Diálogos abiertos

“Diálogos abiertos. Una alternativa para las situaciones de crisis severas” fue el tema del Jueves de Psicología del 30 de septiembre, organizado por la Carrera de Psicología de la Universidad de Lima. Como expositoras participaron las psicólogas y docentes Ulima Nelly Chong, directora y fundadora del Instituto Familiar Sistémico de Lima; Roxana Zevallos, fundadora del Instituto Familiar Sistémico de Lima; y María del Pilar Montero, magíster en psicopedagogía y coach ontológica.

La profesora María del Pilar Montero dio inicio a la charla, comentando que la terapia del diálogo abierto se basa en que tanto terapeuta como consultante son expertos. El primero lo es en su profesión, en tanto que el consultante es experto en su vida, en su propia historia. 

La docente Roxana Zevallos añadió que el diálogo abierto es más una forma de trabajar que un método definido. Es una forma de pensar que lleva a trabajar de una manera, antes que un conjunto de técnicas. Lleva a pensar en las personas, en sus recursos y posibilidades dentro de un diálogo permanente.

La persona que comenzó a trabajar bajo esta modalidad fue el psicólogo clínico finlandés Esjakko Seikkula, quien trató a personas que tenían esquizofrenia, junto con sus familias. “Una de las cosas que más me llama la atención es que todos, incluida la persona que tiene la patología, participan en el proceso terapéutico. Todos tienen voz y no se toma decisiones a espaldas de la persona afectada”, manifestó Zevallos. 

De ahí viene, precisamente, el nombre de la terapia: diálogo abierto, porque todos tienen algo que expresar, inclusive el consultante. Diálogo abierto es una de las modalidades de trabajo más estudiadas en el mundo.

Un caso de ansiedad

Para tratar el tema a través de un caso, las expositoras proyectaron un fragmento de una película en que un joven sufre de ansiedad. La profesora Chon destacó la frustración de los padres al no encontrar respuestas. Se aprecia, más bien, cómo se va complicando la situación y, finalmente, se produce el internamiento del joven. “Se ve cómo se complejiza poco a poco la historia, que inicialmente trata de un chico diferente, que prefiere estar más tiempo solo en su cuarto o haciendo cosas en solitario”, destacó Chon.

Por su parte, Zevallos resaltó cuán difícil fue para los padres tomar el camino de la medicación, con los efectos secundarios que esto supone. Remarcó el hecho de que se trataba de un joven y que otros padres, en la vida real, sienten la misma preocupación. Recordó que al chico empezó a gustarle la música desde pequeño, pero el terror escénico que sentía le impedía que mostrara a los demás sus habilidades en la música. Finalmente, su pasión por la música se vio limitada, porque no podía exponerse ante otros. Por eso, Zevallos se preguntó qué tanto escuchó la familia ese interés por la música que tenía el joven.

Por otra parte, Nelly Chon hizo hincapié en la actitud de la madre, a quien “se le ve sobrecargada y responsabilizándose por todas las cosas, lo cual es muy común que ocurra en estos casos”.

Zevallos comentó que el joven necesitaba mucha atención desde chico y, por ello, sus hermanos quedaron un tanto excluidos de la atención de sus padres. Luego no se ve a los hermanos incluidos en el tratamiento y, recién al final, hay un terapeuta que sí reúne a toda la familia, escucha a los hermanos y todos ponen en palabras lo que sienten y piensan. Sin embargo, hasta el momento en que se produce el internamiento, a los hermanos simplemente se les avisa lo que está ocurriendo y nada más. 

Reacción oportuna

“El primer principio de la propuesta de diálogo abierto tiene que ver con la respuesta inmediata. Es muy importante la respuesta en las primeras 24 horas de sucedida la crisis. Hay un tiempo de ventana donde es posible llevar a cabo una serie de acciones. Y la respuesta inmediata tiene que ver con evitar, a todo costo y dentro de lo posible, la cronificación y la hospitalización”, señala Nelly Chon. En el primer afrontamiento de la situación de crisis –añade la docente– hay muchas opciones que deben ser aprovechadas. Después la atención de la familia decae. 

El planteamiento de Esjakko Seikkula es que “cualquiera de nosotros podría arribar a un brote psicótico, siempre que los estresores sean lo suficientemente altos y no nos dieran la oportunidad de exponer lo que vivimos en palabras”, enfatizó Chon.

Por su parte, María del Pilar Montero señaló que muchas veces esperamos que las personas que están en crisis se calmen antes de poner en palabras su experiencia. Sin embargo, “cuando tenemos la oportunidad de intervenir inmediatamente y responder a la crisis, es mejor hacerlo en equipo, de manera colaborativa”.

Además, Montero advirtió que la red social de apoyo al consultante no necesariamente está formada por familiares, también podrían intervenir amigos cercanos, sobre todo en un contexto donde las personas viven de manera independiente o están en el extranjero o, por diversos motivos, han consolidado lazos muy cercanos con otras personas que no son parte de la familia.

La comunicación

Zevallos destacó el diálogo como un instrumento fundamental en el proceso terapéutico: “Ahí la tarea del equipo terapéutico es generar el diálogo inclusivo participativo. No imponer un criterio ni una meta preestablecida por profesionales tratantes, sino propiciar un proceso de construcción entre todos los participantes, incluso en relación con la posibilidad de una internación”.

Calificó de negativa la costumbre de no conversar con la persona que tiene un problema, sino hacerlo con otra persona: “Por nuestra cultura, creemos que es mejor hablar de algunas cosas sin incluir a la persona afectada. Pero esta propuesta plantea el diálogo entre todos”.

Por su parte, María del Pilar expresó que se piensa en no incluir algunas voces, porque probablemente sean contrarias a lo que uno piensa o porque no se alinean con lo normativo. Y lo normativo es que la persona que pasa por una crisis se estabilice primero para luego pasar por un proceso de conversación. “Pero hay que incluir todas las voces, también aquellas que no están de acuerdo con la medicación o el internamiento. Hay que escuchar a todos”, explicó Montero.

Zevallos añadió que tal vez puede verse a una persona como una saboteadora del plan y por eso no se le incluye. Pero lo cierto es que, en la medida en que no se le incluya, se incrementan las posibilidades de sabotear. La idea es que todas las voces participen, no para imponerse, sino para ser escuchadas.