El 21 de mayo, el Instituto de Investigación Científica (IDIC) de la Universidad de Lima organizó el taller de medio término “Transformación de residuos de langostineras para la producción de alimento balanceado para tilapia y de polímeros para cobertura de semillas aplicables a la agricultura orgánica”, un evento virtual en el que se mostraron los avances de esta investigación.
María Teresa Quiroz, directora del IDIC, fue la encargada de dar las palabras de bienvenida y agradecer la colaboración de las empresas que acompañan con distintos aportes este proyecto que se desarrolla con relación a la industria lagonstinera en Tumbes, entre ellas la Universidad Nacional Agraria de La Molina, el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA), el Programa Nacional de Innovación en Pesca y Acuicultura (PNIPA), y las empresas Atisa y Masac. La directora señaló:
“Quiero destacar que la investigación sigue en marcha y que la investigación científica y académica tiene que continuar en este país porque parte de los problemas que sufrimos hoy en día se reflejan en la falta de producción de conocimientos internos en nuestro país. Por ese motivo, estamos tan comprometidos con los proyectos que hemos ganado, con todos aquellos que puedan venir y aquellos que estamos ejecutando”.
Jorge Sanabria, director e investigador del Centro de Estudios Ambientales (CEA) de la Universidad de Lima y coordinador general del proyecto, explicó al público en línea el enfoque del proyecto, que busca utilizar los residuos sólidos de las langostineras (cabeza y cola de los langostinos), que en circunstancias normales terminarían en un botadero o en un relleno sanitario, para reutilizarlos en acuicultura y la industria de alimentos. Sanabria dijo sobre el proyecto:
“Ha sido pensado de tal forma que pueda ser fácilmente industrializable, fácilmente escalable. Hemos empezado con pruebas a nivel laboratorio, con equipos de menor tamaño, pero está dentro de los planes poder entregar el prototipo de una planta industrial para la elaboración de ambos productos”.
Por su parte, Javier Quino, profesor de la Universidad de Lima e investigador principal del proyecto, dio a conocer los procesos que se han utilizado para extraer las proteínas y la quitina presentes en estos residuos, con el fin de usarlas en la elaboración de productos con valor agregado.
Quino señaló que la proteína concentrada —obtenida por la hidrólisis enzimática del residuo triturado— se utilizará en la producción de alimento balanceado para tilapias, mientras que la quitina se empleará para la preparación de un gel (hidrocoloide mixto) que servirá de cobertura a semillas de la agricultura orgánica, a fin de que estas puedan durar más tiempo sin descomponerse. Finalmente, añadió que este proceso es un trabajo de biorrefinería.
El equipo de trabajo incluye a Raúl Eyzaguirre, estadístico; Fabrizio Paredes, que trabaja los temas de automatización y control; Silvia Ponce, caracterización de los productos; Erich Saettone, concentración de las proteínas; Elena Rojas y Cris Vargas, especialistas en frutales del Inia; Luis Uceda, coordinador administrativo; Jessie Vargas, ingeniera pesquera y especialista alimentos balanceados de la UNALM; Héctor Villagarcía, biología molecular, y Juan Carlos Yácono, procesos de secado y filtrado.