Profesores Ulima diseñarán el Centro Cultural del Museo de Osma

Cuatro amigos son al mismo tiempo arquitectos, socios, profesores de la Universidad de Lima, compañeros de ruta y de ideas. Ellos son Héctor Loli, Moris Fleischman, Jorge Sánchez y Diego Franco, ganadores del concurso para diseñar el Centro Cultural del Museo Pedro de Osma, en Barranco.

Estos talentosos profesionales formaron el estudio Nómena Arquitectura en el 2008, y desde entonces trabajan como un colectivo. Han editado un libro llamado Conposiciones (2010), que va en su segunda edición, desarrollan trabajos de investigación en el Instituto de Investigación Científica de la Universidad (IDIC), diseñan casas y otros proyectos. Aquí hablan de su último logro, el cual le dará un valor cultural nuevo a la zona de Barranco más cercana a Chorrillos.

¿En qué consistió el proyecto del Museo de Osma?
Héctor Loli: El concurso organizado por la Fundación de Osma consistía en ampliar las barreras del actual museo, en los terrenos aledaños al museo actual. La idea era hacer un teatro, un hotel boutique de tres estrellas y un centro cultural comercial, con espacios donde los artistas pudieran mostrar su obra, así como una sala temporal que funcione como una galería de arte adicional… Ese era el encargo. Y se invitó a 14 oficinas, entre nacionales e internacionales, a presentar una propuesta. Nosotros participamos junto con el estudio Jaime Lecca Arquitectos.

¿Qué plantearon ustedes?
Héctor Loli: El proyecto, sobre un terreno de 30.000 metros cuadrados, más o menos, se encuentra hacia el final de Barranco, poco antes de Chorrillos. Nuestra idea no era hacer un edificio cerrado, sino abierto, casi como un centro comercial al aire libre, donde puedas cruzar de una calle a otra. El Centro Cultural va a propiciar un foro comercial cultural que va a revitalizar la zona.

Moris Fleischman: La mayoría de proyectos que se presentaron eran monolíticos, resolvían el problema con un edificio. Nuestro planteamiento se diferencia porque es bastante fragmentado: un gran edificio y varios edificios de escala baja (bajos)… Y entre ellos ocurren muchas cosas, hay calles y relaciones, el espacio libre se utiliza para actividades artísticas…

Diego Franco: Es como un proyecto de barrio, más que un mall. El piso es de piedra, pero también usamos madera. Es un proyecto que trata de ser conservador con el entorno… Da la sensación de estar en las calles de Barranco.

Moris Fleischman: No hemos tratado de hacer acrobacias arquitectónicas ni nada nuevo… Es muy neutral, como dijo el jurado.

¿Cuál ha sido el aporte del estudio del arquitecto Lecca?
Moris Fleischman: Él tiene mucha experiencia… Hizo el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica del Perú, ha hecho hoteles, ha vivido siempre en Barranco… Ya teníamos experiencia con él. Juntos hemos participado en concursos y siempre nos ha ido bastante bien.

Jorge Sánchez: Nos han dicho que tenemos una estrategia vampiresca por asociarnos con un arquitecto con más experiencia para chuparle la sangre, en el buen sentido. Lo cierto es que Jaime nos enseña un montón. Ya sabemos cómo presentarnos en un concurso, cómo manejar el tiempo, por ejemplo, porque antes nos amanecíamos, no llegábamos a la fecha de entrega, cosa que le pasa a la mayoría de arquitectos. Pero, en gran parte, por haber seguido esa estrategia de formación, nos hemos entrenado.

¿Qué planes tienen para el futuro?
Héctor Loli: Nos interesaría hacer proyectos cada vez más complejos, ir aumentando la complejidad y la relevancia de los proyectos.

¿Es casualidad que los cuatro enseñen en la Universidad y tengan un estudio al mismo tiempo?
Moris Fleischman: Como parte de Nómena Arquitectura, publicamos Conposiciones en el 2010. Nos tomó tres años recopilar la información, tres años de conversaciones con diferentes arquitectos del medio, que están plasmadas en el libro, que fue un trabajo intenso. Enrique Bonilla, que recién había sido elegido decano de la Carrera de Arquitectura en la Universidad de Lima, nos convocó para hacer la presentación del libro aquí. Así que lo hicimos, y, como Nómena, ese fue nuestro primer acercamiento a la Universidad. Luego nos extendió la invitación para participar en la Carrera de Arquitectura.

¿Qué hacen en la oficina?
Jorge Sánchez: La oficina es de diseño arquitectónico, a eso se ha dedicado los casi diez años que tiene de formación. Le hemos querido dar una orientación académica, como parte de nuestras actividades en la docencia y en la publicación de libros. Además, a veces escribimos en revistas y diarios y nos invitan a hacer conferencias en otros países. La idea es hacer un segundo libro. Y la otra actividad a la que nos dedicamos es la inmobiliaria.

Moris Fleischman: El año pasado, entramos en el mercado inmobiliario con la marca Lateral. El primer proyecto que hicimos se llama Santa Isabel. Compramos una casa y, en lugar de demolerla inmediatamente, hicimos una intervención en el retiro, una plaza pública, como para dar lugar a la vida de barrio.

¿Cómo definirían su estilo arquitectónico?
Héctor Loli: Hacemos una arquitectura de diálogo. Nuestro método de trabajo consiste en conversar las ideas, no solo entre nosotros, también hay un diálogo entre nuestros proyectos. Nunca empezamos de cero, los proyectos conversan entre sí.

Diego Franco: Incluso todos los otros ámbitos en los que la oficina se desenvuelve también influyen en las decisiones que tomamos para un proyecto de arquitectura. Un libro también puede influenciar en un proyecto. Todas esas ideas, inconscientemente, están ahí al momento de emprender un proyecto, no inventamos la pólvora cada vez. Estos temas los enseñamos en la Universidad inclusive… se repiten, entonces es muy natural llegar a una solución rápidamente… No hay una ruptura, todo fluye de una manera orgánica entre nuestras obras.