La importancia de las fuentes primarias confiables para la investigación literaria
Hace unos años asistí a un congreso internacional donde el ponente trataba de explicar la importancia de la internet para el estudiante en pleno siglo XXI. Sustentándose en la semántica cognitiva de George Lakoff y de Mark Johnson (2003), intentaba plantear que el pensamiento humano, en gran medida, es de naturaleza metafórica. Luego, se interrogó acerca de una de las metáforas que prepondera en el mundo actual. Esta era “la internet es Dios”; es decir, soluciona todos los problemas y ofrece la información más confiable del mundo. Acto seguido, el conferencista pasó a refutar la metáfora antes mencionada explicando, a través de un ejército de ejemplos, cómo deberíamos cuestionar dicha concepción que muchos asumen acríticamente en el mundo cotidiano.
El caso que voy a desarrollar es el de la obra de Abraham Valdelomar (1888-1919), un escritor peruano que vivió escasamente treinta y un años; pero que escribió más de 2000 páginas. Cronista, dramaturgo, novelista y fundador del cuento peruano, Valdelomar escribió pocos pero notables poemas e influyó decisivamente en la obra de César Vallejo. Los dos más conocidos son los siguientes: “Tristitia” y “El hermano ausente en la cena de Pascua”. Me centraré en este último texto:
El hermano ausente en la cena de Pascua
La misma mesa antigua y holgada, de nogal,
y sobre ella la misma blancura del mantel
y los cuadros de caza de anónimo pincel
y la oscura alacena, todo, todo está igual…Hay un sitio vacío en la mesa hacia el cual
mi madre tiende a veces su mirada de miel
y se musita el nombre del ausente; pero él
hoy no vendrá a sentarse en la mesa pascual.La misma criada pone, sin dejarse sentir,
la suculenta vianda y el plácido manjar;
pero no hay la alegría ni el afán de reírque animaran antaño la cena familiar;
y mi madre que acaso algo quiere decir,
ve el lugar del ausente y se pone a llorar…
(Valdelomar, 1916, pp. 221-222)
El problema que voy a discutir radica en el título del poema. Hace unos meses, un alumno leyó un ensayo mío sobre el texto de Valdelomar en cuestión y me dijo: “Profesor, se ha equivocado en el título del poema. No es así. Es ‘El hermano ausente en la cena pascual’ y no ‘El hermano ausente en la cena de Pascua’”. En realidad, el error estaba en sus fuentes, pero él no lo sabía y creyó en ellas. En el ámbito de la investigación literaria, este es un problema que debe ser solucionado y no de escasa trascendencia. Verbigracia, el poemario de Vallejo se llama Poemas humanos y no Poemas humanitarios. Para probarme su hipótesis, el mencionado estudiante abrió su laptop y me mostró algunas entradas en internet en las que aparentemente se comprobaba lo que él afirmaba sin ambages.
En efecto, el poema se incluye en el notable portal web del BBVA Continental que lleva por nombre Encuentra Tu Poema (Fundación BBVA, s. f.). En él aparecen personajes ilustres —como Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura—, quienes leen algunos textos de poetas peruanos. Asimismo, el poema está en un blog de la Pontificia Universidad Católica del Perú administrado por Jaime David Abanto Torres (2013); en el blog Modernismo Latinoamericano (Biarrubia, 2013) y en la segunda página de un archivo de la web Recursos Leo Todo (Plan Lector. Leo Todo, s. f.). En todos ellos se comete el mismo yerro: atribuir un título equivocado al poema de Valdelomar.
¿Cuál es la razón por la cual se comete, con asiduidad, esa ligereza y se ofrece un dato falso al lector? Aquí tengo una hipótesis: no se consultó la edición pertinente al respecto. El poema “El hermano ausente en la cena de Pascua” apareció por primera vez en la antología Las voces múltiples, que vio la luz en 1916 y donde se publicaban poemas no solo de Abraham Valdelomar, sino también de Alfredo González Prada, Federico More, entre otros. En tal sentido, el error corrió como pólvora y, por eso, muchos confiaron en la fidelidad del dato y creyeron equivocadamente que el mencionado texto llevaba por título “El hermano ausente en la cena pascual”.
Figura 1. Antología Las voces múltiples (1916).
Umberto Eco (2007) decía en su artículo “De qué sirve un profesor” que:
“[A]nte todo un docente, además de informar, debe formar. Lo que hace que una clase sea una buena clase no es que se transmitan datos y datos, sino que se establezca un diálogo constante, una confrontación de opiniones, una discusión sobre lo que se aprende en la escuela y lo que viene de afuera” (párr. 4).
El semiólogo italiano destacaba, en este caso, que es fundamental enseñar a nuestros alumnos a seleccionar las fuentes bibliográficas más confiables. Allí radica la formación de nuevos sujetos que piensen libremente y aprendan a convivir democráticamente respetando la obra de nuestros antepasados.
En este caso, es necesario desarrollar escuetamente tres temas en el ámbito de la investigación literaria. En primer lugar, hay que calibrar la importancia de la exploración de las mejores fuentes bibliográficas. Si un estudioso tiene como propósito abordar la poesía de Vallejo, debería trabajar con la edición más confiable que tome en cuenta los manuscritos correspondientes. De lo contrario, las hipótesis no serían verificadas de manera precisa y ello le quitaría rigor al análisis. En segundo término, resulta imprescindible el contraste de los datos. Por ejemplo, hay que confrontar las distintas versiones de un poema si la idea es examinar por qué Vallejo corrigió la primera versión de “Masa”, uno de los textos fundamentales de España, aparta de mí este cáliz, poemario centrado en la guerra civil española. En tercer lugar, después de cotejar las distintas ediciones de la poesía completa de autor, es indispensable elegir la mejor con el fin de que nuestra investigación sea seria y pueda ser contrastada con los poemas cuidadosamente elegidos por nosotros para comprobar la hipótesis sustentada a partir de citas de versos que posibilitan una determinada exégesis. (1)
El trabajo creativo es muy laborioso y debería ser valorado en su real dimensión. Por ello, el mayor homenaje a un escritor de la talla de Valdelomar no solo es leer textos como “El Caballero Carmelo” o “Los ojos de Judas”, dos de sus cuentos imprescindibles, sino guardar fielmente en nuestra memoria los títulos de las obras, que merecen ser recordados. Se trata de respetar nuestro pasado y construir, con ese legado, un nuevo futuro.
Lectura recomendada
Valdelomar, A. (2000). Obras completas. Copé-Petroperú.
Citar esta entrada de blog (APA, 7.a edición) |
Nota
(1) El término exégesis, en el ámbito de la investigación literaria, se refiere al proceso de interpretación de un texto literario.
Referencias
Abanto Torres, J. D. (16 de abril de 2013). El hermano ausente en la cena pascual. Jaime David Abanto Torres. Derecho, Literatura, Cine y Música.
Biarrubia, C. (30 de diciembre de 2013). “El hermano ausente en la cena pascual”- Abraham Valdelomar. Modernismo Latinoamericano.
Eco, U. (21 de mayo de 2007). De qué sirve un profesor. La Nación.
Fundación BBVA. (s. f.). El hermano ausente en la cena pascual.
Lakoff, G. y Johnson, M. (2003). Metaphors We Live By. The University of Chicago Press.
Plan Lector. Leo Todo. (s. f.). Recursos Leo Todo.
Valdelomar, A. (1916). El hermano ausente en la cena de Pascua. En P. Abril de Vivero et al., Las voces múltiples (pp. 221-222). Librería Francesa Científica E. Rosay.
Deja un comentario