Mucho antes de que la argentina Leila Guerriero se dedicara a la no ficción y al periodismo, ella escribía ficciones. Un día, Guerriero mandó un cuento llamado Kilómetro cero al diario Página 12. Al periodista Jorge Lanata le gustó ese relato y la buscó para darle trabajo. Ese comienzo en la prensa fue rememorado por Guerriero –una referente de la crónica y el perfil en Hispanoamérica– en una charla efectuada el 20 de junio en el Auditorio T. El evento fue organizado por la Cátedra Vargas Llosa y el Programa de Estudios Generales de la Universidad de Lima.
Además de la mística de trabajo de Lanata –quien le dijo que una sala de redacción llena de gente es un fracaso, por lo que hay que ir a la calle a reportear y aprender–, Guerriero recordó sus vínculos con otros maestros del periodismo, como el uruguayo Homero Alsina Thevenet, más conocido como HAT, en tiempos en los que no existían los celulares, se usaban máquinas de escribir y se recurría a una guía telefónica impresa.
En esta actividad en la que los docentes Ulima Alonso Rabí y José Güich fueron los moderadores, Guerriero señaló que para plasmar una historia digna de ser publicada se requiere curiosidad, una investigación exhaustiva, los contactos o la verificación de información con más de una fuente, y un punto de vista o mirada significativa. Luego ella se refirió a sus propias experiencias y mencionó que, por ejemplo, su texto No me verás arrodillado, un perfil de Fito Páez, publicado en la revista Gatopardo, necesitó de un tiempo de trabajo paciente y perseverante de cerca de tres meses.
La periodista, además, no cree que la escritura sea terapéutica o catártica. Ella acotó que durante ese proceso lo que debe haber es compromiso con la historia, las ganas de querer saber más sobre el tema abordado y la aparición de nuevas preguntas sobre lo que se está investigando.
Guerriero también recordó otras nociones y criterios: evitar los vicios del periodismo de fan que tiende al ensalzamiento excesivo, la pasión por cultivarse en diversas materias, saber deponer los prejuicios o la importancia de conocer la tradición del periodismo. Y recomendó, sobre todo, leer mucho.