Paloma Noceda, subcampeona mundial de moto acuática y egresada de la Facultad de Ingeniería Industrial, es inversionista y directora general de Mathnasium en el Perú, un programa de estudios que propone un aprendizaje lúdico y personalizado de las matemáticas para niños. Las metas de Paloma para este año están orientadas a conseguir el oro en el mundial de moto de agua y a expandir la innovadora propuesta de Mathnasium por distintas zonas de Lima en beneficio de los niños peruanos.
¿Cuáles fueron los motivos que te animaron a traer esta franquicia a Lima?
En un centro comercial de Dubái tuve la oportunidad de conocer Mathnasium, un proyecto americano con más de treinta años de vigencia, viendo a un grupo de niños realizar ejercicios matemáticos. Me impactó que se divertían y aprendían al mismo tiempo. El mayor valor de la propuesta de Mathnasium es que los alumnos dejan de mecanizarse y de utilizar la memoria para empezar a ejercitar sus mentes, y con ello, a razonar. El programa inicia con un examen donde salen a la luz las zonas que los niños dominan y también sus zonas débiles. Con la evaluación se busca reforzar los puntos débiles para que los alumnos logren tener una base sólida. La base es central: sin ella, los alumnos recurren a la memoria.
A nivel personal, me motiva saber que al traer Mathnasium y trabajar en el programa estoy dando un granito de arena para que los niños mejoren en su desarrollo integral. Mi aporte sería que los niños, cuando crezcan, tengan libertad para escoger la profesión u oficio que deseen y que las matemáticas no sean un obstáculo, porque las dominan.
¿Cómo funciona Mathnasium?
Las clases tienen una hora de duración y están diseñadas para que el alumno pueda aprovechar lo máximo posible. Al igual que cuando se practica deporte, los primeros cinco minutos del programa Mathnasium son calentamiento, que consiste en juegos de rapidez mental. Luego los chicos se dedican a resolver los ejercicios de su material de trabajo personalizado, pero en un ambiente grupal, conformado por tres o cinco niños. Durante la última fase de la clase, los niños hacen sus tareas de colegio.
Contamos con un equipo de cinco profesores, licenciados y estudiantes de Ingeniería Industrial y Psicología. Dentro del equipo de los docentes se encuentra un profesor americano que trabaja con los alumnos que provienen de colegios bilingües.
¿Fue difícil establecer el contacto con la sede de Mathnasium?
El viaje a Dubái fue en enero, y en febrero me puse en contacto con ellos. A fines de junio me dieron el visto bueno y firmamos. En agosto viajé a Los Ángeles a recibir la capacitación del programa con el creador del sistema, Larry Martinek.
Fue fácil llegar a ellos, lo difícil fue que me permitieran traer la franquicia. Los directivos me ponían obstáculos cuestionando el hecho de querer implementar el sistema en mi país. Me decían que los ránkings de educación arrojaban al Perú como el último puesto y que el sistema no tenía muchas posibilidades en un lugar con dichas condiciones. Fue todo un proceso de negociación.
¿Cuáles fueron tus argumentos para convencerlos?
Tuve que explicarles algunas características de nuestra cultura, como el fuerte contraste que existe a nivel socioeconómico y cómo esa diferencia se ve reflejada en el acceso que tienen los niños a una buena educación. Les di un recorrido alrededor de las problemáticas en educación. Por otro lado, también les conté sobre los casos de nuestros campeones mundiales de matemáticas y de ajedrez en las categorías de menores y sobre los miles de casos de emprendedores con una inteligencia intuitiva que mejorarían sus negocios si es que tuviesen a las matemáticas como herramienta.
Eran largas jornadas donde tenía que convencer a nueve personas de que me diesen la oportunidad de probarles por qué Mathnasium se podía nutrir de la experiencia en nuestro país. Le puse y le continúo poniendo toda mi energía al proyecto porque creo que no solo se trata de un negocio, sino de un compromiso con el aprendizaje de los niños.
¿Encuentras algún paralelo entre las matemáticas y el deporte?
Sí. Para la moto de agua necesitas mucha precisión y consciencia del espacio, que te sirven cuando te enfrentas a vueltas largas y a curvas cerradas. En ese deporte es vital tener sentido de la orientación para desarrollar un mayor criterio, cada movimiento es una toma de decisión. Mi experiencia y los logros que he tenido en el deporte me sirven para poder acercarme de otra manera con los niños. Me sienten más cercana al saber que yo también disfruto de la adrenalina y las competencias.
Cuéntanos de tu experiencia deportiva.
Empecé a competir cuando estaba en los primeros ciclos de mi carrera. Siempre voy a estar agradecida con el apoyo que me brindó la Universidad de Lima en cuanto a permisos y otras oportunidades para rendir exámenes y pruebas. Fue difícil aprender a distribuir mi tiempo entre una carrera exigente y un deporte demandante, pero creo que la presión que sentía por ambos lados me sirvió para ser competitiva tanto en la maestría de negocios en Bristol como en los trabajos donde me he desempeñado.
Antes de Mathnasium eras subgerente de la imprenta Metrocolor. ¿Qué ha significado para ti el tránsito de la empresa privada a la empresa propia?
Ha sido todo un reto. Pero la experiencia que me dio el trabajar por cinco años en la imprenta ha sido una escuela sobre cómo llevar un negocio. Aprendí de la libertad que me daban en la imprenta para hacer cambios a nivel de producción y de recursos humanos.
Siempre estuve a gusto en Metrocolor, pero a la vez soñaba con crear mi propia cultura de trabajo y dedicarme a un rubro que combine los negocios con mi vocación de servicio. En Mathnasium aplico todo lo que aprendí en Metrocolor y de mi experiencia como mamá.
¿Cuáles son los próximos planes de Mathnasium?
Ampliarse, llevar el programa primero a diferentes distritos de Lima y luego a provincias. Mathnasium tiene un gran potencial porque atiende de manera directa las necesidades de un país en crecimiento. En la actualidad nos encontramos realizando estudios para saber si nuestro segundo local estará ubicado en Miraflores o en La Molina.