El futuro de la educación superior y el ‘e-learning’ desde la perspectiva de la gestión universitaria
Con el desarrollo de la economía digital, la educación superior ha pasado por una profunda transformación. Las instituciones de educación superior (HEI) han aprovechado las características avanzadas de las tecnologías digitales para mejorar la interactividad entre educadores y estudiantes, mediante la implementación de nuevos programas de e-learning, como los massive open online courses (MOOC), los advanced learning interactive systems online (ALISON), language MOOC (LMOOC) y Open2Study, así como la flipped classroom y el blended learning (Doherty, Harbutt y Sharma, 2015; Liyanagunawardena, Lundqvist y Williams, 2015).
La tecnología está transformando la educación superior y, con el fin de maximizar estos cambios, los líderes que emplean la tecnología y que son capaces de crear una visión compartida del futuro permiten un aprendizaje transformador (Cordie y Lin, 2018). Los avances de las TIC y los menores costos que estas suponen a las HEI las animan a adoptar la enseñanza a distancia mediada por la computadora (CDL) y de esta manera aprovechar las economías de escala y llegar a un público más amplio y diverso (Brown y Charlier, 2013).
El crecimiento de la enseñanza y el aprendizaje en línea (e-learning) ha sido influido por varios factores; por ejemplo, los costos, la disponibilidad de una variedad de tecnologías educativas y las habilidades tecnológicas innatas del alumno moderno. La prevalencia del e-learning conlleva desafíos únicos —incluida la interacción con diversas partes interesadas— que generan la necesidad de ofrecer un producto eficaz a los estudiantes y establecen nuevos paradigmas sobre cómo proporcionar los componentes educativos (Cordie, Lin y Witte, 2016).
En el escenario de la pandemia, el e-learning se convirtió en un desafío único para las HEI (Mulhem, 2020), toda vez que no todas las HEI lo consideraban como parte crítica de su planificación estratégica (Satyanarayana y Meduri, 2007; Lorenzetti, 2003; Allen y Seaman, 2010). Esta situación nos muestra que la adopción de las prácticas de e-learning trae consigo varios beneficios: un mayor acceso para los estudiantes, la facilidad en la transmisión de los programas y el potencial de mejora general del proceso de aprendizaje (Bichsel, 2013). Por lo tanto, los líderes electrónicos deben desarrollar una visión prospectiva y comunicarla con coherencia y compromiso como parte de la misión organizacional (Hitt y Hartman, 2003).
Cross (2004) describe el e-learning como el aprendizaje facilitado por las redes, mientras que Nichols (2003) lo define como “el uso de diversas herramientas tecnológicas basadas en la web, distribuidas por la web o compatibles con la web”. El e-learning ha contribuido a un cambio drástico en el paradigma de la prestación de los servicios educativos y es descrito por Bulfin et al. (2014) como una tecnología "disruptiva”. Además, destaca que, por su alcance, los MOOC son capaces de abarcar un gran número de estudiantes de manera simultánea y mediante el mismo canal: internet.
Las autoras Wallace y Panteli (2018) consideran importante entender qué atrae a la gente al e-learning en el ámbito del HEI y cómo sirve a sus necesidades. Su estudio demostró que las razones para participar en el e-learning tienen relación con el género de la persona. Por ejemplo, la facilidad de acceso, particularmente el método asincrónico, permite a las mujeres cumplir con otras funciones de su vida diaria. Estos hallazgos apuntan a que el e-learning es una actividad amigable para las mujeres, por dos razones principales: la flexibilidad y el desarrollo profesional, seguido de razones financieras y de seguridad.
El estudio realizado por Moreno et al. (2017) sugiere que las percepciones de los estudiantes sobre la utilidad del sistema y la facilidad del uso están asociadas con la intención de utilizar efectivamente los sistemas de aprendizaje electrónico. Estos efectos están totalmente mediados por las actitudes de los estudiantes hacia el uso de los sistemas de gestión del aprendizaje (LMS) basados en internet. Por lo tanto, las HEI que ofrecen programas de e-learning deben invertir en iniciativas que fomenten una actitud positiva hacia sus plataformas. Asimismo, la autoeficacia informática y las condiciones facilitadoras (FC) se asocian positivamente con las intenciones de utilizar eficientemente el sistema. De esta forma, se corroboran investigaciones previas que destacan el papel de la capacitación y el soporte técnico como características importantes en los programas de enseñanza a distancia mediada por la computadora (Bhuasiri et al., 2012; Cheng, 2011).
