Milagros Tuccio Valverde siempre está en la búsqueda de novedades para el mundo audiovisual. Como responsable de Contenidos Bajo Demanda para Hispanoamérica en Telefónica, se encarga de armar la parrilla de series, películas, documentales, animación y otros géneros que se ven a través de Movistar TV App en Argentina, Chile, Colombia, Ecuador y Perú.
A ella le apasionan los audiovisuales y se caracteriza por crear productos novedosos. Su calidad profesional la ha llevado, entre otras cosas, a ser jurado de los premios Emmy Internacional, de los Premios Platino y de Iberseries & Platino Industria. Su carrera de Comunicación la siguió en la Universidad de Lima.
¿Con qué criterios eliges el tipo de programas que adquieres para la plataforma de Movistar TV App?
Primero, hay que pensar en el país para el cual se compra el contenido, ya que cada uno tiene sus propias necesidades. Segundo, como nuestra plataforma es multitarget, tratamos de responder a las necesidades de los distintos públicos. Consideramos contenido comercial primordialmente, aunque también tenemos contenido independiente. Queremos que, en esta vorágine de plataformas que hay a disposición de todo el mundo, el usuario se sienta acompañado y respaldado con nuestra propuesta, que es gratuita para nuestros clientes.
¿De qué manera buscas y consigues el contenido?
Salimos a buscar el contenido, asistimos a muchas ferias y mercados audiovisuales, tenemos reuniones one-to-one y observamos cómo va el mercado y hacia dónde apunta la tendencia.
¿Qué diferencias encuentras entre los usuarios de los distintos países y qué sorpresas te has llevado en relación con este tema?
En los inicios, me sorprendió mucho la respuesta del contenido local en distintas plataformas. Inicialmente, probamos en el Perú, donde incluimos el mayor contenido posible hecho en el país, y fuimos a los archivos de algunos canales de televisión para agregar series y telenovelas nacionales memorables, así como otras que, sin ser peruanas, habían pasado por nuestras pantallas años atrás y eran inmensamente recordadas. La respuesta del público fue muy buena, lo que dio lugar a replicar el proyecto en otros países.
Tu trabajo demanda que estés muy alerta con las tendencias y con las novedades del mercado.
Exactamente, por eso mi participación en los mercados y ferias audiovisuales es tan importante y apasionante para mí. No puedo dejar de recordar mis clases en la Universidad de Lima, en los años noventa, en las que nos hablaban de la globalización que vivimos hoy y cada vez con mayor intensidad. Una feria de contenido audiovisual es la globalización en su máxima expresión, significa estar en contacto con realizadores y distribuidores de todos los países y darse cuenta de que años atrás (cuando éramos estudiantes, por ejemplo), teníamos una visión muy localista de lo que significaba el mundo audiovisual. Pensábamos que, si no trabajábamos en un canal de televisión peruano o en una estación de radio peruana, la carrera no podría despegar mucho.
Sin embargo, desde hace muchos años, ya no hay fronteras. No solo podemos acceder a contenido del mundo entero con solo un clic (lo que nutre nuestro criterio audiovisual), sino que la universalidad de géneros como la ficción, nos permite también conectar tranquilamente con una telenovela turca y sentirnos identificados. Esa es una de las mayores riquezas que me ha dado la profesión en los últimos años, tener la capacidad de abrir la mirada al mercado internacional.
¿Siempre has estado en el área de Contenido para Hispanoamérica?
En el 2019, entré a un proyecto llamado Movistar Series, un canal de televisión lineal que tenía su complemento en la plataforma Movistar TV App (antes Movistar Play), en el que nos enfocamos en contenido Hispanoamericano, principalmente. Luego, pasé al área regional para trabajar en Telefónica Hispanoamérica, donde sigo hasta la fecha.
También eres jurado de premios internacionales de televisión, ¿verdad?
Sí, en los últimos diez años de trabajo, más o menos, participo como jurado de premios internacionales. Ese es un regalo que me dieron la vida y la carrera. Tengo el honor de ser jurado de los premios Emmy Internacional, de los Premios Platino y de Iberseries & Platino Industria, entre otros. Eso es muy gratificante y enriquecedor para mí. Me da la oportunidad de ver contenido de otros lugares, como una telenovela de Grecia o de Portugal, que muchas veces no llegan a las versiones latinoamericanas de las plataformas reconocidas.
¿Cuál era tu trabajo anterior?
Trabajé en Latina Televisión durante ocho años. Entré para supervisar los proyectos de ficción que eran tercerizados a empresas productoras. Luego, pasé a formar parte del área de Ficción y Adquisiciones Internacionales, que también estaba dentro de la gerencia de Programación. Finalmente, me convertí en la responsable de Ficción y Adquisiciones Internacionales.
