Emprendimiento con alas

Fabiola Rodríguez y Piero Cruzado comenzaron vendiendo cinco kilos de alitas al mes, casi como un pasatiempo. Ahora han llegado a una tonelada y acaban de ingresar a una cadena de supermercados. Su marca se llama Salas Maceradas y se preocupan mucho por entregar al público un producto de calidad, así como por el bienestar de sus trabajadores. Ambos estudiaron en la Universidad de Lima. Fabiola es ingeniera industrial y Piero es abogado.

¿Cómo surgió la motivación para emprender con alitas?

Piero: Nosotros pasábamos mucho tiempo juntos y quisimos invertir parte de ese tiempo en emprender. Fabiola me planteó hacer alitas y a mí me pareció una buena idea. Recuerdo que un día llevé cien alitas a una reunión por su cumpleaños, maceradas con una antigua receta familiar. Las pusimos en la parrilla de la caja china y tuvieron un éxito rotundo. Así que ahora nos animamos a producirlas.

Fabiola: Al principio producíamos muy poco, unos cinco kilos al mes. Era prácticamente un pasatiempo, aunque funcionábamos como una empresa formal. Al llegar la pandemia, dejamos todo en stand by, hasta que pudimos sacar una autorización para movilizarnos como empresa alimentaria. Entonces retomamos el proyecto, trabajamos las redes sociales de la empresa (Facebook, Instagram y WhatsApp), y empezamos a recibir una avalancha de pedidos. Las preparábamos en la cocina de la mamá de Piero y las enviábamos a nuestros clientes a través de una empresa de taxi que cumplía con todas las medidas sanitarias, pero cuyo servicio resultaba muy costoso. Sin embargo, las personas no solamente nos compraban, sino que volvían a pedir. Así, en plena pandemia, tuvimos un crecimiento exponencial.

De los cinco kilos mensuales que producían al inicio, ¿cuánto han pasado a producir ahora?

Fabiola: De esos cinco kilos, pasamos a media tonelada, y actualmente una tonelada.

¿Quiere decir que ya salieron de la cocina de la mamá de Piero?

Fabiola: Sí, ya salimos (risas). Luego de hacernos conocidos por las redes sociales, nos empezaron a llamar los medios de comunicación. Primero un periódico nos sacó un reportaje pequeño que tengo enmarcado. Luego otro diario publicó nuestra actividad en una página completa y, a partir de ahí, cambió todo. Nos empezaron a llegar pedidos de todas partes de Lima, de las zonas más tradicionales, de Lima Sur y Lima Norte. Luego salimos en un canal de televisión, en un noticiero de la mañana, y nos hicimos todavía más conocidos y nos llegaron más pedidos. Llegó un momento en que ya no podíamos sostener esa capacidad de producción en una cocina casera y empezamos a trabajar en una planta, que es pequeña, pero que cumple con todos los requerimientos para la certificación de buenas prácticas de manufactura. Ese fue un buen momento para volver a revisar mis estudios universitarios e investigar los requisitos para pasar la certificación, para poder ofrecerle al público un nivel de calidad más alto y para asegurarnos de que ese volumen esté perfectamente fabricado en nuestra miniplanta ubicada en San Juan de Miraflores.

¿Terminaron renunciando a sus trabajos?

Piero: No, gracias a que contratamos a dos personas. Pero antes de eso nuestro ritmo de trabajo era demasiado fuerte. Los sábados y domingos trabajábamos desde las ocho de la mañana hasta las doce de la noche. Teníamos permisos especiales para movernos por Lima durante el toque de queda. Necesitábamos producir bastante y no teníamos quién nos ayude. No estábamos vacunados y teníamos miedo de contagiarnos al contratar a otras personas. Ahora las cosas son un poco diferentes y hemos podido contratar a dos personas que nos ayudan en la planta. Nosotros hemos pasado a supervisar la producción. Hasta hace poco, Fabiola y yo hacíamos todo. La media tonelada la preparábamos nosotros. Actualmente, tenemos una capacidad de congelación de seiscientos a setecientos kilos.

Aparte de la difusión que han hecho en redes sociales y medios de comunicación, ¿consideran que el hecho de formalizarse muy temprano e invertir en una planta han sido factores muy importantes para su crecimiento?

Piero: Sí, ambas cosas nos han ayudado mucho. Y la combinación de capacidades que tenemos Fabiola y yo ha sido fundamental. Fabiola como ingeniera industrial y yo como abogado.

¿Cuánto invirtieron inicialmente en este proyecto?

Fabiola: Invertimos ciento cincuenta soles, ni más ni menos. Compramos pollo, los demás ingredientes y los implementos necesarios. Poco a poco el negocio fue creciendo. La inversión que hemos realizado después para abrir la planta se ha podido afrontar gracias a nuestros trabajos. Lo bueno es que hemos podido ingresar a una cadena de supermercados muy importante, lo cual era nuestro objetivo a largo plazo. Hicimos la primera entrega la semana pasada y ha sido muy emocionante.

Piero: Nuestras alitas van a ir a dieciséis locales en Lima y dos en provincias.

¿Qué cantidad han entregado?

Piero: El primer pedido ha sido de más de media tonelada. En cada una de las tiendas tiene que haber muestras de cada uno de nuestros tres sabores: la versión dulce, que es nuestro sabor estrella; la salada, que llamamos nikkei, y la picante, que es nuestro segundo sabor más vendido.

¿Cuál de esos tres sabores es la receta original?

