Comprometida con los temas medioambientales, Lucía Flórez, graduada de nuestra Facultad de Comunicación, es la directora del documental El clima cambia, cambia tú también, que recoge los testimonios de diversos pobladores sobre cómo ellos siguen adelante a pesar de las alteraciones del ecosistema. Además, ella ha fundado junto a dos socios El Taller, una central de proyectos audiovisuales y editoriales.
¿Qué fue primero: tu interés por los asuntos medioambientales o tu vocación por la realización audiovisual?
Creo que estas fijaciones nacieron en mí al mismo tiempo. Ambas se complementan, tanto en forma como en contenido. Cuando entré a la Facultad de Comunicación, pensaba especializarme en Márketing y Publicidad, pero en el camino me di cuenta de que la realización y los rubros más artísticos me satisfacen más. Luego, en la búsqueda de prácticas profesionales, recalé en la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), que se convirtió prácticamente en mi otra casa de estudios. Ahí trabajé unos 4 años y conocí temas de alcance nacional que antes me eran lejanos. Así accedí a experiencias memorables, aunque también tuve que lidiar con casos con los que uno se indigna pero que despiertan esa preocupación por difundir estas realidades para que la población se sensibilice.
En la SPDA desarrollaste varios documentales.
Cuando entré a SPDA, empecé como practicante. Después pasé a ser la comunicadora del proyecto El clima cambia, cambia tú también, que duró cerca de 4 años. Una de mis funciones consistía en la elaboración de una serie de cortometrajes documentales, para los cuales escogimos 6 casos de las regiones andina y amazónica.
¿Cuán vulnerables son estos pueblos ante el cambio climático?
Mucho. Ellos dependen directamente del acceso a los recursos naturales. Si ya no pueden pescar en ríos o en otros espacios, no es que ellos puedan ir al supermercado a comprar pescados. Al mismo tiempo, los habitantes de las ciudades dependemos de lo que estos pobladores producen, recolectan o cosechan. Por eso es tan importante que, por ejemplo, el Parque de la Papa en Cuzco siga funcionando, o que el Perú persista en conservar su biodiversidad en agricultura y no tenga que recurrir a una política de productos transgénicos.
¿Por qué otras razones el cambio climático debe ser tomado en cuenta?
Este fenómeno afecta a todos. Muchos creen que el cambio climático no tiene relación con ellos, pero todo está conectado. No olvidemos que el Perú es un país vulnerable ante este suceso. En la misma situación se encuentra Lima, que es la segunda ciudad más grande del mundo ubicada en un desierto, después de El Cairo en Egipto. Siempre está el riesgo de que el agua escasee. Asimismo, es conocido que los glaciares del Perú se están derritiendo. Estas razones son una motivación para que haya una lucha generacional enfocada en concientizar a los demás sobre cómo debemos comportarnos con el medio ambiente, a fin de aminorar los efectos del cambio climático.
Cuéntanos sobre tu experiencia en el congreso de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en Corea del Sur, donde presentaste los resultados de El clima cambia, cambia tú también.
Fue un desafío asistir a este evento realizado en el 2012. Ahí pude intercambiar informaciones de otros países que también se preocupan por ejecutar buenas prácticas medioambientales. Fue una experiencia valiosa porque al vivir en el Perú, a veces uno no se da cuenta del valor de lo que está haciendo hasta que alguien del extranjero te lo comenta. En Corea del Sur destacamos que las comunidades locales de las regiones andina y amazónica se están adaptando al cambio climático y vienen realizando esfuerzos para sobrevivir y conservar sus tradiciones. Ellos no se están quedando de brazos cruzados. Por el contrario, han creado sistemas basados en conocimientos ancestrales, incluso a un nivel espiritual.
Del mismo modo, has participado en el Global Power Shift (GPS) de Turquía de este año.
El GPS es un movimiento climático internacional creado por 350.org, una organización ecologista. En cada edición del GPS, se seleccionan cerca de 500 jóvenes de distintos países que luego son capacitados en una serie de temas: cómo aprovechar los recursos reciclables, estrategias y políticas medioambientales, manifestaciones artísticas vinculadas a estos asuntos, etcétera. Viví este proceso enriquecedor durante una semana en Estambul. Fue como volver a la universidad y desarrollar conocimientos con gente de los 5 continentes.
Ahora trabajas en El Taller, una iniciativa de la que eres cofundadora.
Es una central de proyectos que creé junto a Thomas Müller y Diego Pérez. Los tres contamos con experiencias de trabajo con varias ONG, gracias a lo cual tenemos contactos con comunidades y pobladores locales. Este conocimiento nos permite hacer un trabajo serio a la hora de documentar lo que acontece en la selva, por ejemplo. Sin embargo, lo que buscamos es que nuestra labor no se quede sólo en el video o en la foto, ya que pretendemos crear y fomentar espacios de participación públicos en los que cualquier ciudadano puede acceder a nuestros contenidos. Si una persona no está interesada en tópicos climáticos, entonces hay que intervenir su cotidianeidad para que se sensibilice al respecto.
¿Qué recuerdos guardas de la Universidad de Lima?
En la Facultad establecí una gran cantidad de amistades. Hasta ahora me reúno con estos amigos para compartir ideas de trabajo. Además, valoro lo que me enseñaron los profesores. Es excelente que la Universidad pueda ofrecer un primer vistazo de lo que uno podrá ejercer en el futuro a nivel profesional.