A Claudia Akamine le gusta el box, la tecnología e idear planes para satisfacer a los clientes. Junto con su esposo Francisco Cuéllar, ha creado un emprendimiento de robots de monitoreo, que inspeccionan, digitalizan y diagnostican infraestructura en poco tiempo y en lugares de difícil acceso para el ser humano.
Tumi Robotics tiene importantes clientes en el mundo de la minería y en el sector de energía. La empresa está en la lista de Forbes de los 100 emprendimientos peruanos más exitosos. Claudia estudió Ingeniería de Sistemas en la Universidad de Lima.
¿Qué te inspiró a lanzar un negocio enfocado en la industria de los robots?
Mi esposo y socio fundador de Tumi Robotics, Francisco Cuéllar, es investigador e ingeniero mecatrónico. Él hacía muchas investigaciones en robótica, pero estas se quedaban en el mundo de la academia. Yo siempre me preguntaba cómo se limitaba ese contenido al plano de una investigación y no se hacía realidad para contribuir con las empresas y con el país. Entonces le propuse a Francisco armar una empresa que nos ayude a colocar estos desarrollos de robótica, porque a muchas empresas les interesa automatizar procesos, y ser más eficientes y más productivos. Así fue que empezamos. Siempre me pareció que el tema de robótica era muy novedoso y arrancamos con el desarrollo de algunos productos para monitoreo marino. Logramos un producto hermoso que les encantaba a todos, pero no había empresas dispuestas a pagar. Todavía no se entendía la utilidad. Llegó un momento en que nos preguntamos si debíamos continuar con el proyecto o no.
¿Qué los animó a seguir adelante?
De pronto, vimos el interés de las empresas mineras. Vieron el robot de monitoreo marino y nos preguntaron si teníamos otro producto de inspección, pero terrestre, que monitoreara la infraestructura minera. Les dijimos que no teníamos este producto, pero que en dos meses podíamos hacer uno, porque la tecnología es replicable y la podíamos desarrollar. Entonces creamos el primer robot para la inspección de túneles dentro de una mina. Cumplió el reto y así empezó el sueño que teníamos. Nuestro cliente necesitaba estos robots para conocer el estado y la condición real de sus operaciones, para detectar riesgos, fallas o algo que se haya caído, rajado o deformado.
¿Cómo se hace este trabajo tradicionalmente en una mina?
Antes de los robots, este trabajo lo hacían personas, pero era muy riesgoso por las condiciones y tardaban hasta diez veces más. Para ganar seguridad, pensaron que lo mejor era automatizar los procesos, y ahí entraron nuestros robots. Poco a poco crecimos, más aún con la pandemia. Creo que eso fue decisivo, vimos que era una necesidad de las empresas y que estaban dispuestas a pagar por esta tecnología. Fue entonces que, después de pensarlo mil veces, decidí dejar mi trabajo para dedicarme a este negocio y hacerlo crecer.
¿Cuánto tiempo pasó desde que emprendieron hasta que dejaste tu empleo seguro?
Dos años. Fueron dos años de interacciones con muchas empresas. Luego vimos el potencial real. Ahora me dedico cien por ciento al emprendimiento, hemos levantado fondos y tenemos nuestros clientes. Asimismo, ingresamos al ranking de Forbes de los emprendimientos peruanos más exitosos.
¿Cuál es tu papel dentro de la empresa?
Yo me encargo de la estrategia y las finanzas. Defino el tema de negocios, me enfoco en los clientes y las ventas.
¿Cuáles son los robots que tienen más demanda actualmente?
Nuestros primeros clientes son los más fuertes y están en la industria minera. Trabajamos con las compañías más grandes del Perú. Tenemos más de siete clientes mineros, por ejemplo, Antamina, Buenaventura y Minsur. También tenemos clientes del sector de energía, como ISA REP. Todas las industrias de capital intensivo son las que demandan más nuestros servicios. Y así como tenemos robots que exploran infraestructura, también tenemos otros que exploran ambientes naturales, así que algunas empresas e instituciones del Estado solicitan nuestros servicios para monitorear lagunas. Actualmente, vemos la posibilidad de monitorear el océano y apuntamos al tema de derrames de hidrocarburos. Esta tecnología sirve para todo tipo de inspecciones y para el monitoreo en ambientes extremos, tanto naturales como industriales.
¿Cómo son los robots?
Tenemos tres gamas de robots. Los terrestres, que son como esos robots que van al espacio, tienen cuatro o tres ruedas y son de tamaño grande y pequeño, según lo que requiera el cliente. También tenemos drones aéreos, porque hay situaciones en las que se necesita ir por aire y otras por tierra. Y los robots de agua, que inspeccionan la infraestructura debajo del agua.
¿El monitoreo es a través de una cámara?
