Como suele ocurrir con otros temas, las elecciones nos pillan incapaces de dar con una referencia. Nuestra narrativa política es pródiga en anécdotas fútiles y eventos discutibles; sabe de épicas flacas, de enmiendas, de vergüenzas, pero es precaria en hazañas que convoquen y construyan. Nos falta una gesta de conjunto, un relato ejemplar a partir del cual organizarnos. Nos está faltando un ala oeste.