¿Qué es lo más destacable del tiempo que pasaste en Adquisiciones Internacionales?
Un momento destacable ocurrió alrededor del 2015, cuando incursionamos en la adquisición de contenido turco. No conocíamos mucho al respecto, pero sabíamos que había tenido buenos resultados en Chile (fuimos el segundo país en Latinoamérica en incluirlo en su programación). Evaluamos el contenido con la Gerencia de Programación y realizamos focus groups, ya que había cierto temor a introducir un contenido tan distinto al nuestro y de una procedencia nueva para nosotros. El resultado del focus fue favorable e iba en línea con el análisis de la evaluación de las novelas que habíamos hecho. Eso nos permitió transmitir Las mil y una noches con una respuesta avasalladora. A partir de entonces, continuamos con las adquisiciones turcas. De hecho, viajé a Turquía en un par de ocasiones, no solo para evaluar la posible compra de nuevos contenidos, sino también para presenciar los rodajes y comprobar, de primera mano, la calidad cinematográfica de las producciones.
En esa época, creé unos premios que tuvieron mucho impacto, los Latina Turkish Awards. Fueron muy divertidos, creamos categorías como el mejor beso, la mejor escena, el momento romántico, el momento lacrimógeno, el mejor actor, entre otras. Abrimos la convocatoria para que personas de todo el mundo votaran a través del aplicativo de Latina, y no solo recibimos votos de Perú y Latinoamérica, sino también del resto del mundo, incluida Turquía.
¿Cómo evolucionaron los Latina Turkish Awards?
Escalaron tanto que armamos una gala para premiar a los ganadores. Tuvo un impacto significativo, incluso en Turquía. Salieron muchas notas sobre el evento, y nos llamaban para preguntar qué eran los Turkish Awards. Me encanta crear, vengo del mundo de la producción. Un enlatado no te permite mucho juego, pero aquí lo logramos. Fue una experiencia increíble porque las producciones turcas tenían muchos fans.
Antes de trabajar en Latina Televisión, ¿dónde desarrollaste tu carrera?
Comencé en el ámbito de la ficción. Inicialmente fui script (la responsable de velar por la continuidad de las escenas) y asistente de dirección, lo que me daba la posibilidad de estar en el set de grabación, que es una de mis pasiones. Realicé ese trabajo durante muchos años en televisión y cine. Hacia el 2003, fui convocada para participar en un programa de América TV como coordinadora de producción. Era algo nuevo para mí, y estaba lejos de mi zona de confort, pero a partir de esa experiencia, me enamoré de la televisión.
¿Qué programa realizaste en América Televisión?
Hicimos un programa de concurso de conocimientos. Luego, uno de los conductores de ese programa, Carlos Cornejo, también egresado de la Universidad de Lima, me convocó para trabajar como productora en un programa de entrevistas en Canal N que quería realizar. Me dijo: “Me gustaría que le imprimas un poco de tu locura”. Así que armamos lo que se llamó 2 a la N, un programa diario que estuvo al aire y en vivo por dos o tres años. Conseguíamos invitados para los cinco días de la semana, no era sencillo.
¿Qué particularidades propusiste para el programa?
En esa época, en la que no había Facebook ni Instagram, a mí me encantaba abrir un álbum de fotos y ver la historia de la gente. Le propuse a Carlos hacer un programa que abriera la historia de cada uno de los personajes y conversar a partir de las imágenes. Fue gratificante y muy emotivo, porque el invitado veía fotos de su infancia, sus padres, su etapa escolar, los amigos más cercanos, sus primeros trabajos, etcétera, siempre muy cuidado. Algo como el lado B de esos personajes, de la vida que los televidentes conocíamos desde nuestra postura, porque antes no había acceso a este ámbito privado con la facilidad y apertura de hoy. Eso generaba mucha emoción en las personas, porque era un recuento de una vida, y, al mismo tiempo, era una sorpresa para los invitados, pues ellos no nos entregaban el material. Este es uno de los programas que más satisfacciones me ha dado. Terminaba y conversábamos con el invitado largamente sobre la experiencia que había tenido.
¿Cuál fue tu siguiente paso después de 2 a la N?
Luego, entré al mundo de la web, que estaba un poco en pañales en el 2007. Me convocaron para dirigir Terra TV Perú, y acepté. Pero no era lo mismo que hacer televisión. La gente llegaba a internet de otra forma, los formatos de contenido bajo demanda eran más cortos, por ejemplo, y había que amoldarnos a esa forma de consumo. Al inicio, se compró contenido regional (compartido con los portales de Terra de otros países) y luego creamos nuestro propio contenido, con mucho sabor local. Creamos algunos programas propios con Bruno Ascenzo, Guillermo Castañeda, entre otros. Y me atreví a hacer algo que muy difícilmente se podría lograr en la tele: el programa de entrevistas más largo del mundo, por el que aprovechamos los inicios del streaming para lanzarlo en vivo en la plataforma de Terra, junto a un chat, por cincuenta horas. Una locura que nos llevó a recibir un Récord Guinness.
