Las voces ocultas de Carlos López y Eduardo Chirinos en nuevo libro de Jorge Eslava

Bajo el sello del Fondo Editorial de la Universidad de Lima, Jorge Eslava ha publicado La voz oculta. Conversaciones con Carlos López Degregori y Eduardo Chirinos, libro que gira en torno a la figura de dos poetas fundamentales de la literatura peruana en los últimos 35 años. Es un volumen que reúne diversas entrevistas —algunas inéditas o realizadas expresamente para esta publicación— concedidas por estos escritores, quienes en dichas conversaciones desnudan sus zonas más vulnerables y plantean enriquecedoras reflexiones a propósito del oficio literario. En este diálogo, el autor, quien se desempeña como docente e investigador de la Universidad de Lima, habla acerca de cómo la amistad ha sido el principal motor de este trabajo, pero también resalta la importancia de profundizar en la vida y obra de estos autores.

¿Con qué intención nació el proyecto de realizar este libro que se concentra en las figuras de Eduardo Chirinos y Carlos López Degregori?
Como todo libro, tiene varias aristas. Creo que es importante mencionar una paradoja, es un libro que nace de la muerte de dos amigos entrañables: un maestro universitario con quien luego estuve muy cerca, gracias a la amistad, que fue Wáshington Delgado; y Constantino Carvallo, director de Los Reyes Rojos, con quien trabajé diez años en el colegio; él me dio muchas luces y aclaró muchos criterios respecto a la pedagogía. Ambos murieron, y no tuve la oportunidad de expresarles, con exaltación, como me hubiera gustado, la admiración y el cariño que les tenía. Sin embargo, viví una experiencia propicia, porque tanto en el caso de Wáshington Delgado como en el de Constantino Carvallo, cuando fallecieron estuve a cargo de la edición de su obra completa, lo que hizo que el luto fuera más largo y más intenso, porque conviví con ellos a través de sus escritos a lo largo de dos o tres años. Fue más bien una llamada de atención, como creo que toda experiencia humana tiene que serlo: ¿por qué rendir tributo a los amigos cuando se han ido? Entonces, cuando Eduardo Chirinos me comunicó que estaba enfermo de cáncer, sentí que parte de mi mundo se derrumbaba. Así que me dije: es la mejor oportunidad para homenajearlo en vida, ¿cómo puedo hacer? Y tengo otro amigo aquí en la Universidad, que es Carlos López Degregori, que es docente. Son los únicos dos grandes amigos que me quedan, y comulgan en la calidad literaria. Hay consenso, en el ambiente literario, en que los últimos dos grandes poetas de los últimos 35 años en el Perú son ellos. Con dos estilos distintos, con personalidades antagónicas incluso, pero son los que han mostrado mayor constancia, agudeza y personalidad en su obra. Así que me propuse hacer un libro de homenaje a ellos. Ese es el nacimiento del proyecto.

¿Cómo planteó la estructura del libro y organizó el material?
Decidí que iba a ser una recopilación de las mejores entrevistas, las más reveladoras que ellos hubieran concedido, y luego iba a propiciar una conversación entre ambos, sobre un temario que íbamos a acordar. Hice la primera parte de la tarea, ordené todo el material, y luego organicé un evento que yo quería que fuera público: sentar a estos dos grandes poetas, conmigo como moderador, proponerles una serie de temas vinculados con la literatura, el arte y la vida. Pero, por razones de salud, Eduardo tuvo que partir antes, así que tuve que organizar el evento en mi casa. Habilitamos el lugar para que fuese una especie de escenario, hice una invitación a unos amigos cercanos y familiares de cada uno de los poetas, y tuvimos una conversación que es notable, gracias a ellos. La conversación, como si fuera una entrevista, también se grabó, se editó y aparece en el medio de las dos secciones; la primera, dedicada a Carlos López, y la segunda, a Eduardo Chirinos. Como apéndice, y cereza del pastel, aparece el Test Absurdo que se les hizo a ambos escritores para la revista Un Vicio Absurdo, de los Talleres de Narrativa y Poesía de la Universidad de Lima. Este Test Absurdo es una entrevista absurda, y me pareció simpático, interesante; y en otro tono, incorporar, como apéndice, las dos entrevistas que se hicieron a ambos.

