Sensaciones durante la pandemia plasmadas en fotografía

El encierro, la sensación de peligro, los extramuros y un sueño fueron la motivación de Ana Lía Orézzoli para hacer fotos entre 2020 y 2021, fotografías que se exponen ahora en el Centro Cultural Inca Garcilaso.

La muestra se llama “Un cuerpo escupe sol” y reúne 24 imágenes tomadas de noche, con luz artificial, en el interior de su casa, espacio que se convirtió en su refugio durante los dos primeros años de la pandemia.

Ana Lía es comunicadora por la Universidad de Lima. Ha sido reportera gráfica en diversos medios, expone sus fotos en el Perú y el extranjero, hace fotolibros y es docente en la Ulima.

¿Cuál fue tu motivación para exponer este trabajo fotográfico que es, al mismo tiempo, un fotolibro? 
Esta exposición responde a la necesidad de llegar a la gente con un contenido. A mí me interesa conectar con otras historias, visiones y personas. El fotolibro es un camino para lograrlo, pero también lo es una exposición. Las fotos de la muestra las empecé a hacer en los primeros meses de la pandemia, a raíz de que tuve un sueño en el que yo estaba fuera de mi casa y veía pájaros rosados gigantes que volaban. Al despertar, quise recordar esa imagen que me gustó mucho y tuve la necesidad de responder a ese sueño con una fotografía. Esta exposición es un intento de aferrarme a ese momento. A partir de ahí, empecé de manera más consciente a jugar con las ideas y los enfoques, intentando responder a esas experiencias, a esos recuerdos de la cuarentena y de la época en que recuperamos libertad para salir un poco más.

¿Qué podemos ver en las 24 fotos que componen la muestra?
La temática son los sueños, la búsqueda de la fantasía y el espacio de la casa como un refugio. Como decía, el sueño es un factor importante, sobre todo en un momento en que se sentía una violencia en el mundo exterior. El mundo exterior era peligroso y, en ese contexto, mi casa se convirtió en un refugio. Ahora las cosas son diferentes, estamos enfocados en la hiperproductividad, por eso no se valora el hecho de no hacer nada, aunque la imaginación y el sueño son sumamente importantes para la vida. Ese es el espacio que he querido recrear al hacer la fotografía. Por otra parte, creo que la fotografía es un medio para crear mundos posibles, y este trabajo se realizó durante la pandemia. No es un trabajo documental, sino, más bien, apela a la ficción, a la imaginación.

Las imágenes son construidas.
La mayoría de las imágenes de la muestra son puestas en escena. En “Un cuerpo escupe sol” recurro a la fotografía como un lenguaje que me permite la invención de estos lugares.

¿En qué lugares has hecho las fotos y en qué momentos?
Todas las fotografías son del 2020 al 2021. Hice las primeras en mi casa, en el tiempo en que salíamos muy poco a la calle o no salíamos del todo. Las hice en la mesa de mi comedor. Tengo varios bodegones que he construido a manera de juego. Otras las he hecho en exteriores, algunas en el norte, en la playa Tortugas, adonde he ido toda mi vida, desde chica. Pero la intención es que funcionen como una sola atmósfera, siempre de noche y con elementos que se iluminan. Este trabajo me ha permitido jugar, crear un espacio lúdico en un momento muy duro para todos.

¿Hasta cuándo se presenta tu exposición?
Hasta el 11 de junio. Va de martes a domingo y también los feriados. Incluso el libro se expone en la sala y también lo vendo a través de Instagram y en mi página web. Es un libro hecho a mano, precisamente por eso tiene un valor único, porque ninguna pieza es igual a la otra. 

Normalmente, ¿qué te gusta fotografiar? 
Depende del momento y del contexto, de lo que me vaya interesando. Las fotos de la exposición son muy distintas a lo que siempre he hecho, técnicamente, como lenguaje. Normalmente fotografío con luz natural, me gusta hacer retratos, trabajo proyectos a largo plazo, a partir de historias que nacen de mi experiencia personal, pero que luego conectan con un plano universal. Siempre son imágenes que encuentro en una casa o en un espacio cotidiano y con luz natural. En “Un cuerpo escupe sol” las imágenes están trabajadas con luz artificial, una técnica que no uso mucho. Para mí, este trabajo tiene un lenguaje distinto, por eso me ha ayudado a experimentar, a probar nuevas técnicas y nuevos lenguajes.

