Francesca Canseco viajó a España para estudiar una maestría, pero terminó echando raíces ahí. No solo por su trabajo como consultora independiente, sino también por su emprendimiento de venta online de artesanía peruana, Wara, y por el centro de entrenamiento KO que abrió en Madrid, en sociedad con los fundadores peruanos de este negocio.
Está próxima a casarse y pronto dará a luz a una niña, con lo cual sus lazos con España se fortalecerán aún más. Ve su futuro con muchas expectativas y recuerda con cariño la época en que estudiaba Marketing en la Universidad de Lima.
¿Por qué decidiste irte a España?
Vivo en Madrid desde hace cuatro años y medio. Poco después de salir de la Universidad, empecé a trabajar en Innova School, en marketing digital. Luego quise seguir creciendo profesionalmente, así que empecé a buscar qué maestría estudiar y encontré una en Internet Business, en ISDI, Madrid. Postulé, me aceptaron, vine a estudiar y terminé quedándome. En los últimos meses, me empezaron a contactar a través de Linkedin para realizar consultorías en marketing digital, y me ha ido bastante bien.
¿Cómo se ha desarrollado allá el marketing digital y qué diferencias encuentras respecto a nuestro país?
Lo que vi desde que estudiaba la maestría es que aquí el mundo digital está un poco más avanzado. No solo en tecnología disruptiva, sino que, además, las empresas adoptan la digitalización como parte de su ADN. Mis experiencias han sido muy buenas, pues pude ver cómo se integra todo: por ejemplo, el manejo de datos, una ERP, las preferencias del consumidor, etcétera. Y esta información se analiza para la toma de decisiones, el diseño de estrategias, e incluso para cambiar de giro en un negocio. Entiendo que en el Perú se ha avanzado mucho también, pero en su momento, hace más de tres años, noté la diferencia.
¿Qué haces actualmente en Mastercard?
Me llamaron para un proyecto de loyalty que estaban llevando a cabo en España. Se trata de un programa de fidelización del cliente que trata de incentivar el consumo de los turistas que usan sus tarjetas en el país. Buscamos integrar marcas importantes, no necesariamente españolas, sino que operan en el país, para generar descuentos por el uso de ciertas categorías de tarjetas Mastercard.
¿Te gusta lo que haces?
Me gusta, sí. Tengo todos los datos que recoge una empresa como Mastercard. La data que genera Mastercard es interesante y útil para las empresas. Reunimos información sobre los consumos de los turistas en España. Hay mucha data sobre el comportamiento del consumidor durante sus viajes: qué compra, dónde gasta más, qué ve, y debo analizar todo eso con el cliente para que entienda lo atractivo de esta data. Me encanta, porque me parece una información muy valiosa.
¿Trabajas en modalidad remota o presencialmente?
Trabajo en modo remoto. Si quiero, puedo ir a la oficina que hay en Madrid, pero no he visto la necesidad, porque si bien llevo la operación de España, este programa de loyalty Europa se dirige desde Italia. Cuando tengo reuniones con los clientes en España, algunas han sido presenciales, otras por videollamadas o llamadas normales.
¿Qué hiciste durante los meses de pandemia en que no se podía salir a la calle?
Trabajé en una universidad digital mexicana, UTEL. Quería expandirse hacia España y me buscó para desarrollar el plan de negocio y la estrategia de adaptación a un nuevo país. Después desarrollé el plan para Argentina y República Dominicana, pero decidí salirme porque quería iniciar un proyecto personal, con un emprendimiento que se llama Wara, en el que ofrecemos artesanía peruana para el hogar en Europa. Comenzamos en España, a través del e-commerce, y ahora vendemos también en Dinamarca, Francia y Bélgica. Hice este negocio con uno de mis hermanos, Matías Canseco.
¿Cómo funciona Wara?
Es un sueño personal. Le propuse a mi hermano este negocio, pensando que los artesanos no habían vendido nada por falta de turismo, sobre todo en el primer año de la pandemia. Conocí a un artesano que hace fundas de cojines, neceseres y bolsos. Le compré un stock para ofrecerlo por e-commerce y ver la respuesta del mercado. Nos fue bien, entonces lanzamos la marca. Promperú nos contactó y nos llevó a un par de ferias. En diciembre del 2021 decidimos viajar a Cusco para hablar con los artesanos sobre desarrollar nuevos productos con un estándar de calidad internacional.
