Ejemplo de perseverancia

Era el año 2015. Silvana Segura estaba en un excelente momento de su carrera deportiva, pero una lesión inesperada la obligó a tomar un descanso de dos años. Se rompió el tendón de Aquiles, uno de los más largos y fuertes del cuerpo. Muchos deportistas han abandonado sus carreras por lesiones similares. Pero Silvana no. En el 2017 se recuperó y volvió al atletismo para imponer un nuevo récord nacional en salto triple, en el 2018.

Toda su vida ha estado marcada por el esfuerzo y la perseverancia. Estudió Ingeniería Industrial en la Universidad de Lima y entrenó al mismo tiempo. Ahora está concentrada en su preparación para los Juegos Panamericanos. Después buscará un trabajo y tratará de seguir practicando atletismo.

¿Qué te animó a dedicarte al atletismo y desde cuándo?
Mis papás siempre han estado ligados al deporte, sobre todo mi papá, a quien le gusta salir a correr y jugar fútbol. Una vez, en las olimpiadas del nivel inicial del colegio, él vio que yo era relativamente rápida y, junto con mi mamá, decidió inscribirme en la academia de la Federación Peruana de Atletismo. Coincidentemente, el entrenador también era entrenador de la selección de atletismo de mi colegio, así que, a la edad de siete años, me invitó a ser parte de la selección del colegio y participar en diversos campeonatos. Fue ahí que empecé a participar en competencias a nivel escolar y nacional, desde la categoría infantil.

Debes haber llevado un estilo de vida saludable toda tu vida.
Toda la vida, sí. El entrenamiento de alto rendimiento implica no solo un trabajo en el gimnasio o en la pista, también una buena alimentación y un buen descanso. El reposo es muy importante para tener una buena regeneración. Además, hay que trabajar de la mano con un psicólogo, un nutricionista, un fisioterapeuta y un médico. No hay que esperar un momento crítico para recién acudir a los especialistas.

¿Cómo es el trabajo que realizas con el psicólogo?
Es muy importante, porque el psicólogo ayuda al deportista a llegar en óptimas condiciones a una competencia. Voy una vez a la semana al psicólogo del Instituto Peruano del Deporte y, adicionalmente, trabajo con un psicólogo de la Federación Peruana de Atletismo. A él lo conozco desde hace diez años, me ha enseñado técnicas de visualización y de relajación. Me costaba concentrarme en algunos momentos, pero él me ha ayudado mucho y ya lo tengo controlado. Las técnicas que he aprendido me ayudan no solo para el atletismo, sino para toda la vida.

¿Alguna vez te ha pasado que no has alcanzado tus metas deportivas? ¿Qué has hecho en ese caso?
Sí, hubo un momento en que me estanqué. Pasaba el tiempo y no mejoraba las marcas, entonces decidí cambiar de entrenador, en el 2008. Comencé a entrenar con Fernando Valiente y con él nos propusimos batir el récord nacional de salto triple y participar en campeonatos nacionales como parte de la selección nacional. Entrené fuerte y logré batir el récord nacional en el 2010, con una marca de 12,24 metros. Asistí a mi primer campeonato internacional como seleccionada peruana en el 2012, el Campeonato Sudamericano de Atletismo Sub-23, en Brasil, y gané una medalla de bronce. Ya llevo 11 años con mi entrenador, he batido el récord nacional en salto triple en algunas ocasiones y hoy el récord es de 13,56 metros, marca que establecí en los Juegos Odesur, en Cochabamba, en el 2018.

¿En qué consistió tu cambio de entrenamiento con Fernando Valiente?
Lo que pasaba con mi entrenador del colegio es que era especialista en carreras de fondo y medio fondo, y en lanzamientos. Con él yo experimenté distintas pruebas, lo cual está bien cuando uno es chico. A los 14 años, él me vio condiciones para el salto triple, comencé a entrenar para esa prueba y luego entrené con Fernando Valiente.

¿Cómo fue para ti romperte el tendón de Aquiles y tener que dejar el deporte por un tiempo?
Me sentí muy triste en ese momento. Fue una lesión muy fuerte, me obligó a retirarme del deporte de alto rendimiento. Yo había planificado ir a los Juegos Panamericanos en Toronto, el mismo año del accidente, y buscar la clasificación a las Olimpiadas de Río 2016, pero ya no fue posible. Me tuvieron que operar, luego usé yeso por dos meses y después pasé a caminar con muletas, más tarde con bastón. Eso hizo que me perdiera varios campeonatos importantes.

