Nadia Rodríguez Rodríguez
Directora de la Carrera de Ingeniería de Sistemas
Las instituciones de educación superior en el Perú no han sido ajenas a los impactos de la pandemia provocada por la COVID-19. Debido al confinamiento obligatorio, las instituciones académicas en general se vieron obligadas a pasar de manera súbita a impartir la educación a través de canales virtuales. Según el Ministerio de Educación del Perú, a partir del semestre académico 2020-1 se evidenció un incremento en la interrupción de estudios universitarios. Entre los factores asociados a esta interrupción, destacaron la falta de conectividad a internet y la falta de dispositivos idóneos para llevar a cabo una clase virtual, así como el desconocimiento en el uso de las tecnologías. En el 2021, la tasa de interrupción disminuyó en varios puntos, incluso resultó hasta menor que la tasa en la prepandemia. Hoy, la mayoría de las universidades ha regresado a formatos semipresenciales, y ante la posibilidad de que en unos pocos meses se declare el fin de la pandemia, tal como ya se ha hecho en otros países, se hace necesario pensar en qué formato preferirán estudiar los estudiantes universitarios peruanos.
El formato virtual supone ventajas y desventajas. La principal ventaja está relacionada a la conveniencia por el ahorro de tiempo y de dinero al no tener que trasladarse físicamente al centro educativo. La desventaja más importante gira en torno a la limitación de la interacción con docentes y estudiantes, así como a la dificultad para desarrollar asignaturas que requieren trabajo presencial, como el de laboratorio. Por otro lado, el formato presencial, si bien presenta espacios para desarrollar redes de contactos, presenta desafíos en cuanto al acceso a horarios estrictos en los que se desarrollan las clases. Entonces, ¿cómo podríamos aprovechar lo mejor de ambos formatos para lograr nuevas maneras más eficientes de asistir a las clases de la universidad?
Desde la perspectiva del estudiante, es probable que el aspecto que más se valore con relación a las nuevas maneras de asistir a las clases universitarias sea la flexibilidad, es decir, poder elegir clases virtuales o presenciales que se ajusten, en la medida de lo posible, a sus actividades personales. Esta flexibilidad supondría escenarios ideales para ellos, sobre todo en ciudades donde la congestión vehicular es alta y el transporte público es deficiente.
Pero, por el lado de la gestión universitaria, ¿qué tan viable es ofrecer esa flexibilidad? Las universidades consideran muchas restricciones para poder programar las clases de los estudiantes, que van desde los horarios de disponibilidad de los docentes y de los ambientes, entre otras que cada institución determina según sus necesidades. Asimismo, las leyes peruanas vigentes que se aplican a la educación superior, y según la modalidad establecida para los programas, limitan la cantidad de créditos que se pueden ofrecer en formato virtual. Sin embargo, es posible aprovechar los aprendizajes de dos años de trabajo en entornos virtuales y buscar maneras híbridas innovadoras para impartir la enseñanza y así atender a nuestros estudiantes. La premisa es que, en esta etapa de flexibilidad funcional para asistir a las clases, se supone que, independientemente del formato en que se imparta la clase, se mantiene o incluso se mejora la calidad de la enseñanza. De ninguna manera, la flexibilidad del formato en la programación de clases debe primar por sobre la calidad de la enseñanza.
Otra razón importante por la que las instituciones de educación superior deben prestar atención a este tema es la competencia internacional. La pandemia ha impactado en un crecimiento acelerado de la educación en línea, y se proyecta un crecimiento del 20 % al 2026. Universidades del extranjero han incrementado su oferta de carreras de pregrado y posgrado en formato 100 % virtual, incluso en países de habla hispana, a precios muy competitivos y que además son reconocibles por la Superintendencia Nacional de Educación Superior del Perú (Sunedu). Programas de este tipo suelen ser más atractivos para adultos que trabajan que desean obtener o continuar una carrera, y para quienes la virtualidad se acomoda mejor a sus horarios. Sin embargo, es importante tener en cuenta que estos formatos podrían ir abarcando mercados más jóvenes.
Ante estos avances de modelos virtuales puros, las instituciones de educación superior peruanas deben ser ágiles en priorizar el diseño de nuevos modelos que sean viables y que, manteniendo o aun mejorando la calidad de la educación que imparten, procuren cumplir con las expectativas de los estudiantes, al tiempo que se aprovechen los aprendizajes de dos años de trabajo en entornos virtuales para innovar la manera en que los estudiantes puedan asistir a las clases.
Citar esta entrada de blog (APA, 7.a edición): Rodríguez Rodríguez, N. (24 de mayo de 2022). Las clases universitarias en la pospandemia. Blog del MBA Ulima. https://www.ulima.edu.pe/posgrado/maestrias/mba/blog/las-clases-universitarias-en-la-pospandemia |
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