Cuando entró a trabajar a Hertz, como gerente general, Danitza Pérez comentó con total honestidad que, de carros, solo sabía conducirlos. Eso no fue una desventaja ni mucho menos. Lo que le valió su ingreso a esta compañía fue su experiencia en planeamiento de la cadena de abastecimiento y su enfoque de excelencia en cada paso que da.
Ella es ingeniera industrial por la Universidad de Lima, y su compromiso más importante en Hertz es entregar los autos a los clientes que los arriendan en óptimas condiciones.
¿Cómo fue tu pase a Hertz, después de haber trabajado muchos años en Yanbal?
Voy a cumplir un año y medio en Hertz como gerente general, después de haber trabajado 18 años en Yanbal, en planeamiento corporativo. Al dejar Yanbal, pasé por un proceso de reinserción laboral que duró tres meses, pero tuve solo un mes de búsqueda activa. Trabajé en mi currículo, que no había actualizado en muchos años, así que tuve que pensar en todo lo que había hecho y en mis logros. En Yanbal, me encargaba de recibir estimados, hacer análisis y entregar un producto terminado. Trabajaba con ocho países y muchos proveedores. Cuando llegué a la entrevista de trabajo en Hertz y me preguntaron: “¿Qué sabes de carros?”, yo contesté: “Manejar, pero sé de procesos, de servicios, y de proveedores excelentes, y toda esa excelencia la puedo transferir aquí”. Esta es una empresa estadounidense con altos estándares de calidad, así que me preguntaron: “¿Puedes empezar el lunes?”.
¿Qué te ha parecido estar en Hertz?
El tiempo que llevo aquí ha sido un reto enorme, pero he tenido las herramientas necesarias para desempeñarme bien. Yo antes trabajaba mucho con mi computadora, coordinaba con muchos países y viajábamos eventualmente, pero mi trabajo en general era siempre con mi computadora. Aquí trato con clientes y proveedores, con el personal, con reclamos y con mi jefe, que es un gran empresario. Cada día es enriquecedor. Es una organización grande y en el Perú tenemos siete puntos de venta. También contamos con operaciones en Cusco y Arequipa.
¿El mantenimiento de los carros debe ser un rubro muy importante dentro de este negocio?
Por supuesto. Hemos renovado nuestra flota, que es de 320 vehículos. El 80 % tiene menos de dos años de antigüedad. Asimismo, hemos trabajado en sanear los vehículos, en atender a tiempo a nuestros clientes y en conversar con ellos sobre sus necesidades. Hay varios puntos en los que podría fallar el proceso y hay que evitar cualquier de estos, pues se trata de entregar bien el carro y de que todo funcione bien durante la estadía. Luego, cuando te entregan la llave y te dicen “todo bien”, es una gran satisfacción. Es muy importante entender todo lo que necesita el cliente para darle el mayor valor agregado, que no siempre es el precio. Finalmente, uno puede tener un muy buen precio, pero si entregas un carro sucio o que se malogra a las dos cuadras, eso hace que te vaya mal.
¿Cómo es el mantenimiento que les dan a los carros?
Los estándares que tenemos son muy altos y uno nunca sabe dónde puede haber estado un carro que nos devuelven. De manera que, en cuanto nos entregan las llaves, esto es como un pit de Fórmula 1, hay que revisarlo y dejarlo listo lo más rápido posible. Para eso hay que tener todas las herramientas, porque alguien que ya salió de su casa hace muchas horas, tomó un carro que lo llevó al aeropuerto, voló, recogió sus maletas, y llegó a su destino, solo quiere un auto para irse a un hotel. Por eso necesitamos procesos ágiles para atender a los clientes, para que el carro esté en perfectas condiciones y para que no haya reclamos. Esa parte es muy exigente. El grupo también es dueño de Autoespar, que es representante de Toyota en el Perú, así que los trabajos mayores se van para allá y nos dan la garantía de que los vehículos tienen un buen mantenimiento.
¿Qué es lo más complicado que te ha tocado trabajar en Hertz?
A lo largo de este año, diría que el chip de la cultura. Implantar la cultura de trabajo ha sido lo más retador. Trabajar con gente y entender las diferentes formas que tienen las personas de interactuar ha sido lo más difícil y lo más rico, al mismo tiempo.
Acerca de tu anterior trabajo en Yanbal, ¿por qué áreas pasaste en el largo tiempo que estuviste ahí?