¿Rotaban conductores?
Guinnes nos dio muchos parámetros por seguir. El conductor debía ser el mismo, ese era uno de los retos. Obviamente, había pausas. Guinness proponía que el conductor descanse cinco minutos cada hora, con la posibilidad de acumular los descansos. Convoqué a Sergio Galliani, gran actor y querido amigo, para que sea el conductor, y él accedió al instante. En los tiempos en los que él descansaba, entrábamos nosotros a conducir o se quedaba un tiempo más alguno de los invitados. No podíamos parar. Conseguimos invitados para cincuenta horas de transmisión. Guinness nos exigía que hubiera público y que rotara cada cuatro horas, que tuviéramos médicos, notarios, etcétera. Fue toda una logística para una empresa que no tenía ni un estudio de televisión, solo oficinas. Convertimos la sala de directorio de Terra en un estudio, jalamos cables y en otro espacio instalamos el switcher, y comenzamos a transmitir en vivo. Fue fascinante.
¿Cómo fue tu experiencia en la producción del programa de entrevistas de Cecilia Barraza?
Me encantó esa experiencia. Ella es una maravillosa cantante, que había sido invitada a 2 a la N, y me convocó porque quería hacer un programa de entrevistas en TV Perú, con un matiz similar al que ella vivió como invitada a 2 a la N. Ella no se consideraba entrevistadora ni periodista, pero sí una muy buena conversadora. Así que me convocó como productora. Acepté de mil amores y armamos Cántame tu vida, un programa de entrevistas donde las imágenes ya no eran las protagonistas, como en 2 a la N, sino la música y los audios. Cada invitado iba sin saber qué ocurriría. Teníamos una banda que tocaba en vivo las canciones que nosotros habíamos investigado que podían haber sido parte de la vida de estas personas y armábamos así el soundtrack de cada una de ellas. Era a partir de la música que el invitado iba nos contaba su vida y su trayectoria. Obviamente, Cecilia nos engalanaba con su voz y cantaba algunos de los temas.
¿Puedes contarnos alguna anécdota especial del programa Cántame tu vida?
Un día tuvimos en el set a Luis Peirano, que en ese momento era ministro de Cultura. Conversamos con sus hermanos y hermanas, quienes nos cantaron una canción que solían entonar de camino al colegio, en el auto del papá. La letra había sido inventada por la familia. Teníamos a toda la banda escuchando la canción desde el teléfono, mientras la grabábamos. Era alrededor del 2010-2011. Cuando se hizo el programa, Cecilia pidió la canción y Peirano escuchó el tema de su infancia. Generó mucha emoción en él y dio pie a la conversación sobre cómo había sido su niñez. Fue un programa fascinante. Estuve alrededor de un año o año y medio con Cecilia Barraza. Luego vino lo de Latina y después lo de Telefónica.
¿Hay algún proyecto especial que guardes en tus recuerdos?
Todas mis experiencias profesionales han sido muy gratificantes. Además, es muy bonito compartir lo que uno conoce a lo largo de su vida profesional con quienes serán nuestros futuros colegas. Alrededor del 2009 comencé como docente en un instituto y luego en una universidad. He enseñado por quince años consecutivos varios cursos de audiovisual. Esa actividad me complementó mucho, porque disfruto mi carrera, me encanta lo que hago y me apasiona transmitir lo que aprendo cada día.
¿Qué te pareció estudiar en la Universidad de Lima?
La época universitaria fue memorable, no solamente por mis compañeros de promoción (hoy, prácticamente hermanos de la vida). Agradezco haber estado en una Universidad que no sólo tenía un staff profesional de primer nivel, sino que contaba con muchos recursos técnicos que no se encontraban fácilmente en otras casas de estudios. Me siento agradecida con la Ulima por la formación que me dieron profesores a quienes hoy admiro todavía. Grandes personalidades del mundo audiovisual como Ricardo Bedoya, Chacho León, Luchín Cárdenas, Augusto Tamayo, Teresa Quiróz, Fernando Samillán, entre tantos otros. Fue un periodo imborrable en el que la Universidad nos dio herramientas valiosísimas y en el que dimos nuestros primeros pasos en una carrera que no solo nos acompañaría para siempre, sino que nos apasionaría cada vez más.