La investigación de Al Mulhem (2020) se centra en el uso de sistemas de e-learning por parte de los estudiantes como una herramienta útil e identifica que los sistemas de aprendizaje electrónico se utilizan eficazmente cuando se comprenden los requerimientos y las necesidades de los estudiantes. Este estudio reveló una relación positiva entre la calidad del contenido y la calidad del diseño del sitio web con utilidad percibida, y la facilidad de uso percibida de los sistemas de aprendizaje electrónico. También estableció que la calidad técnica del sitio web y la velocidad de acceso tienen un efecto positivo en la utilidad percibida de los sistemas de aprendizaje electrónico.
Además, la investigación demostró que, cuando los sistemas de aprendizaje electrónico admiten diversos tipos de contenido de aprendizaje que cumplen con los requisitos de los estudiantes, esto los motiva a utilizarlos. En consecuencia, las HEI deben garantizar que tanto las plataformas de e-learning como los materiales de enseñanza sean de calidad y que, además, los docentes tengan los conocimientos previos suficientes sobre el uso de aquellas. De igual modo, los sistemas de e-learning de las HEI deben someterse a un proceso de diagnóstico de calidad en cuanto a sus contenidos, su velocidad y su funcionalidad para garantizar la satisfacción y el aprendizaje de los estudiantes.
Quisiera terminar con dos interrogantes: ¿el Estado peruano se encuentra en la capacidad de fomentar este tipo de programas de e-learning en las universidades públicas y de esta manera contribuir a la educación de calidad que la sociedad demanda? Y la segunda: la Sunedu, como ente regulador, ¿cuenta con la capacidad para supervisar la calidad de los programas que las HEI ofrecen mediante las TIC?
Citar esta entrada de blog (APA, 7.a edición): Chevarría Arrieta, Z. (18 de enero de 2021). El futuro de la educación superior y el e-learning desde la perspectiva de la gestión universitaria. Scientia et Praxis: Un blog sobre investigación científica y sus aplicaciones. https://www.ulima.edu.pe/idic/blog/educacion-superior-e-learning |
Referencias
Al Mulhem, A. (2020). Exploring the key factors in the use of an e-learning system among students at King Faisal University, Saudi Arabia. iJIM, 14(3).
Allen, I., y Seaman, J. (2010). Learning on demand: Online education in the United States, 2009. Education Resources Information Center. https://eric.ed.gov/?id=ED529931
Bhuasiri, W., Xaymoungkhoun, O., Zo, H., Rho, J. J., y Ciganek, A. (2012). Critical success factors for e-learning in developing countries: A comparative analysis between ICT experts and faculty. Computers & Education, 58, 843-855.
Bichsel, J. (2013). The state of e-learning in higher education: An eye toward growth and increased access. http://doi.org/10.13140/RG.2.1.3686.0644
Brown, K. y Charlier, S. (2013). An integrative model of e-learning use: Leveraging theory to understand and increase usage. Human Resource Management Review, 23, 37-49.
Bulfin, S., Pangrazio, L., y Selwyn, N. (2014). Making ‘MOOCs’: The construction of a new digital higher education within news media discourse. The International Review of Research in Open and Distance Learning, 15(5), 290-305.
Cheng, Y. (2011). Antecedents and consequences of e-learning acceptance. Information Systems Journal, 21, 269-299.
Cordie, L., y Lin, X. (2018). The e-revolution in higher education: E-learning and e-leaders. Journal of Leadership Studies, 12(3), 76-79.
Cordie, L., Lin, X., y Witte, J. (2016). The transformation of higher education: Successfully leading adaptation through the e-learning landscape. En V. C. X. Wang (Ed.), Theory and practice of adult and higher education (181-213). Information Age Publishing.
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Hitt, J., y Hartman, J. (2003). Distributed learning: New challenges and opportunities for institutional leadership. En M. Baer (Ed.), Distributed education: Summary of a six-part series (9-12). American Council on Education.
Liyanagunawardena, T., Lundqvist, K., y Williams, S. (2015). Who are with us: MOOC learners on a future learn course. British Journal of Educational technology, 46(3), 557-569.
Lorenzetti, J. (2003). Critical ingredient for success: Residential involvement. Distance Education Report, 7, 22-30.
Moreno, V., Cavazotte, F., y Alves, I. (2017). Explaining university students’ effective use of e-learning platforms. British Journal of Educational Technology, 48(4), 995-1009.
Nichols, M. (2003). A theory of e-learning. Educational Technology & Society, 6(2), 1-10. http://www.jstor.org/stable/jeductechsoci.6.2.1
Satyanarayana, P., y Meduri, E. (2007). The qualities of leadership required in distance education. Asian Journal of Distance Education, 5(1), 4-7.
Wallace, A. y Panteli, N. (2018). Bringing relevance to eLearning. A gender perspective. Studies in Higher Education, 43(2), 292-304.
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