Liderazgo e innovación en el mundo de la belleza

Sharon Kanashiro tiene poco más de un año en Mary Kay como gerente general de la operación en el Perú. Su experiencia profesional es de más de 26 años, 21 de ellos en la industria de la belleza. Además, ha sido directora general de Belcorp en Brasil. A lo largo de su carrera profesional, la innovación ha sido una prioridad y le ha dado mucha importancia a la capacitación, tanto personal como de quienes están a su alrededor. Ella estudió Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima.

¿Desde cuándo trabajas en la industria de la belleza?
En la industria de la belleza tengo más de 21 años de experiencia, principalmente en la venta directa. Durante muchos años, mi referencia como benchmark digital en venta directa fue Mary Kay, quien, además de contar con una sólida estrategia de negocios, tiene una misión muy bonita: empoderar a las mujeres y sus familias. La cultura y los valores de la organización son muy coherentes desde todos los puntos de vista y consideran a todos los stakeholders. Para mí, son muy importantes su misión y su cultura, muy alineados con mi propósito personal. Pero Mary Kay no tenía operación en el Perú, y nunca imaginé que, finalmente, trabajaría acá. Me encontraba en un periodo de transición cuando me invitaron a participar en el proceso y, de pronto, tomé conciencia de que estaba postulando a esta empresa que durante muchos años fue mi referente. Vale decir que la operación peruana de Mary Kay es la más joven en el plano global. El pasado mes de septiembre cumplimos cinco años en el Perú. Esta es una empresa que tiene casi 60 años y está presente en casi 40 países. 

¿Qué actividades componen tu labor diaria?
Además de la parte de gestión de negocio, para lo cual la Universidad de Lima te prepara muy bien, hay un componente muy importante, que es el liderazgo. Nuestra fuerza de ventas es independiente y gran parte de la razón de ser de la organización se basa en ofrecer no solamente una oportunidad de negocio independiente con un desarrollo profesional, sino que nuestro rol es ser facilitadores de desarrollo integral, considerando no solo entrenamientos, sino motivación y reconocimiento. Nuestro objetivo es que las consultoras de belleza independientes sean unas completas expertas y asesoras en el cuidado de la piel, que es la categoría principal que vende Mary Kay. La idea es que puedan ofrecer a sus clientes un servicio personalizado. 

¿Cuáles son los canales de venta?
Desde un inicio, netamente, la venta directa, lo que tradicionalmente se conoce como door to door. Pero en el proceso de venta pospandemia se ha evolucionado a un híbrido. Se mantiene la venta presencial, que es muy característica de la venta directa, pero también se apalanca mucho en el uso de las herramientas digitales para vender de manera virtual. Les facilitamos a las mujeres que venden nuestros productos un ecosistema de herramientas digitales para que puedan ser exitosas en su negocio independiente. No tenemos un canal de retail ni uno de e-commerce, porque nuestra misión es dar a las mujeres la oportunidad de hacer negocio a través de la venta directa. Nuestra intención es que la oportunidad sea para ellas, para que sean exitosas con sus negocios independientes. El éxito de nuestra fuerza de ventas independiente es el éxito del negocio. 

¿La fuerza de ventas está compuesta exclusivamente por mujeres?
Sí, aunque la oportunidad es también para los hombres. Mary Kay se fundó en 1963 por la señora Mary Kay Ash, que en el mundo es reconocida como una de las más grandes mujeres emprendedoras y líderes visionarias. Fundó este negocio para darles una oportunidad de desarrollo profesional mucho más integral a las mujeres que en los años 60, a nivel profesional, pues no tenían las oportunidades de hoy. El objetivo de Mary Kay era hacerlas dueñas de su negocio independiente, de su tiempo, y ayudarlas a balancear sus diferentes roles como profesionales, como madres, esposas e hijas. La oportunidad sigue siendo relevante hasta el día de hoy. Todo el que quiera tomarla la puede tener, y lo mejor es que cada uno plantea hasta dónde quiere llegar. Nosotros somos solamente una guía, les recomendamos por dónde ir, pero finalmente cada quien decide cómo llevar su negocio y hasta dónde.

¿Cómo trabajas actualmente: en modo virtual o presencial?
Trabajamos de manera híbrida. Estamos tres días a la semana en la oficina y los otros dos días en modo remoto. La virtualidad nos trae muchos beneficios, porque nos da flexibilidad para tener un balance en la vida. Como parte de la cultura de Mary Kay, uno de nuestros principales valores es buscar el balance de prioridades. Este es un negocio de relaciones, de personas, y estar en vivo y en directo trae una serie de beneficios que tenemos que aprovechar. Sin embargo, tenemos fuerza de ventas a lo largo y ancho del país y no necesariamente estamos presentes físicamente todo el tiempo, así que la virtualidad nos permite llegar a todos lados. 

¿Dónde has trabajado antes?
Antes de Mary Kay estuve en Belcorp varios años. Belcorp, al igual que Mary Kay, tiene un propósito social muy importante: impulsar belleza para lograr la realización personal. Belcorp ha sido una gran escuela para mí. Ahí tuve la oportunidad de trabajar no solamente en operaciones en el plano local, sino también desde posiciones regionales. Mi última posición en Belcorp fue la de directora general de la operación de Brasil, donde estuve poco más de dos años. 

