El viernes 14 de enero, se realizó la primera charla Cavilando con Café del 2022, organizada por el Programa de Estudios Generales de la Universidad de Lima. El conversatorio abordó en esta ocasión el tema “Anticipación de la muerte, prevención y atención del duelo”, a cargo del psicólogo mexicano Fernando Quintanar Olguín, doctor en psicología social, quien ha sido coautor de diferentes libros sobre psicología, suicidio, discapacidad y ambiente.
El ponente sostuvo que el duelo es un proceso de adaptación emocional, fisiológico, psicológico y social, que sigue a la pérdida de una persona, animal, objeto o evento significativo, y que reorganiza la estructura psíquica. Añadió que es una reacción emocional, vivencial y de comportamiento en forma de pérdida, sufrimiento, aflicción y confrontación a nuevas condiciones cuando el vínculo se rompe y deja de ser correspondido.
Agregó que la finalidad de la charla, dirigida a estudiantes y profesionales de la psicología, era proporcionar elementos para identificar diferentes tipos de duelos y algunas formas de afrontarlos. En ese sentido, señaló que tenemos que cambiar la manera de entender la muerte. Quintanar señaló:
“La muerte podemos abordarla como un sistema de relaciones que se trastoca, vista desde distintos niveles. Hay un tema que trabajo mucho para romper los esquemas que tenemos, que se llama ‘la trampa del razonamiento’, que apunta a que no debemos confundir el concepto con el objeto. Esto conlleva dejar de pensar la muerte como un evento que afecta solamente a la suspensión de las funciones vitales del organismo de una persona. En la muerte, un sistema de relaciones pierde también un componente que le da organización, dinamismo y sentido”.
El expositor apuntó, además, la importancia de reconocer las afecciones asociadas al duelo y sus implicaciones, como la soledad, la depresión, la ansiedad, el miedo, la violencia, la disfuncionalidad familiar, la culpa, las adicciones y la vulnerabilidad.
Finalmente, dijo que la forma recomendada de afrontar el duelo incluye activar las redes de apoyo social; promover acciones que compitan con los desencadenantes negativos; dar permiso a las separaciones; recuperar los recursos de las creencias después de la muerte; reorientar la creencia espiritual; comprometer a la persona doliente con acciones biofílicas, conectadas a “procesos vivos”; y actualizarse en recursos tecnológicos y su uso en el apoyo emocional.
