Recomendaciones para sobrellevar el confinamiento social

El confinamiento social prolongado podría perturbar las relaciones familiares, generar fricciones entre sus miembros, irritabilidad y frustraciones. Frente a esta situación, Rosana Choy, psicóloga por la Universidad de Lima y decana encargada de la Facultad de Psicología de esta Casa de Estudios, recomienda crear espacios de diálogo, practicar el respeto y la tolerancia, y formarse nuevas rutinas, entre otras cosas.

¿Qué cambios está generando la pandemia de la COVID-19 en las familias?
Este confinamiento social implica muchos retos para el Estado, las instituciones y, esencialmente, para el núcleo social, que es la familia. Por ello, debemos superar unidos esta situación tan compleja y sin precedentes. La pandemia viene generando cambios a todo nivel en la estructura de la vida y de la sociedad. Antes los padres realizaban labores fuera de casa, pero ahora, al estar en el hogar desde el desayuno hasta la cena, se debe aprovechar este espacio y tiempo para enriquecer y poder ajustarnos a esta situación. Sin duda, la familia va a sufrir muchos problemas por este presente confinamiento. Es necesario adaptarse a la convivencia, con tolerancia y aceptación, normas y límites, a fin de evitar que esta situación derive en inconvenientes, conflictos de intereses, conflictos por el espacio, etcétera.

¿De qué manera se puede facilitar esta adaptación a la convivencia?
Ya que el confinamiento ha cambiado nuestras vidas en muchos sentidos, es necesario formularse nuevas rutinas y dialogar con los niños, adolescentes y jóvenes. Hay que ayudar a los jóvenes, quienes pueden tener mayor dificultad para aceptar que sus anteriores rutinas se han quebrado. Ellos manejaban una estructura de tiempo bastante predecible, estaban acostumbrados a esa práctica. Asimismo, exploraban espacios con sus coetáneos, compartían con ellos, y todo eso se ha frustrado bruscamente.

¿Qué se podría recomendar en estos casos?
Si lo que les afecta es el cambio de rutinas, se les podría recomendar formarse unas nuevas, practicar ejercicio, comunicarse a través de las redes sociales, buscar tranquilidad, espacios de relajación, llevar una alimentación sana. También es importante tener en cuenta que los padres, desde su tarea de instruir habilidades emocionales, deberán enseñar a reducir el malestar emocional ante una diversidad de situaciones, a tolerar la frustración, a controlar la rabia, manejar la impulsividad, la irascibilidad, a dar un significado a sus emociones. Asimismo, en la convivencia deben practicar el respeto, la tolerancia, el compartir, etcétera.

¿Cómo nos ayudan las rutinas?
La rutina nos ayuda a establecer un equilibrio. Si bien seguimos trabajando o estudiando en casa, también es adecuado formarnos una práctica de cosas que integre actividades nuevas con las anteriores. Por ejemplo, sabemos que nos levantamos a determinada hora, nos aseamos, arreglamos la casa, comenzamos a trabajar, almorzamos, nos despejamos un rato, volvemos al trabajo, cenamos, realizamos una actividad en familia, como dialogar sobre cómo estuvo el día, ver un poco de televisión, realizar un juego de mesa, hacer un deporte, etcétera. Se trata de estructurarnos los días. Ya que hemos perdido nuestra antigua cotidianeidad, hay que procurar renovarla. Incluso hay que innovar con las actividades del fin de semana, con actividades divertidas y en familia, de modo que los esquemas se mantengan y se enriquezcan las relaciones y vínculos familiares.

¿Qué dificultades podrían presentarse en niños y jóvenes?
Los niños y los jóvenes podrían tener dificultades para expresar verbalmente su incomodidad y sus frustraciones. En este sentido, podrían presentar cambios comportamentales, como inestabilidad e irritabilidad. Hay que estar atentos a este tipo de manifestaciones, porque si suceden, esto puede generar maltrato en las relaciones, verbalizaciones ofensivas y poco amables, además de poca tolerancia a las condiciones. Tenemos que reconocer cuándo una reacción de impulsividad, poca regulación, falta de control, verbalización tosca o no agradable entre padres e hijos o entre hermanos se puede resolver con el diálogo o se vuelve frecuente y deriva en una patología.

En esta coyuntura, ¿cómo identificar cuándo se cruza la línea que separa un comportamiento normal de una patología?
Cuando las personas tienen manifestaciones poco controladas en su temperamento y en sus emociones de manera iterativa, cuando el simple diálogo no funciona y se desproporcionan las condiciones, cuando estas expresiones generan alejamiento, aislamiento, molestia constante, tristeza y desapego constantes. En ese momento hay que considerar el apoyo de un profesional.

En este momento, ¿las redes sociales y la tecnología han contribuido a mantenernos comunicados y que el confinamiento no sea tan chocante?
El acceso a las redes sociales es funcionalmente positivo, porque nos mantiene comunicados, nos ayuda y facilita nuestras labores. Todos los dispositivos tienen una funcionalidad y ventajas. Nos permiten acercarnos a nuestra familia distante, realizar nuestras labores, informarnos, nos ofrecen entretenimiento, etcétera. Sin embargo, se debe poner atención a la sobresaturación de información y de noticias falsas, que pueden afectar a ciertos miembros de la familia que son más susceptibles.

¿Buscar información con vehemencia podría ser signo de una afectación emocional?
Sin duda. La situación que vivimos puede generarnos una necesidad de estar alertas, de tener información, pero este deseo en exceso puede ser contraproducente. Podría perturbar nuestro estado de susceptibilidad e incluso modificar nuestro sistema biológico, alterando nuestra capacidad de sueño, nuestra alimentación, nuestro temperamento, desarrollar pensamientos erráticos, poca capacidad de flexibilidad, todo lo que nos puede generar un miedo irracional y un alto nivel de estrés.