Todo comienza con una idea

Desde muy joven, Rafaella Siu Fu tuvo claro que quería estudiar en la Universidad de Lima. Eligió la Carrera de Marketing sin imaginar que, años después, podría aplicar sus conocimientos en la creación de su propia empresa: Bapo, una marca innovadora que ha revolucionado el consumo de comida asiática en formato práctico.

Rafaella ha logrado consolidar su empresa en supermercados. Ahora, regresa a su alma mater para compartir su experiencia en el conversatorio “Jóvenes Alumni: Graduados de éxito Ulima”, donde motivará a los futuros egresados a apostar por sus ideas y enfrentar los desafíos del emprendimiento.

¿Cómo nació tu empresa Bapo?
Fue en 2020, en época de pandemia, cuando aún estaba en la Universidad. La idea surgió durante un viaje familiar. Estábamos en Bélgica y fuimos a un chifa, pero no a uno típico de color rojo, dorado y con dragones. Era muy moderno y minimalista, un chifa aesthetic. Ahí me dije: "¡Yo quiero esto!". Llegué al Perú y continué con mis estudios, mientras organizaba todo para lanzar mi marca de venta de siu mais por delivery, porque estábamos en pandemia.

¿Era una receta tradicional de tu familia?
Contaba con la receta familiar de mi abuelo; sin embargo, las indicaciones sobre los ingredientes no eran precisas, así que me tomó un tiempo desarrollarla, con las medidas exactas y con un sabor acorde al gusto peruano, que es bastante exigente. Luego agregué opciones adicionales al siu mai, como gyozas, wantanes, spring rollsmin paos, y así hemos crecido.

¿Cómo te hiciste conocida al inicio?
Trabajamos mucho con redes sociales. Hicimos pequeñas alianzas con influencers y, como en esa época todos estábamos en casa y pasábamos mucho tiempo en redes, el impacto era muy grande. El retorno de esas acciones era muy alto: enviaba un producto a un influencer y rápidamente ganábamos un montón de seguidores y pedidos. Así hemos crecido hasta que, en 2022, logramos tener presencia física con el BapoCart, que es un carrito donde vendemos nuestros productos al paso. Me inspiré en los carritos tradicionales de dim sum, los cuales antes se encontraban en los chifas y pasaban entre las mesas con vaporeras de bambú llenas de bocaditos. Quise traer esa experiencia al presente, pero con un concepto más moderno.

¿Dónde se ubican los BapoCarts?
En locales de Plaza Vea, Candy y en el malecón de Asia Sarapampa. Además, vendemos congelados en otros lugares. Esta es una opción muy práctica, ya que solo hay que introducir los siu mai al microondas, en su bolsa sellada. Al calentarse, la bolsa se infla, se genera vapor dentro y eso evita que el siu mai se seque, y queda como recién hecho.

¿Cuál es tu canal de ventas más fuerte?
El 70 % de nuestras ventas proviene de los BapoCarts. Actualmente, tenemos alrededor de cinco o seis puntos de venta. Ahí se concentran las mayores ventas, porque trabajamos mucho con la experiencia sensorial: los olores, la vista; todo influye. La gente ve o huele la comida y se antoja.

¿Te toma mucho tiempo generar contenido o se lo encargas a alguien?
Lo manejo junto con mi hermana. Claramente, toma mucho tiempo, incluso tuve que aprender a editar. Lo bueno es que ahora hay herramientas que facilitan el proceso. De hecho, generar contenido se ha convertido en una de nuestras principales tareas, dedicamos gran parte del tiempo a esto. Usamos CapCut para editar todo lo relacionado con reels y videos. Además, estamos presentes en redes sociales que están más alineadas con nuestro público objetivo, principalmente Instagram (@bapo.pe) y TikTok (@bapo.pe). Nos dirigimos a un público juvenil que busca opciones de comida empacada y práctica. Yo misma tomo las fotos. Cuando tienes una microempresa, todos hacen de todo.

¿Quiénes te apoyan en este emprendimiento?
Al principio, estaba sola mientras hacía el delivery. Luego, mi hermana comenzó a manejar los BapoCarts. Le propuse que creara su propia empresa para que me comprara la comida y así las dos pudiéramos trabajar juntas en la marca. Ella maneja la línea de consumo directo, y yo, la de congelados.

¿Cuánto has aprendido en el proceso?
Muchísimo. Para empezar, el tema de la cocina. Cocinaba poco, pero tuve que aprender a hacer todo. Cuando piensas en el proyecto, todo parece sencillo; sin embargo, cuando estás ahí, te das cuenta de todo lo que implica. Aprendí sobre los procesos de producción, los permisos necesarios para alimentos y toda la regulación de la industria, que es bastante compleja.

