Entrevista a Ricardo Fernández, gerente general de IBM Perú

Hace 23 años que terminó la carrera de Administración, hace 32 que trabaja en IBM. “La tecnología se respira en todos los ambientes”, anota este graduado, y cuando lo dice no se refiere a la multinacional. Se refiere a la Universidad de Lima.

Los alumnos y graduados de la Universidad de Lima se cuentan entre los más solicitados en los procesos de selección de IBM Perú. ¿Es una cuestión de perfil?

De experiencia, además. Es la línea del egresado que queremos: una que combina lo académico y lo práctico. Eso, sin mencionar el ambiente tan cálido que se respira en la Universidad y los importantísimos valores que inculca. La ética, en principio. ¡Hay cursos de ética! Segundo, el trabajo en equipo: recuerdo muy pocas labores académicas que hayan sido ejecutadas individualmente. Por esto último desarrollé el liderazgo, la empatía y las relaciones interpersonales.

Comenzó en esta compañía como operador de computadoras. Ocupó por años cargos regionales. Ahora es gerente general para el Perú. ¿Qué aportó la Universidad a tan amplia trayectoria?

No solo me abrió un camino académico; me inculcó intensamente el pragmatismo, uno que respaldaba la teoría y la ciencia. Los profesores tenían cargos gerenciales en empresas. Recuerdo que los cursos de gerencia me los enseñaban gerentes; los de ventas, directivos de ventas; y los de publicidad estaban a cargo de trabajadores de empresas dedicadas al rubro por años.

No solo aprendió de los libros, es evidente.

Exacto. Eso hace que el docente eduque no solo desde los libros, sino con casos de la vida real. Además, me ayudó mucho el hecho de que yo trabajaba. Se me hizo llevadero combinar ambas actividades.

Definitivamente, la tecnología es lo suyo. ¿Eso también fue un aporte de la Universidad?

Desde que ingresé, hasta mi graduación, he sido testigo de que el lema de la Universidad de Lima —Scientia et praxis— es real y cotidiano. Siempre fue un early adopter en tecnología, lo que era un respaldo a la hora de acercarnos a la realidad. Desde los primeros sistemas informáticos hasta la matrícula, se notaba la enorme ventaja en modernidad. Fuimos los primeros en matricularnos con un proceso computarizado, a través de pantallas, que optimizaba tiempos y evitaba el desorden. Otras universidades no soñaban con eso aún. De igual manera, la Universidad de Lima fue una de las primeras en tener página web y en matricular vía web a sus alumnos, como lo llegó a hacer mi hijo, por ejemplo. La tecnología se respira en todos los ambientes. Un ejemplo pequeño, pero muy gráfico: en los años ochenta pensábamos que los micrófonos que se usaban en las conferencias eran de utilería, cuando en realidad eran los primeros inalámbricos que aparecían en el Perú, y ya estaban en el campus.

Un ejemplo más reciente es el de los laboratorios que están siendo implementados en la Facultad de Ingeniería de Sistemas con la participación de IBM Perú.

Lo demuestra también la manera como se ha distribuido la iniciativa, a través de tres tipos de laboratorios: uno de data center, otro de tecnologías móviles y un tercero relacionado con el networking. La idea es que los alumnos aprendan tocando.

A las personas a su cargo, ¿qué les transmite?

Lo mismo que aprendí yo: principios sólidos que no van a donde los lleve el viento. Por otro lado, que tengan la misma devoción que yo a esta compañía; estoy aquí desde los dieciocho años, hoy tengo cincuenta. Yo quisiera prolongar ciertas bases de esta empresa que, precisamente, coinciden con las que aprendí en la Universidad y que me ayudaron a crecer. Entre ellas, la innovación, la responsabilidad personal, el culto a la excelencia y el servicio al cliente. Esa combinación de principios fue algo que me dio la Universidad de Lima, sin duda.