No tiene varita mágica, pero su instrumento de trabajo favorito es un teclado. A través de él ofrece consejos a todos sus seguidores de Instagram para que puedan escribir mejor, con menos errores ortográficos y gramaticales.
Ángela Arce es el Hada de las Comas. Este es el nombre de su página y también el sobrenombre que le dieron a ella sus amigos del Taller de Narrativa de la Universidad de Lima, donde estudió la Carrera de Comunicación.
Además de ocuparse de las comas, Ángela dicta clases de redacción y ortografía, y dirige la editorial Colmillo Blanco junto con su socio. Sí, nos referimos a la misma Colmillo Blanco que fundó Jorge Eslava en 1988.
¿De dónde salió el Hada de las Comas?
Desde que ingresé a la Universidad de Lima, mientras cursaba el primer ciclo de estudios, comencé a participar en el Taller de Narrativa que lideraba Jorge Eslava. La dinámica del taller consistía en llevar un texto, hacer lecturas en voz alta y, mientras tanto, realizar anotaciones para discutir al final. Ahí me di cuenta de que mis anotaciones eran sobre todo gramaticales y ortográficas, y los integrantes del taller terminaron identificándome como alguien que encontraba las fallas en los textos y daba consejos sobre cómo evitar caer en esos errores. Por eso me apodaron el Hada de las Comas. Primero era un tema de orgullo hacer notar los errores en los demás; luego, fui puliendo mi estilo y haciendo mis correcciones en privado, a modo de consejo y no para hacer notar el error. Así, pasé de ser una grammar nazi a asentarme como el Hada de las Comas, que es mucho más amigable. Con ese afán creé una cuenta en Instagram.
¿Quiénes te siguen en Instagram?
El grueso de los seguidores son mujeres de 17 a 30 años. Pero dentro de todos los grupos de personas que me siguen, he podido identificar dos perfiles: unos quieren aprender, tienen un interés real por buscar mejores formas de escribir; otros ya saben escribir, quieren ser validados y compartir los contenidos en sus redes sociales.
¿Cada cuánto tiempo publicas?
Me gustaría publicar dos veces a la semana, pero no siempre puedo. Trato de hacer historias y dejar pequeñas pruebas o retos para los seguidores. Planteo ejercicios para marcar la oración correcta y obtener la respuesta de inmediato. Las pruebas son cortas, de cinco preguntas, y los lectores siempre piden más o solicitan reforzar algún tema. También les pregunto qué quieren saber y escribo al respecto.
¿Disfrutas ese contacto con tus seguidores?
Sí, mucho. Son muy amorosos: me agradecen por hacer la página, me animan a que la siga haciendo, me piden aclarar dudas, etcétera. Un fin de semana me pasó algo muy bonito: al amigo de un amigo le dijeron que yo era el Hada de las Comas, y esta persona me abrazó y me dio las gracias por existir. Fue lindo, pues sentí que solo por ese gesto valía la pena hacer la página.
¿Cuánto tiempo le dedicas a la semana a tu página?
Aproximadamente, dos horas y media. Si coloco pruebas, entonces me toma un poco más de tiempo porque hay que pensar cada pregunta. Yo hice una maestría en Educación, y así aprendí a plantear las preguntas de opciones múltiples. La idea es que las respuestas no sean obvias, que todas tengan un sentido, y las preguntas deben hacer que uno realmente piense su respuesta.
¿Tienes algún proyecto para más adelante con el Hada de las Comas?
Mi idea es mantener los tips y cada cierto tiempo lanzar talleres de redacción para las personas que quieran. De hecho, ya doy clases de redacción en empresas y a nivel superior, en un instituto. Es muy diferente enseñar a adultos que a estudiantes más jóvenes. Los chicos saben que están ahí para aprender, y tienen claro que van a ser evaluados y que obtendrán notas; los adultos, por su parte, son más reacios al inicio, pero luego valoran que alguien les dé trucos para escribir mejor. Con ellos el curso es más práctico y se caracterizan especialmente porque preguntan más. A diferencia de una página como la que tengo, lo interesante de un taller es que las personas pueden hacer preguntas directamente.
¿Cómo así reabriste Colmillo Blanco, la empresa editorial de Jorge Eslava?
Tuve la idea de revivir Colmillo Blanco y se la comenté a mi actual socio, Gabriel Arriaga. Jorge Eslava la fundó hace unos años y luego la dejó en stand by, por otras obligaciones laborales. Yo había sido asistente de cátedra de él y nos conocíamos desde el Taller de Narrativa. Jorge sabía que me interesaba mucho la edición y confiaba en mí, así que nos reunimos para conversar y hacerle una propuesta. Él consultó con su esposa, porque Colmillo era de los dos, y finalmente nos dieron luz verde para sacar adelante el proyecto. El primer libro que editamos fue de uno de sus mejores amigos, Eduardo Chirinos.
¿Qué papel tiene Jorge actualmente en la editorial?
Jorge es director fundador. Él es una persona con muchos contactos, así que nos ayuda bastante en ese aspecto y también absuelve nuestras dudas. Nos encanta recibir sus opiniones y él siempre nos recibe con afecto en su casa.
¿Cómo fueron los inicios del nuevo Colmillo Blanco?
Al inicio fue difícil. Mi socio es periodista y yo correctora, así que no sabíamos nada de la parte administrativa; ese fue un desafío para ambos. Felizmente, recibimos apoyo de diferentes personas. Por otro lado, la gente nos pregunta si es el mismo Colmillo de Jorge Eslava, lo que nos da la oportunidad de conversar e informar que hemos vuelto.
¿Cuántas publicaciones han realizado hasta el momento?
Llevamos ocho títulos en dos años. Tenemos varias colecciones: poesía, novela, cuento y no ficción [crónicas]. Queremos inaugurar nuevas colecciones pronto. La editorial es independiente y pequeña, lo cual nos permite relacionarnos mucho con los autores y trabajar de cerca con ellos. Estamos muy orgullosos porque nuestros libros suelen tener muy pocos errores, y nos han felicitado varias veces.
¿Qué te gustó más de tu época universitaria?
Me encantaron varias cosas. Primero, la Carrera de Comunicación te abre muchas posibilidades: yo entré a Periodismo, pero una vez dentro descubrí otras opciones muy interesantes. El Taller de Narrativa también fue muy bueno para mí y esencial para mi formación. Me gusta mucho que haya profesores tan dedicados y apasionados con lo que hacen, ellos tuvieron un gran impacto en mí. Me interesaba la literatura, pero estudié Comunicación porque mi mamá me sugirió que siguiera una carrera más práctica… y terminé encantada con mi carrera. Tenía la idea de especializarme en Periodismo, pero en el camino me di cuenta de que me gustaba mucho la corrección de estilo. Uno de los chicos del taller me consiguió mi primer trabajo como correctora en una empresa editorial donde él trabajaba; luego realicé prácticas en periodismo y después en marketing. Sin embargo, terminé por donde había comenzado, en corrección y edición, un poco más cuajada y segura respecto a mis intereses. Ya sé que esto es lo que quiero para mí.