Piero: La receta original es la dulce. Tenemos ganas de hacer otras cosas con esta salsa, porque es muy buena.

¿Ustedes dan recomendaciones de cómo consumir el producto?

Fabiola: Vía Instagram y Facebook, explicamos con videos, fotos y texto cómo cocinarlas. No hay una sola forma de hacerlas: la gente las prepara ahumadas, a la olla, fritas, etcétera.

Piero: Al inicio salió como un producto para parrilla, pero queda igualmente bien de otras formas. Cuando las cocinamos para nosotros, las hacemos en la freidora de aire o en el hornito, porque es mucho más fácil y quedan ricas.

¿Cómo hicieron contacto con la cadena de supermercados y cómo fue la negociación?

Fabiola: Para los emprendedores, lo más difícil es negociar el precio con una cadena tan grande y esperar el tiempo para cobrar, porque el presupuesto de quien recién comienza un negocio siempre es ajustado. Pero hemos logrado superar esa valla y estamos muy contentos. El precio de las alitas Salas en el supermercado es de treinta y dos soles, el precio con nosotros es de treinta soles. Además, estamos en cadenas especializadas de venta de carnes y productos premium. Como nuestros productos son alitas de pollo, uno no pensaría que se trata de un producto premium, pero la mayoría de los dueños de las cadenas especializadas lo clasificaron así. Y cada vez nos piden más.

Piero: Ingresar a los supermercados ha sido el gran evento del año para nosotros. Por otro lado, estamos en una tienda de Punta Hermosa donde empezaron haciéndonos algunos pedidos y ahora ya tienen una congeladora con nuestros productos. Otra tienda de La Molina que vende nuestros productos abrió un segundo local y nos ha pedido mercadería. Es gratificante ver cómo vamos avanzando y que la gente busca nuestro producto en las tiendas.

¿Cómo se organizan para mantener sus empleos y este negocio?

Fabiola: Bueno, ahora que tenemos el apoyo de dos trabajadores, ya no tenemos tanta carga. El dueño de la empresa donde trabajo tiene muchos negocios, y le he comentado acerca de mi emprendimiento y que quisiera mantener estas dos actividades, porque ambas me gustan mucho. Entonces él me ha dicho “Lo único que vas a dejar es de dormir” (risas). Mi idea es que Salas siga creciendo y competir con marcas grandes que ofrecen el mismo producto. Es un reto grande, lo que me emociona mucho. Soy una convencida de que la gente busca innovación, y nuestro producto lo es, ya que nadie vendía alitas maceradas. Fuimos los primeros. En la medida en que Salas crezca, contrataremos más personal y un administrador para que nos apoyen y crezcan profesionalmente con nosotros. Eso nos dará mucha alegría. Recuerdo que el primer día de pago a nuestros dos trabajadores nos llenó de satisfacción. Es muy bonito dar trabajo y saber que las personas que nos han apoyado van a llevar algo a su casa.

¿Podrían comentar un poco sobre el trabajo que realizan aparte de su negocio?

Fabiola: Yo siempre me he dedicado a la parte comercial. He pasado por marketing y ventas. Hoy soy marketing manager en Porsche. Me encanta mi trabajo, lo disfruto cada día. A través de este trabajo, he podido conocer Alemania y fábricas que yo jamás pensé visitar y he accedido a información muy interesante.

Piero: Yo trabajo en propiedad intelectual en el estudio Diez Canseco. Me gusta mucho crear cosas nuevas, analizar cómo funcionan las cosas en el mercado, y encontré eso en el tema de propiedad intelectual. Me siento muy bien, muy contento, en el estudio.

¿Qué opinan de la Universidad de Lima y del tiempo que pasaron ahí?

Fabiola: Quisiera comentar que cuando entregamos los productos al supermercado caí en la cuenta de que yo ya había tenido este tipo de experiencias en la de Lima, porque en Ingeniería Industrial he podido visitar plantas de excelente manufactura. Muchas de las cosas que he experimentado con Salas ya las había vivido en la Universidad, así que no me sentía fuera de lugar. Por eso pensé cuán importante es la elección de una universidad para estudiar tu carrera, porque no se trata solamente de las clases que dicta el profesor, sino también de las experiencias o la forma de ver las cosas que se aprende ahí. La Universidad de Lima te da una visión amplia, no se limita a lo que está en los libros, sino que nos forma de una manera integral: nos entrena para el trabajo en equipo, para tratar al cliente, te enseña cómo tocar las puertas de las personas que necesitas para negociar algo, te ofrece experiencias con la tecnología, contactos. Y yo tuve todo eso en la de Lima. Pensé: tengo todas las armas para dirigirme al gerente general de una empresa, para negociar y pactar, y es probable que él también sea de la Universidad de Lima.

Piero: Fabiola ha resumido bastante bien lo que uno se lleva de la Ulima. En cuanto a mi carrera, la calidad de los profesores es excelente, la red de contactos es muy buena y muy grande. Cuando uno estudia, tal vez no se da cuenta, pero al jefe de prácticas de tercer ciclo seguro te lo vas a encontrar más adelante en el mundo laboral, tal vez sea él quien te dé trabajo. Me llevo de la Universidad la calidad de los profesores, con algunos de ellos todavía tengo contacto. En Salas he podido aplicar muchas herramientas que adquirí en la Universidad y de las cuales no era muy consciente. Incluso la capacidad de administrar la he aprendido en la Universidad. Esa es la formación integral de la que habla Fabiola. Los dos le tenemos un gran cariño a la Universidad y guardamos los mejores recuerdos de esa época.