¿De qué trata tu primer fotolibro A kind of longing?
Ese fotolibro lo publiqué en el 2018 y lo desarrollé durante el 2015 y el 2016, en Italia. También está en mi página web. Es mi proyecto de tesis de maestría. Intenta acercarse a la memoria de mi tatarabuelo, que emigró de Rapallo, Italia, hacia Lima, a mediados del siglo XIX. Para este proyecto visité Rapallo con el propósito de conectar con el paisaje. El diseño intenta crear una suerte de doble paisaje que se une, porque era imposible para mí conocer la historia completa de mi tatarabuelo, debido a la distancia de tiempo que me separaba de él. A pesar de esto, recorrí el paisaje y busqué imágenes de archivo para imaginarme cómo fue esa experiencia de subirse a un transatlántico y cruzar un océano para empezar una nueva vida. 

Debe haber sido muy especial para ti, por tratarse de la historia de un antepasado tuyo, mientras estabas en Italia, donde él vivía.
Sí, es especial porque es parte de la historia de mi familia. Al principio quería hacer algo de tipo documental, pero luego me fui por el camino de la nostalgia, por una historia. Al estar en Italia, en ese momento, la historia cobró más sentido definitivamente. 

Eres miembro de Scaleno. ¿Podrías comentar qué hace este colectivo? 
Este es un colectivo de fotografía internacional. Formo parte de él junto con Leslie Hickey y Hana Sackler, dos artistas y amigas que conocí durante los años que estudié en Italia. Decidimos fundar Scaleno en el 2015 porque habíamos pasado mucho tiempo juntas y, al volver cada una a sus lugares de origen, no queríamos perder la conexión ni esa motivación de compartir un trabajo. La práctica artística es un poco solitaria, pero en un colectivo uno puede compartir dudas, recibir comentarios y apoyo. Juntas hemos realizado una muestra en Florencia, en el 2018, y hemos organizado otra para el próximo año en Estados Unidos. Sin duda, Scaleno es un soporte profesional y una motivación para crear juntas, pero también es un espacio que compartimos como amigas. Siempre les hago notar eso a mis alumnos y los motivo a formar un equipo en cuanto encuentren a un grupo de personas con quienes se nutran mutuamente. 

¿Cómo fue tu trabajo como reportera gráfica?
Yo empecé a trabajar como reportera gráfica al salir de la Universidad. Estuve primero en Epensa, un grupo que incluía diarios como Correo, Ojo, Ajá y El Bocón. Cubría las noticias del día. Después trabajé en los diarios Gestión, El Comercio y Perú21. Fueron experiencias muy bonitas, porque conocí y conecté con historias que de otra manera no hubiera conocido. Era una rutina demandante, por cierto. En la mañana podía estar en un asentamiento humano del sur de Lima y en la tarde en Palacio de Gobierno. Había una diversidad de cosas que podía hacer y yo traté de hacer de todo: contenidos policiales, de deportes o locales. La idea era nutrirme del mundo periodístico. 

¿Qué comisiones recuerdas especialmente de esa época?
Las comisiones que más me gustaban no eran necesariamente las más adrenalínicas, sino las entrevistas. Me gustaba mucho hacer retratos a escritores, artistas, políticos, a personas que me daban una mirada diferente de la ciudad y que me conectan con las personas. 

¿Desde cuándo te desempeñas como docente en la Universidad de Lima?
Desde el 2018. Lo disfruto mucho. Siento que esta actividad se complementa muy bien con mi práctica artística. La docencia me permite estar siempre actualizada y me reta a llevar nuevos contenidos a clases. Cada uno de mis estudiantes tiene un universo interno y aprendo de ellos.

¿Qué te pareció tu época de estudiante universitaria?
Para mí, fue una época muy bonita. Aprendí mucho en la Universidad de Lima. Mi mente se abrió a muchos temas nuevos y crecí personalmente. Hice amigos muy cercanos que hasta ahora frecuento. Yo quería ser periodista, pero también me encantaba el cine, así que me pareció excelente llevar cursos de distintas especialidades. Si bien decidí que quería dedicarme a la fotografía, los diferentes cursos que llevé me sirvieron y me sirven hasta hoy. Tuve profesores que me incentivaron y me ayudaron mucho. Fue una etapa muy especial para mí. 

¿Qué maestría seguiste en Italia y qué otros estudios has llevado después del pregrado?
Hice una maestría en Bellas Artes en Studio Arts College International del 2014 al 2016. La maestría estaba enfocada en una práctica artística. Cambió un poco mi mirada de la imagen. Yo venía de trabajar en el mundo periodístico y elegí esta maestría justamente porque sentía la necesidad de encontrar otro lenguaje, otro modo de acercarme a la imagen. Ahora sigo un curso que dura todo el año con una investigadora argentina. Últimamente he llevado algunos seminarios sobre la enseñanza del arte y la ética del arte.