El valor del chocolate

Carolina Ward no nació en el Perú, pero lleva nuestro país en su corazón y vive maravillada por sus recursos naturales. Ella estudió Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima y ha iniciado un negocio que hace felices a muchas personas: prepara chocolate.

Para ello, viaja a la Amazonía y capacita a los agricultores en la mejor manera de cultivar el cacao crudo. Además, combina esta materia prima con otros superalimentos, como ají, quinua, maíz morado y mango. Su meta es exportar y dar a conocer el potencial peruano y su rica biodiversidad a través de su marca de chocolate crudo, Conciencia.

¿Por qué escogiste emprender con chocolate?
Para encontrar el balance en mi vida, el reto fue combinar ese lado rígido, intelectual y analítico de la ingeniería industrial que yo tenía con el aspecto humano, orientado a la vida sana, la nutrición y el bienestar físico y espiritual. También soy profesora de yoga, así que busqué dedicarme a algo que uniera esos dos mundos y sentí que el cacao era el camino ideal. Es uno de los productos más queridos en el mundo, además de una planta medicinal, y el cacao peruano ha ganado numerosos premios internacionales. Por eso pienso que los peruanos están sentados sobre una mina de oro. He podido traer know how de Alemania, Suiza y Bélgica, donde se prepara un chocolate de gran calidad, para aplicar un buen procesamiento industrial aquí, en la fuente de origen. Es necesario agregar valor en el Perú, en vez de continuar exportando materias primas.

¿Por qué le pusiste Conciencia a tu marca?
Porque es un producto hecho con ciencia y con el fin de traer conciencia al mundo. Usamos empaques ecológicos, biodegradables o reciclables. Nuestro manejo en fábrica es responsable con el medio ambiente y nuestro trato con los proveedores es justo. Yo aprendo mucho de ellos y ellos de nosotros, porque llevamos tecnología y conocimiento hacia lugares remotos del país. También queremos educar al consumidor, les explicamos que el chocolate es sano y nutritivo. Uno puede comerlo todos los días, llevar una vida sana y ser light, pero debemos interesarnos por lo que ingerimos, leer las etiquetas y evitar cosas tóxicas. La idea es romper el cliché de que el chocolate engorda y saca granitos, porque no es así. Si se prepara adecuadamente, puede ser muy sano. No solo producimos chocolates, fomentamos un estilo de vida consciente.

¿Cómo preparas el chocolate?
Mantenemos el cacao crudo en todo el proceso para preservar sus propiedades medicinales. Así logramos un chocolate con perfiles cítricos y frutales. Una nutricionista clínica nos ayudó a desarrollar las recetas de chocolates terapéuticos para que cada sabor tenga una función. Tenemos uno cargado de antioxidantes, que hacemos con una combinación de arándanos, frambuesa y maíz morado. Hay otro con superfoods amarillos: ají amarillo, mango y aguaymanto; tiene un alto contenido de retinol, que regenera tejidos y mejora la vista. También tenemos uno especial para deportistas, con quinua, plátano y sal de Maras, que contiene minerales y azúcares para un mayor aporte energético y rehidratar.

Tienen presentaciones con muchas propiedades nutricionales.
Así es. Además, el cacao tiene mucho magnesio, que relaja el sistema nervioso, evita los espasmos, ayuda al sistema digestivo y tiene un alto contenido de hierro, que ayuda a disminuir la anemia. También es bueno para el corazón, ya que reduce el colesterol, y hemos identificado que una de las mermas, que es la cáscara de semilla de cacao, se usa para preparar infusiones y favorece a las mamás lactantes. Contiene un alcaloide llamado teobromina, que estimula la producción de dopamina, serotonina y endorfinas, hormonas de la felicidad, el placer y la satisfacción. Para mí, no solo se trata de que el producto final tenga brillo y se vea bien, busco mantener su aporte nutricional en cada etapa del proceso.

¿Trabajas sola o estás asociada con alguien?
Tengo un socio peruano que estudió Hotelería y nos complementamos muy bien. Además, hemos formado un equipo de mujeres con quienes dirigimos toda la producción. Fomentamos mucho el empoderamiento femenino, creando un espacio de crecimiento para todas.

¿Están pensando en el mercado extranjero?
Sí. Nuestros productos son 100 % peruanos y son muy valorados en países del norte, como Alemania. Además, estoy orientada a mercados como Inglaterra o Estados Unidos, y ciudades cosmopolitas, como París o Nueva York. Por otro lado, creo que en el Perú hay mucho potencial para consumir más chocolate. Aquí se consume medio kilo al año por persona, mientras que en Alemania o Suiza se consume 14 veces más, 7 kilos al año.

¿Cuál consideras que es el mayor reto en este emprendimiento?
Mi reto como ingeniera industrial fue aprender de branding, publicidad y diseño de empaques. La verdad es que le agradezco mucho a la Carrera de Ingeniería Industrial porque los estudios fueron muy completos, y me dio una excelente base para aprender rápido cualquier tema técnico. La Carrera despertó en mí mucha curiosidad y realmente hizo que entendiera y buscara comprender cómo funcionan las cosas. Esa es la base para todo. Aunque yo no sepa de ingeniería agrónoma, he aprendido mucho de esa materia, y eso ha sido gracias a la Carrera. En este emprendimiento tengo muchos retos y me siento muy confiada, porque aprendo muy rápido.

También has realizado un trabajo con niños de la selva. ¿Podrías contar cómo ha sido esa experiencia?
En Iquitos colaboramos con una ONG que educa a más de 50 niños de Santa Clara del Ojeal y organiza un after school para ellos. Nosotros participamos organizando talleres educativos. El primero fue sobre ecología y consistía en enseñarles a reducir el uso de plástico, además de una jornada de limpieza en el pueblo. El segundo taller fue sobre nutrición, les hablamos de cómo consumir los superalimentos que crecen en su zona y cómo alimentarse balanceadamente de su tierra. En el tercer día de taller les enseñamos a hacer chocolate con el cacao que crece en su entorno; estuvieron encantados. Además de preparar chocolate con el grano del cacao, hicimos bolitas con quinua y una chocolatada. Al final, donamos un molinillo para que puedan seguir haciendo chocolate, y les encanta. Creo que puede ser una oportunidad para que emprendan un negocio. En este lugar, los niveles de anemia han bajado y sus conocimientos han ido aumentando.

¿Esta labor tiene que ver con Conciencia?
No, dos chicas se han establecido en esa comunidad y han creado el after school. Ellas reciben a gente que proponga la realización de talleres en el lugar y nosotras las apoyamos desde sus inicios. Yo me siento muy contenta por esa experiencia. Como Conciencia, queremos seguir realizando actividades de este tipo, pues es una forma de devolver algo al país que se convirtió en mi hogar.

Cuéntanos cómo te apoyó la Universidad de Lima con tu emprendimiento.
Me ha ayudado muchísimo. El profesor Fabricio Paredes me apoya con el Fab Lab [impresoras 3D] para hacer prototipos de moldes con nuestro logo, que está inspirado en la secuencia matemática de Fibonacci. También me han invitado a dictar charlas sobre emprendimiento y ha sido muy enriquecedor. Por otro lado, debo decir que mi tesis fue precisamente sobre chocolate. Fue un trabajo maravilloso de dos años que llevé a cabo junto con un amigo. Nos concentramos en el diseño de una fábrica de chocolate orgánico y realizamos un estudio de prefactibilidad de una fábrica de chocolate. Investigamos el mercado local y el extranjero, la maquinaria fascinante que existe y desarrollamos todo el proceso, desde el campo hasta los productos finales.