Pasé por diferentes puestos, pero toda mi carrera en Yanbal fue en Planeamiento Corporativo. Cuando estudiaba la Carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima, tenía la idea de trabajar en una planta o en algo de manufactura. Pero en Yanbal no trabajé en planta, sino en planeamiento de abastecimiento. Lo bueno, entre otras cosas, fue que ese trabajo me permitía hablar de plantas, procesos y eficiencias, y tener todos los insumos para producir, porque yo recibía los estimados de los ocho países de la corporación, los ingresaba al sistema y, a partir de ahí, se podía definir qué cosas podíamos abastecer y qué cosas no. Eso puede parecer muy fácil, pero solo si todos los estimados se cumplen. En la práctica, en la industria de cosméticos, el cumplimiento de este estimado es muy bajo, solamente del 30 %. El 70 % de todos los productos se desviaban muchísimo hacia arriba o hacia abajo. Teníamos que establecer una estrategia para saber si dejaba los frascos en el proveedor, en planta, etc. Por otro lado, ocurría que la venta se calculaba en 100 000 unidades, pero de pronto se vendían 300 000, entonces yo debía estar lista para cubrir esa venta sin hacer volar el inventario. Había que hacer unas jugadas de ajedrez muy interesantes, la verdad.
Comentaste que para hacer tu currículo tuviste que pensar en los logros que has tenido como profesional. ¿Podrías mencionar uno de esos logros?
El mayor logro en mi último puesto en Yanbal, fue el tema de tener muy pocos faltantes. ¿Cómo funciona esto? Por ejemplo, me habían dicho que iban a vender 100 fragancias y 200 labiales, pero cuando empezaba la venta de verdad, no vendían 100 fragancias, sino 200. Y de los labiales, no vendían 200, sino 500. Cuando faltaba muy poco tiempo, yo echaba la rueda a andar y le pedía a la fábrica que terminara de envasar lo faltante para hacerlos llegar al país donde se necesitara. Por supuesto, por atender la reacción, no podía desatender las campañas de otro país o no podía agarrar, simplemente, el producto que venía para otro país. O podía hacerlo, sí, pero inmediatamente pedía que me dieran más productos para hacer la reposición. Y cuando la venta estaba por debajo de lo estimado, tenía que ver si podía cancelar un pedido. Había que ponerle freno a lo que se necesitaba y acelerar lo demás. Esas ventas de las reacciones me las pedían con tres semanas de anticipación y representaba el 15 % de la venta total de la compañía.
¿Cuáles son las capacidades que has desarrollado en tu trayectoria laboral?
Organización, planificación, respuesta rápida a los cambios y actitud de servicio. Es muy necesario conocer el negocio y tener empatía. En Yanbal es muy fuerte el objetivo que se tiene de “cambiar vidas”. Me refiero a cambiar las vidas de las consultoras, gracias a su propio negocio de venta de productos cosméticos. Por eso, cuando hacía un pedido de productos, le decía a la persona con la que coordinaba: “250 consultoras te lo agradecerán”, porque todo lo que hacíamos tenía un impacto directo en la vida de las consultoras. Eso movía mucho la motivación. Había que hacer las cosas de manera excelente. La excelencia en Yanbal se respiraba por los aires.
¿Dónde trabajabas antes de Yanbal?
Al salir de la Universidad, quería trabajar en una planta, como dije, y entré a la corporación papelera Schroth Paper Company, como jefe de Planeamiento y Control de la Producción. Esa era una planta que convertía las bobinas de papel en resmas o en hojas. Fue muy bonita la experiencia. Yo recién salía de la Universidad y ya tenía una jefatura y hacía lo que me gustaba. Quería aprender todos los días algo, cómo se hacía la planificación y todo lo necesario. Llegaban pedidos repentinos de los clientes y había que estar muy enfocados en lo que necesitaban, desde donde te tocara estar: el área de producción o de planeamiento. Uno tiene que pensar qué hacer para que el cliente se sienta acogido y bien servido. Eso es lo más importante, porque un cliente contento, regresa por otro buen servicio.
¿Qué te pareció tu carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima?
Me pareció linda. Desde los profesores, los amigos y el reto que era estudiar, pues no fue fácil, aunque siempre estuvimos bien orientados por los profesores. Ya como egresados, de vez en cuando nos juntamos y brindamos por ser ingenieros industriales Ulima y por haber estudiado la carrera que, veinte años después, nos permite decir: “Lo hicimos bien”. Las herramientas que nos dio la Universidad nos ayudaron a desempeñarnos en la vida en diferentes roles, pero siempre con éxito. Todos estamos bien colocados, somos bien reconocidos. Eso es muy valorable.