¿Tu comunicación es fluida con los artesanos?, ¿utilizas el WhatsApp?
Sí, tenemos una comunicación fluida. Además, contratamos a una persona que trabaja en logística y que posee un poco más de experiencia en el manejo de la comunicación digital. Nos ayudó a controlar el stock, la calidad, los tiempos, y en ese triángulo venimos trabajando bastante bien.
¿No se te han presentado dificultades en algún momento?
Sí, la importación ha sido un dolor de cabeza, porque hay demasiada burocracia. También, sacar los certificados de origen de la lana y del tinte ha sido complicado, especialmente por el lado de explicar a los artesanos la importancia de obtener estos certificados. Finalmente, todos aprendimos mucho en el proceso, trajimos nuevas colecciones de decoración y creamos una sociedad en España. Y mejoramos la web y la comunicación. Hay una buena aceptación y las ventas van bien.
Además de este emprendimiento y tu trabajo en Mastercard, ¿cuál es tu participación en el gimnasio KO?
KO es un centro de entrenamiento que hay en el Perú y que llamó mi atención, así que busqué a los fundadores y les propuse abrir locales aquí, en Madrid. Hicimos el modelo de negocio y el análisis respectivo, pero vino la pandemia y pusimos el plan en stand by. Ahora, sin embargo, ya abrimos KO Madrid. Al igual que en Lima, KO junta tres metodologías en una propia, que busca sacar toda la fuerza física que hay en uno a través del boxeo, el yoga y el entrenamiento funcional. Yo conocí el centro que hay en el Perú antes de mudarme a España y me di cuenta de que no había nada similar aquí. Eso significaba que había un nicho de mercado. Investigué, vi las estadísticas, cuánto gastaban las personas en deporte y en gimnasios, y concluí que tenía sentido abrir KO en Madrid.
¿Cómo le planteaste esta idea a los dueños de KO?
Reuní toda la información que tenía y viajé al Perú para hablar con Alexandra Llosa y su esposo, Álvaro de Rivero, dos de los fundadores. Les pareció que el plan de negocio adaptado a España era una opción viable. Entonces me junté con una amiga peruana, Mariafé Valdez, que también vive en España, y le pregunté si le interesaba asociarse con nosotros y abrir el negocio aquí. Le encantó la idea. Ale y Álvaro viajaron a España y creamos la sociedad. Luego buscamos local, armamos todo, vimos el presupuesto, el flujo de caja, las proyecciones, la rentabilidad y demás. Finalmente, abrimos en mayo. Estamos en Chueca, que es uno de los barrios icónicos del centro de Madrid.
¿Cuántos clientes tienen hasta el momento?
La acogida ha sido bastante buena; tenemos tres meses operando y ya hay cerca de 50 alumnos recurrentes inscritos. Tenemos entre seis y ocho horarios de clases al día y no hay ninguno que hayamos tenido que cerrar por falta de gente. Si las cosas siguen así, pensamos abrir más locales.
¿Planeas radicar en España?
Me gusta mucho España y la vida en Madrid. Me he adaptado bastante bien y siento que se me han abierto muchas oportunidades aquí. Además, voy a casarme y tengo una hija en camino. Mi idea es quedarme y continuar con proyectos importantes como los de Mastercard, porque me ha gustado mucho la experiencia. Además, la persona que me contactó tiene la intención de involucrarme en más proyectos de este tipo. Por ahora, me veo llevando estos proyectos, mientras sigo con KO y Wara.
¿Cómo pasas tu tiempo libre?
Tenemos un perrito, así que muchas veces paseamos con él por la sierra de Madrid. Hacemos rutas de caminata y he hecho un buen grupo de amigas peruanas. También voy a la casa de la familia de Alberto, mi novio, que es de aquí. En eso se me va buena parte del poco tiempo libre que tengo. Me gusta mucho viajar dentro de España y a veces vamos a algún país vecino.
¿Qué valoras de la Universidad de Lima?
Me encantó mi carrera, la disfruté muchísimo. Yo venía de otra carrera y de otra universidad. Hice mi traslado en mis primeros años y sentí el cambio, fue algo positivo. Tuve mucha cercanía con los profesores, aprendí enormemente de sus experiencias y de conversar con ellos. Me gustó la metodología de enseñanza e hice buenas amistades.