¿Tienes alguna anécdota que quisieras compartir de todo este tiempo?
Nos ha pasado de todo, la verdad. Ahora me viene a la mente que la idea inicial era usar los BapoCarts solo en eventos. No podíamos asumir el costo fijo de un punto de venta permanente, porque para una empresa pequeña es un gasto bastante alto. Sin embargo, se nos dio la oportunidad de ingresar a Candy, el supermercado, y la aprovechamos. Fue un paso clave para crecer. El siguiente gran paso fue ingresar a Plaza Vea. Mi hermana y yo teníamos apenas veintidós y veintitrés años, respectivamente, en ese momento, y asistimos a una reunión con el gerente comercial de Supermercados Peruanos SA, que maneja Vivanda, Plaza Vea, Makro y Mass, para presentarle nuestro proyecto. Nos dijeron que debíamos tener todos los permisos en orden; ahí fue cuando comenzó la formalización total de Bapo. Nos capacitamos, descargamos toda la información del Gobierno sobre los procesos y aprendimos cómo hacer los trámites. Fue un proceso largo, pero nos comprometimos desde el primer momento. Había muchas cosas que no sabíamos, probablemente no todo fue  óptimo en la reunión, pero lo importante es que aprendimos y lo logramos. Nos dimos cuenta de que hay que afrontar los retos, que a veces creemos que no es el momento adecuado para dar el salto, pero si esperas ese "momento perfecto", quizás nunca llegue. Hay que lanzarse y hacerlo lo mejor posible con lo que se tiene. Otra anécdota tiene que ver con el horario de los BapoCarts en los puntos de venta. Teníamos el compromiso de abrir en ciertos días y horarios. Nos dimos cuenta de que, a pesar de motivar al personal y explicarle lo importante que era cumplir con esos horarios, siempre había imprevistos. Así que todo el personal, incluida mi hermana y yo, fuimos a capacitación. Todos aprendimos a manejar los carritos y los permisos para poder resolver cualquier contingencia.

¿Cuáles son los conocimientos adquiridos en la Universidad de Lima que más te han servido para este emprendimiento?
Algo fundamental fue aprender a organizarme en la parte numérica. Manejar bien los costos y llevar un control ordenado de los resultados y las tablas financieras es clave. Si no lo haces, puedes creer que estás ganando dinero cuando, en realidad, no es así. Hay muchos costos que a veces no se consideran y que poco a poco se acumulan, así que eso fue algo muy importante que aprendí. También apliqué lo que sabía sobre el concepto de marca. No basta abrir una tienda y vender; una marca es algo vivo, debe conectar con el público, y hay que trabajar en eso. Las estrategias, los conocimientos y las herramientas que adquirí en la Ulima me sirvieron mucho, conformaron una base muy importante.

¿Tuviste oportunidad de hacer prácticas antes de emprender?
Hice prácticas en el séptimo ciclo, aunque fueron cortas, ya que rápidamente comencé con mi empresa. Estas prácticas me sirvieron para introducirme en el mundo corporativo, en los negocios, y me ayudaron a prepararme para el siguiente gran paso.

¿Qué mensaje quieres dejar en la exposición que realizarás el 27 de febrero en el conversatorio “Jóvenes Alumni: Graduados de éxito Ulima”?
El mensaje que quiero dejar es "No tengas vergüenza, afronta todo, porque el único límite te lo pones tú mismo". También quiero comentar que me emocionó mucho la invitación y me encanta tener la oportunidad de compartir mi experiencia. Hablar frente a tanta gente no es mi fuerte, pero estoy trabajando en ello y me esfuerzo. Siempre me gusta salir de mi zona de confort y tener puntos de quiebre, y creo que este es uno muy importante.

¿Por qué elegiste estudiar marketing?
Yo tenía claro que quería estudiar en la Universidad de Lima. A partir de eso, revisé las carreras que ofrecía y elegí marketing. A mis dieciséis años, pensaba que se trataba principalmente del diseño de marcas, pero luego me di cuenta de que no era así, y me gustó mucho más, porque tenía un enfoque estratégico, corporativo y empresarial. Veíamos la marca desde una perspectiva amplia, lo cual me gustó mucho.

Finalmente, ¿cómo viviste tu experiencia en la Ulima?
Mi vida universitaria fue una de las etapas más bonitas. Hice muchos amigos y abrí mi mundo de muchas maneras. Ahí me hice responsable de mi propia vida (a diferencia del colegio), de cumplir con mis tareas y de mis notas. Disfruté bastante esa etapa. Tengo recuerdos muy bonitos de esa época. Conversábamos mucho con los profesores y, cuando comenzó Bapo, me preguntaban cómo me iba y me daban consejos. Podía aplicar lo que aprendía en sus cursos directamente en mi negocio. Recuerdo que en los trabajos de investigación siempre trataba de incluir mi emprendimiento; era una oportunidad para que mis amigos lo conocieran y se convirtieran en embajadores de la marca a través del boca a boca. Tengo recuerdos muy bonitos de la Ulima, tanto en lo académico como en lo personal.