¿En algún momento de tu recuperación pensaste abandonar el deporte?
Siempre tuve la meta de volver. Recuperar mi nivel me tomó dos años, del 2015 al 2017. Parte de la rehabilitación consistía en ir al estadio y trabajar otras zonas que no fueran los tobillos ni las piernas. Era un trabajo leve, que empecé incluso desde mediados del 2015. En junio del 2016 ya empecé a participar en campeonatos nacionales y en el 2017 en los internacionales. En el 2018 regresé con todo. Gané la medalla de plata en los Juegos Odesur, en Cochabamba, volví a romper mi récord nacional, después de cuatro años, y gané la medalla de bronce en el Campeonato Iberoamericano de Atletismo, en Trujillo. En el tiempo en que no entrenaba o entrenaba muy poco aproveché para nivelarme en la Universidad. Ser deportista de alto rendimiento y estudiante universitaria al mismo tiempo no me permitía llevar la cantidad de cursos que exige el plan de estudios de la Carrera, así que iba con muletas a la Universidad y avancé mis estudios. Fue un tiempo bien aprovechado.

¿Cómo es tu horario de entrenamiento?
Entreno tres veces a la semana en doble horario, mañana y tarde; dos veces a la semana por la tarde y los sábados en las mañanas.

¿Tienes vacaciones en algún momento?
Las vacaciones dependen del año deportivo. Este año deportivo acabará después de los Juegos Panamericanos, en agosto. Antes de iniciar el entrenamiento para las siguientes competencias, del 2020, mi entrenador seguramente me dará una a dos semanas de descanso.

Te sentirás rara de vacaciones.
Los primeros días se siente bien, pero después el cuerpo extraña la pista y la mente también.

¿Cómo hacías para mantener tu entrenamiento y viajar a competencias mientras estudiabas en la Universidad?
Era un esfuerzo compartido. Por un lado, la Universidad siempre me apoyó, nunca tuve problemas para dar exámenes o presentar trabajos en otras fechas, cada vez que viajaba por competencias. Por otro lado, yo tenía que organizarme bien para cumplir con todo. Tuve muy buenos profesores que me facilitaron las cosas. Si no podía ir un día a un examen, el profesor no dudaba en darme otra fecha o en proponerme que diera el examen en otro de sus salones. Para los trabajos en grupo siempre coordinaba con mis compañeros y ellos entendían y hasta les gustaba que yo fuera deportista y que representara al Perú. Me ayudaban mucho, permitían que yo avanzara mi parte sola y se las pasara por correo, luego ellos la recibían y unían al resto del trabajo.

¿No tuviste tiempo de pertenecer a algún grupo de estudios o hacer otra actividad en la Ulima?
Me habría encantado pertenecer al Círculo de Impacto Ambiental, porque ese tema me interesa mucho, pero nunca tuve tiempo. Yo empecé a estudiar mi carrera enfocada en ese tema, quería dedicarme al cuidado del medio ambiente, ya a través de un producto o de la gestión en una empresa. En lo que sí pude participar fue en las charlas y conferencias que la Universidad daba sobre temas relacionados con el medio ambiente y el desarrollo sostenible.

¿Qué tal te fue con tus prácticas profesionales?
Practiqué en el 2017, en marketing y en el área comercial. Me gustó. Pude plasmar parte de lo aprendido en Ingeniería Industrial. Esta es una carrera amplia, que me ha dado las herramientas necesarias para desarrollar criterio profesional y tomar decisiones adecuadas, según la circunstancia que se presente. La empresa en la que practiqué me dio facilidades para entrenar y viajar para representar al Perú en campeonatos, así que tuve flexibilidad de horarios. Por ahora no trabajo, porque me dedico 100% al entrenamiento. Pasados los Juegos Panamericanos tengo planeado empezar a ejercer mi profesión. Me encantaría seguir entrenando, pero va a depender mucho de los resultados de los Panamericanos, que son clasificatorios para las olimpiadas.