¿A qué hace alusión el título La voz oculta?
La voz es una cualidad de nuestra personalidad. Es probable que no haya dos voces iguales: los volúmenes, las cadencias, los timbres varían. Pero tiene también un juego de variantes parecido a la personalidad, uno muestra la personalidad de acuerdo al entorno. Y más si se trata de un oficio como la literatura, en el que uno acostumbra ocultar, mostrar lo mínimo y esconder lo más importante. Aunque en realidad no lo más importante, sino probablemente lo menos importante pero que es imprescindible amarrado a lo esencial, para que sea revelador. Sobre todo en poesía, que es un lenguaje tan elaborado y a veces tan… aunque no me gusta la palabra, pero en este momento no se me ocurre otra… artificial. Es como si pretendiéramos que Vallejo, cuando le preguntaban: “¿Y cómo estás, César?”, respondiera: “Hay golpes en la vida tan fuertes…”. Eso lo dice en su poesía, pero él cotidianamente era un sujeto silvestre, cansado de la vida, golpeado por la miseria, que podría haber soltado un improperio o una frase muy banal. Uno habla y se comporta cotidianamente de un modo. Y sobre todo en la literatura, donde uno está tan protegido, tan cubierto; sobre todo un poeta como Carlos López, que no solo ha creado un universo particular sino que recusa la biografía. Es decir, uno tiene que anular a la persona para que aparezca el personaje literario.

¿Y en el caso de Chirinos?
Eduardo, en cambio, es mucho más confesional, más íntimo e incluso más familiar. Buena parte de su obra tiene que ver con su vida doméstica, y parte de su vida doméstica son sus lecturas. No he conocido —probablemente solo a Constantino Carvallo— una persona que leyera más que Eduardo, y que te podía hablar de todos los temas más insólitos. Recuerdo que una de las últimas conversaciones que tuvimos, y la coloco como introducción de una de las entrevistas que aparecen en el libro, fue sobre el comportamiento sexual de los insectos. ¿Cómo se le ocurre a uno hablar de eso? Así que él era de esas curiosidades y de un bagaje, de una erudición, enorme. Todo eso no lo dice la poesía, o lo dice con cuentagotas. Lo que busco en este libro es desnudar al personaje literario y mostrar, a la intemperie, a la persona tal como es en su vida doméstica, cotidiana. Ambos son, además, profesores, y no han escrito en su obra literaria, hasta donde recuerdo, sobre su labor docente. A mí me interesaba esa faceta. Ambos están casados, uno tiene dos hijos y el otro decidió no tenerlos para consagrarse a la literatura, eso me parece un misterio. Así que quería “ajustar” a ambos, presionarlos para que revelaran lo más íntimo de sí mismos y se despojaran de la afectación de la literatura.

La publicación incluye, además de entrevistas que hizo a los dos poetas, conversaciones que sostuvieron con otros colaboradores. ¿Cómo contribuyen estos diálogos a retratar a ambos escritores?
Deseaba también una mirada múltiple, diversa, porque le hice un par de entrevistas a cada uno sin pensar en el libro, eran entrevistas que se habían ido acumulando con el tiempo. Pero me interesaba también la mirada de los otros, que, creo que en todos los casos, conocen a estos dos poetas menos que yo. Cabe resaltar que el periodismo que tenemos en este país no es muy relevante, y dentro de ese periodismo un poco precario los espacios culturales son cada vez más pequeños. Dentro de esos espacios pequeños a veces tienen cabida entrevistas muy puntuales sobre algún libro publicado, pero son entrevistas ocasionales. Resultaba interesante mostrar esas miradas fraccionadas de otros entrevistadores sobre libros en particular.

