Rafael Aíta era un adolescente cuando sintió una verdadera fascinación por la historia del Perú y comenzó a investigar los detalles que no se enseñan en los colegios. A esta inquietud unió su curiosidad por los grupos de fans de Star Wars y Batman, que se visten como sus personajes favoritos. De esa conjunción surgió su propio superhéroe: Capitán Perú.
Este personaje es conocido en las redes sociales, donde disfruta contando pasajes de la historia, muchos de estos poco conocidos, pero muy interesantes. Además, Rafael ha publicado un libro de ficción con base histórica llamado El secreto del último inca, que ha sido muy bien acogido por el público.
Otra faceta suya, menos conocida en las redes digitales y más en el mundo académico, es su formación en Ingeniería Industrial, carrera que siguió en la Universidad de Lima y en la que actualmente trabaja como docente.
¿Cómo así nació tu interés por investigar y difundir la historia del Perú?
Siempre me ha gustado leer sobre distintos temas, pero la gran atracción que siento por la historia del Perú nace de un viaje a Machu Picchu que hice cuando era adolescente. Me quedé muy impresionado y motivado a investigar, así que, al llegar a Cusco, me fui a comprar libros y me puse a leer y a enterarme de muchas cosas que no se incluyen en el currículo escolar. Me sorprendía que en el colegio no nos enseñaran la historia completa, que es tan rica, y por qué no conocíamos la filosofía andina, las tradiciones culturales y todo sobre el patrimonio tan rico que tenemos. En ese entonces era una inquietud, nada más. Por otro lado, en el 2009 conocí los clubes de fans de Star Wars y Batman, que también me interesan porque soy fan de esos temas, y me gustó mucho enterarme de que ellos hacen misiones sociales en orfanatos. Comencé a acompañarlos y, al igual que ellos, a usar un disfraz para estas misiones. Así fue que me di cuenta de lo importante que es para un niño el disfraz, porque le facilita ingresar en este mundo, fijar su atención y olvidarse del dolor. Así fue como se me ocurrió crear un superhéroe que tuviera una temática peruana y usara los colores del Perú para difundir la historia de nuestro país entre los más jóvenes de una manera ligera y tocando temas que se han dejado de lado en el colegio.
¿En qué año fue esto y a qué te dedicabas en ese entonces?
Toda la preparación fue en el 2016; ya en el 2017 aparecí en redes sociales. En ese entonces era profesor universitario. Yo dicto desde el año 2008 o 2009, y aquí en la Universidad de Lima, desde el 2012.
¿Cuál es tu objetivo con Capitán Perú?
Desde un inicio mi idea fue ir a lugares históricos, como la Plaza de Armas, las iglesias, lugares donde están los monumentos, tomarme fotos con el traje, subirlas a mis redes sociales y contar la historia. Aunque para algún reportaje he caminado por la calle y les he planteado preguntas de historia a los niños, eso no es lo que hago. Mi objetivo son las redes sociales porque, si bien en la calle puedo llegar a 20 personas, en las redes llego a 30.000 y eso resulta mucho más eficiente.
Además de esta labor de difusión en redes sociales, ¿hay alguna otra actividad que lleves a cabo como Capitán Perú?
Visito colegios para concientizar a los estudiantes sobre la importancia de conocer nuestra historia. También, con relación a mi labor de difusión de la historia de nuestro país, aunque no como personaje, el año pasado publiqué una novela histórica llamada El secreto del último inca. Está ambientada en el presente, pero me remonto al pasado para difundir un hecho poco conocido por los peruanos, como es el matrimonio de Francisco Pizarro con la hermana del inca Atahualpa, la hija de Huayna Cápac. Esa es una piedra angular de la historia del Perú, ya que por primera vez se unieron las dos sangres: la del marqués de la conquista y la sangre real de los incas. Así se inicia el mestizaje: sus dos hijos tenían autoridad ante la Corona española, por ser hijos del marqués de la conquista, y también ante la nobleza cusqueña. La historiadora María Rostworowski le dedica un libro a la niña, Francisca. Ahí descubrí muchas cosas, y lo que hago en mi libro es recrear una historia de ficción con los descendientes de esos niños que quieren reclamar sus derechos; ellos recorren lugares icónicos de Lima y, a medida que llegan a esos sitios, se explica lo que sucedió ahí.
¿A quién se dirige tu libro?
Está dirigido a todo tipo de público y tiene un lenguaje sencillo que pueden seguir los niños. Algunas personas que lo han leído me han escrito o comentado que antes odiaban la historia, pero que después de leer esta obra se van a dar una segunda oportunidad. Por otro lado, los niños me hacen preguntas en las redes y yo les contesto.
¿Qué lugar que has visitado como Capitán Perú te ha impresionado más?
Muchos, la verdad. Pero algunos me parten el alma porque están muy abandonados, a medio destruir, sucios o con basura. El Hospital Real de San Andrés, por ejemplo, fue el primero de América y se cree que ahí podrían estar enterradas las momias de varios incas, según las crónicas de Juan Polo de Ondegardo; pero el lugar está abandonado. Otro ejemplo es el Monasterio de la Concepción, que fue fundado en 1573, en la avenida Abancay, y era el monasterio más grande de su época. Sus techos son preciosos, de madera tallada, pero está cerrado al público por “motivos de refacción”, solo que la refacción se está tardando muchos años. Lima es una ciudad museo, donde te fijes vas a encontrar un lugar histórico, a conocer un acontecimiento histórico, pero no valoramos eso e incluso lo desconocemos.
¿Cuáles crees que son los mayores errores al enseñar historia?
El hecho de enseñar la historia desligada del contexto mundial es un error. Por ejemplo, es necesario entender la independencia de los países latinoamericanos a la luz de lo que pasaba en Europa anteriormente, de la intervención de Napoleón en España. Y hay que enseñar la historia como una historia realmente, no de manera memorística.
¿Qué cursos dictas en la Universidad de Lima?
Acá, en la Carrera de Ingeniería Industrial, enseño Organización de Empresas, Taller de Liderazgo, y Diagnóstico y Mejora Empresarial.
¿Dirías que tienes vocación de maestro?
Tengo vocación para enseñar, sin duda. Empecé a hacerlo a los 26 años en otra universidad. En el 2012 vine a la Ulima y, definitivamente, es muy especial enseñar en mi alma mater y volverme colega de mis propios profesores.
¿Te gustó la época universitaria?
Me gustó tanto que decidí quedarme a trabajar aquí, aunque también he trabajado haciendo consultorías en empresas.
¿Alguna vez pensaste estudiar Historia?
Sí, lo pensé en un momento, pero Ingeniería Industrial me encanta. Finalmente, yo no produzco conocimiento en historia, simplemente realizo una labor de difusión porque me gusta y considero que todos deberíamos conocer nuestra historia. A veces decimos que nos sentimos orgullosos de los incas y del Perú, pero en realidad no sabemos mucho de los incas, de lo que hicieron ni de cómo se organizaron para vivir; entonces lo que tenemos es un orgullo hueco. Deberíamos rellenar ese vacío con conocimientos de nuestro pasado y de nuestra rica cultura.