¿Qué diferencias encuentras entre el mercado brasileño y el peruano?
Brasil es un mercado diferente, con retos distintos, no solamente en la parte comercial, sino también operacional (sistema de tributación diferente, temas legales, etcétera). En el tema comercial, el mercado es muy dinámico, el consumidor es muy diferente de los demás de Latinoamérica. Está muy informado, valora mucho la experiencia y, por lo tanto, exige a las empresas que estén actualizadas siempre y a la búsqueda constante de novedades. En este reto tuve la oportunidad de ver no solamente la venta directa, sino también la evolución de la estrategia hacia los canales digitales y de retail, con marcas exclusivas para el mercado brasileño. Antes de eso estuve liderando la estrategia regional de venta directa para toda Latinoamérica, incluyendo Brasil y Estados Unidos. Allí me encargaba de toda la propuesta de valor para la fuerza de ventas independiente, de asegurar un crecimiento continuo para que sus esfuerzos sean cada vez más productivos, para tener un negocio más constante y, por tanto, ganar más. 

¿Cuánto sientes que has aprendido de estas experiencias?
Hoy, Mary Kay me ofrece un reto profesional diferente y me da una oportunidad grande de aprendizaje y de reinvención. Belcorp fue una cadena valiosa de retos y aprendizajes constantes, me sirvió mucho y me encantó. Debo decir que la carrera de Ingeniería Industrial te prepara con un nivel de versatilidad que te permite adaptarte a cualquier reto, a cualquier contexto, e incluso te favorece en enfocarte en diferentes aspectos del negocio. He tenido la suerte de liderar equipos excepcionales de grandes profesionales, que me han acompañado a cumplir diferentes desafíos de manera exitosa. Una de las cosas que más recuerdo con cariño, en Belcorp, es que acompañé el inicio de la transformación digital, rediseñando la experiencia y estrategia para las consultoras de belleza independientes y habilitando la personalización a lo largo de Latinoamérica; incluso la evolución de la forma de trabajo del equipo interno hacia metodologías ágiles. A lo largo de los años, ocupé distintas posiciones en diversas áreas. Estuve en operaciones, servicio al cliente, y después entré a comercial, donde me mantuve hasta hoy.

¿Qué retos enfrentaste en el área comercial en los trabajos que has tenido?
Si bien he trabajado en la parte comercial principalmente, me he dedicado a innovar bastante. Por ejemplo, los mercados que ya tienen una penetración muy alta, que venden en una meseta, requieren un rediseño del modelo de negocio para dar un salto de crecimiento. Por eso estuve en transformación digital. Creo que una clave de éxito es mantenerse actualizado y vigente, especialmente en un contexto como el que vivimos ahora, que es muy volátil y de mucha incertidumbre, no solamente en el Perú, sino en todo el mundo. Esto me permite estar preparada para resolver problemas y ver dónde ser más eficiente, dónde llevar a cabo optimizaciones. Soy muy activa y la curiosidad me ha llevado a dar vueltas y aprender.

Por otro lado, para mí es muy importante trabajar en un lugar donde comparta el propósito y la cultura. Quiero contribuir a la formación de mejores profesionales; creo mucho en la educación, me fascina el emprendedurismo. Soy voluntaria de una organización que da cursos de nivelación a estudiantes universitarios de provincia y hago mentoría ad honorem para emprendedores. Me interesa mucho estar en un lugar donde pueda contribuir al desarrollo, a la educación, y lo he logrado hacer, poner al servicio de los demás mi experiencia, lo que he aprendido, para seguir desarrollándome. Todos estamos en proceso de crecer.

¿Crees que la mentalidad emprendedora también tiene que estar presente en las personas que trabajan para una empresa?
Totalmente de acuerdo. Creo que las empresas que se quedan quietas y no evolucionan son las que al final tendrán más dificultad para sobrevivir. Ser emprendedor no se limita a hacer un negocio independiente, sino que implica también contribuir con nuevas iniciativas dentro de una organización y cuestionar el statu quo. Cuando empiezas un proyecto, a veces nadie te cree y tienes que ser muy resistente, muy persistente, hasta que empieza a dar frutos y a generar impactos, entonces puedes llevarlo a escalas mayores dentro de la organización.

¿Empezaste tu carrera en Belcorp?
No. Yo trabajaba y estudiaba en paralelo cuando estaba en la Universidad de Lima. Trabajé en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en la Facultad de Letras. Entré un verano a practicar, a ayudar a armar los procesos administrativos y mapear procesos. Las entidades públicas reciben un presupuesto del Estado; sin embargo, siempre tratan de generar ingresos propios, porque no necesariamente su presupuesto cubre todo lo que quieren hacer. Esta facultad tenía un Centro de Idiomas pequeño y me dieron el reto de reorganizarlo. Optimizamos todos los procesos y los servicios que se daba a los alumnos, y terminamos triplicando lo que originalmente aportaba el Centro de Idiomas. Ahí estuve unos cinco años. Luego trabajé como administradora en la Cámara de Comercio Canadá-Perú por poco más de un año. Después empezó mi aventura en Belcorp.

¿Qué te gusta leer?
Para innovación y liderazgo, quien me invita mucho a reflexionar como líder es Simon Sinek. Me gusta enormemente ese autor. Creo que lo menos complejo es aprender la parte de gestión, sin desmerecer el esfuerzo que eso implica, pero es más retador liderar un equipo, hacer que la gente se mueva motivada y no por obligación. Especialmente en un contexto como el que vivimos ahora, que te invita a retar constantemente al statu quo.

¿Cómo fue tu experiencia en la Universidad de Lima?
La disfruté mucho. Tuve muy buenos profesores e hice grandes amigos. Algo que nos repetían cuando estábamos en la Universidad era lo importante que es la red de contactos que estableces, porque cuando enfrentas la vida profesional, todo es a través de relaciones. Muchos negocios se cierran o se facilitan por la red profesional que puedas mantener. Eso también me lo dio la Ulima. Por otro lado, estudiar Ingeniería Industrial te permite ver la amplitud de la gestión de un negocio. En la época en que yo estudiaba, el enfoque era de gestión. Claro que también estaba parte de producción, pero justamente eso te permitía probar en diferentes áreas de la organización.