Casi todas las entrevistas abordan los temas literarios; más bien yo, desobediente siempre de los cauces, he tratado de asumir y abordar lo más íntimo, porque me interesa ese lado humano. Borges decía que por un lado existe Borges, que es el pretexto para que el otro cree. Pero cada vez estoy más convencido de que estamos imbricados, de que la persona, aunque lo oculte, termina mostrándose de alguna manera en su obra. Probablemente ese lado vulnerable es el que trata de esconder el escritor, pues donde mejor se sostiene, y de lo que se muestra más orgulloso, es de su palabra trabajada, elaborada y meditada. No de su conducta expuesta a tropiezos, vaivenes e incluso caídas. Sin embargo, hay personajes tan coherentes, tan consistentes como estos dos amigos, que creo que sus personas sostienen la personalidad literaria.

Suele haber una intención pedagógica detrás de todos sus proyectos. ¿De alguna forma este libro también busca orientar sobre cómo realizar entrevistas literarias?
Incluso si no lo quisiera admitir, siempre estoy guiado por este destino trágico de la docencia. Y es verdad, si vas a entrevistar a un personaje que sabe tanto, que ha leído tanto, que ha reflexionado tanto, que vive de la mano de la soledad, necesitas una alta competencia para hacer una buena entrevista. Hubo un proceso de selección, Eduardo tenía una gran cantidad de entrevistas que le habían hecho; Carlos, no tanto. Entonces he buscado entrevistas que sean buenas, que no se repitieran entre sí. Así que se puede, por la exposición diversa de entrevistas, pensar en una especie de muestrario de cómo hacer una buena entrevista literaria: qué tanto prepararte, qué tanto editar. Hay algunas entrevistas muy extensas, otras más breves. Hay otra entrevista, muy pequeñita, que la metí a última hora y forma parte de una tesis sobre la música; pero me parecía que nadie abordaba el tema de la música, y Eduardo, que fue toda su vida sordo, era sin embargo un melómano.

¿Cuáles son los puntos de encuentro y desencuentro entre Eduardo Chirinos y Carlos López que revela el libro?
La obra revela dos estilos muy distintos. La tersura, la amabilidad y un diálogo permanente con la cultura son las características de la poesía de Eduardo; además, era una persona muy buena, muy generosa, muy inocente. Eduardo era un niño grande frente a Carlos López, que, así como lo ven, ha pertenecido a un grupo poético muy contestatario, de lo más iconoclasta de la poesía peruana. Tiene una poesía maldita, truculenta, una especie de fascinación por el horror. Él se nutre de los circos de fenómenos, de freaks. Lo pesadillesco es lo que caracteriza a su poesía. Y entre los puntos en común, creo que la consagración de ambos a la poesía, porque tú puedes publicar un libro, dos, tres libros de poemas, pero 35 años escribiendo poesía, en un país que ningunea a los poetas… Esa constancia la han exhibido muy pocos poetas en el país.

¿Esta publicación es comparable con alguna otra ya existente? ¿A qué público va dirigida?
En España hay libros sobre la vida íntima de los poetas, pero sinceramente no conozco un libro concebido como este. Creo que el público al que se dirige son poetas, estudiantes de literatura, críticos. Me gustaría que fuera un público más amplio, pero pienso que es una utopía; gente de arte quizás, porque además es un libro hermoso, casi un libro de mesa.

¿Ha tenido oportunidad de conocer la opinión de Carlos López ante esta publicación? ¿Cuál cree que habría sido la reacción de Eduardo Chirinos al verla?
La mujer de Carlos López se emocionó mucho con la dedicatoria; Jannine, la viuda de Eduardo, lloró; porque les entregué ejemplares en la misma noche. Están contentísimas. Pero no nos hemos sentado, por razones de tiempo, a conversar sobre el libro, aunque sé que Carlos está feliz. Y me imagino a Eduardo con el libro entre las manos… Creo que me miraría y haría una broma. Estoy seguro de que haría una broma y se reiría hacia dentro, como solía reírse; nada estentóreo en él, todo muy metido hacia dentro. Tal vez confrontaría las fotos de Carlos con las de él, y a propósito de eso me haría una broma, estoy seguro.