El monitoreo es muy completo, porque además del video, que es de alta definición, tenemos sensores que efectúan una reconstrucción digital del ambiente, lo que se llama gemelo digital. También tenemos sensores de radiación solar, de calidad de aire y de agua. Armamos los robots de acuerdo con la necesidad del cliente y les ponemos diferentes sensores para que monitoreen diversos aspectos.
¿Qué tanto les ha costado demostrar que el robot es necesario y que su labor ayuda a las empresas?
Como se trata de una tecnología nueva, es necesario demostrar, hacer pruebas y pilotos, porque el cliente tiene que ver el robot en funcionamiento para convencerse del beneficio que le va a traer. Los beneficios son clave: en primer lugar, seguridad, porque no se exponen a los trabajadores a las zonas de peligro. En segundo lugar, rapidez, porque frente a un accidente la empresa detiene la planta, y cada parada de planta o de mina le cuesta miles de dólares a la empresa. De la forma tradicional, se toman tres días en hacer toda la revisión; el robot, en cambio, puede inspeccionar 1000 kilómetros en una hora. El tiempo que se ahorra es valioso para las empresas, porque en vez de dedicarlo a hacer mantenimiento, lo destina a seguir con la producción.
¿Cómo ves a la competencia?
La competencia que tenemos, por lo general, es internacional, sobre todo de Canadá y de Australia, países donde hay tecnología de punta en el sector minero. Sin embargo, lo que nos diferencia es nuestra flexibilidad: ellos tienen soluciones muy específicas, pero nosotros tenemos soluciones flexibles que podemos adaptar. Eso es lo que valoran los clientes. Si tienen un reto específico, nosotros adaptamos lo que tenemos para cubrir ese desafío. Al ser dueños de nuestra tecnología, tanto de software como de hardware, adecuamos lo que necesiten y los atendemos rápidamente.
¿Cuál ha sido tu experiencia laboral en el mundo corporativo?
He trabajado muchos años en el mundo corporativo. He estado siempre vinculada a temas de transformación digital y a proyectos. Empecé en el BCP, después estuve en EY, pasé por Belcorp y, finalmente, trabajé en Rímac cerca de diez años. Ahí pasé por todas las áreas, he sido gerente de Experiencia del Cliente, de Operaciones y de Innovación. Haber tenido esa experiencia en diferentes áreas de organizaciones grandes me ayuda muchísimo a estructurar mi propia empresa. Los últimos tres años he trabajado en áreas de innovación y he creado emprendimientos corporativos dentro del grupo Breca.
¿Podrías comentar un proyecto o logro que tuviste en Rímac, que es donde más tiempo has trabajado?
En Rímac aprendí muchísimo y pasé por diferentes áreas. Creo que la última fue la más bonita, porque tuve la oportunidad de liderar la creación de emprendimientos corporativos. Además, he estado al mando del área de Estrategia de Clientes, donde me ocupaba de que los usuarios reciban más beneficios de parte de su aseguradora. Otro reto importante fue asumir la posición de gerente de Operaciones y Cobranzas porque tenía más de cien personas a mi cargo.
¿Qué has aprendido a lo largo de tu trayectoria laboral?
He aprendido que antes de tomar decisiones hay que escuchar. Lo mismo en un emprendimiento, debes escuchar a los demás para conocer las necesidades de los potenciales clientes y ver de qué forma les puedes dar algo que los haga sentir importantes.
¿Cómo te fue en el curso que llevaste en el Instituto de Tecnología de Massachusetts?
Lleve un programa de seis meses de Liderazgo en la Innovación, en el 2020. Fue muy bueno, me ayudó a entender la forma de liderar, a mejorar mis habilidades de líder frente al tema de innovación, a potenciar el liderazgo en mí y a transmitir esa idea a todo el equipo. Vimos también el tema de habilidades blandas y de pensamiento estratégico.
¿Qué te gusta hacer cuando no trabajas?
Me encanta salir de paseo, al campo o a la playa. También me gusta hacer deporte. Desde hace unos cuatro años practico box, lo disfruto en grande, libero estrés de esta manera y me mantengo en forma. Es divertido.
¿Qué impresiones tienes de tu época de estudiante en la Universidad de Lima?
A mí siempre me gustaron las ciencias y los números, por eso estudié Ingeniería de Sistemas. Luego, el boom de la tecnología impulsó mi carrera. Esta carrera, en la Universidad de Lima, te hace conocer no solamente la parte técnica, sino también la parte de estrategia y de tecnología. Eso me ha ayudado a enfocar los problemas desde distintos frentes. Además, recuerdo que en la Universidad hacíamos muchos trabajos en grupo, lo que te entrena para el mundo laboral. Yo hasta ahora veo a mis amigos de la Universidad o me encuentro con ellos o con conocidos de la Ulima en diferentes ambientes laborales.