El Comercio, La República y Ojo Público. Una de las coincidencias fue que, precisamente, uno de los efectos de la pandemia era que los medios de comunicación se habían afectado económicamente. Creo que, a consecuencia de esta pandemia, los modelos de negocio van a entrar a una suerte de revisión. Con el desarrollo de nuevas tecnologías, ya se habían empezado a generar nuevos esquemas, como la convergencia de plataformas y el nacimiento de plataformas nativas digitales. Todo ello ha sido un fenómeno interesante que ha contribuido a la innovación en la prensa peruana. Ahora bien, el tema del negocio periodístico está en cuestión hace un tiempo, no solo en el Perú, sino en el resto del mundo, y creo que la pandemia ha acelerado esta necesidad de encontrar salidas, de poner en claro qué tipo de prensa vamos a hacer, de acuerdo con nuestra realidad. No hay un solo modelo de negocio exitoso, las empresas prueban prácticas y gestiones del quehacer periodístico. En el Perú, dos medios periodísticos han debido cerrar, otros han tenido que aplicar reducciones de personal. Esperemos que esta interrupción sea temporal. Evidentemente, la pandemia tomó a todos los sectores por sorpresa, estamos ante un fenómeno inusitado, hay una suerte de provisionalidad, no sabemos qué va a pasar. Este período debe ser un motivo de reflexión profunda que nos debe motivar a tomar decisiones sobre asuntos que ya veníamos hablando desde hace un tiempo.