Alan Sánchez es el líder en el Perú del proyecto Niños del Milenio, un estudio que se inició en el año 2002 y que abarca a 2.000 personas de diferentes regiones del país, a las que ha seguido desde que tenían aproximadamente un año de edad.
El objetivo del estudio es entender cómo el capital humano de los individuos se desarrolla a lo largo de su ciclo de vida, con base en las inversiones que se hacen desde la infancia temprana. Los resultados son de gran importancia para el diseño de políticas públicas.
Alan es economista por la Universidad de Lima y doctor en Economía por la Universidad de Oxford, donde también siguió la Maestría en Economía para el Desarrollo. Además de estar a cargo de Niños del Milenio, se desempeña como investigador principal en Grade.
¿De qué se trata el estudio que diriges, Niños del Milenio?
Este es un estudio longitudinal que empezó en 2002, con 2.000 niños de 20 distritos del Perú, que tenían entre 6 y 18 meses de edad. Ese año los visitamos por primera vez y recogimos información sobre su estado nutricional y de salud, principalmente. La segunda visita fue en 2006, cuando tenían aproximadamente 5 años, y hemos seguido viéndolos en los años 2009, 2013 y 2016. El próximo año volveremos a verlos, tendrán 19 años más o menos. Cada vez añadimos nuevos temas al estudio.
¿Qué más han investigado de ellos?
Cuando cumplieron 5 años introdujimos pruebas de rendimiento académico, como comprensión lectora y matemáticas; a los 8 realizamos mediciones de aspectos socioemocionales, como autoestima, autoeficacia y nivel aspiracional. Cuando se hicieron más grandecitos consideramos temas de conductas de riesgo, consumo de alcohol y drogas. También introdujimos un módulo de habilidades digitales, para ver quiénes acceden a computadoras, smartphones y otros dispositivos, y qué tan buenos son usándolos. Ahora que van a cumplir 19, trataremos temas de educación superior y mercado laboral. Paralelamente, tenemos otro grupo al que seguimos en los mismos distritos. Sus integrantes tenían 8 años en la primera visita, ahora tienen 22, y muchos ya están en el mercado laboral. Podemos comparar los grupos y ver qué tanto ha progresado el país. Los menores tienden a un mejor nivel nutricional que los mayores, y también a un mejor nivel de aprendizaje.
¿Evalúan algún programa del Estado en particular?
Estamos evaluando la Jornada Escolar Completa, un programa que extiende por dos horas la jornada escolar e incluye algunas mejoras. Todo esto se da en colegios públicos. También evaluamos el programa Juntos, destinado a familias pobres, a las que se les entrega una suma de dinero a cambio de que sus hijos vayan al colegio y reciban todos sus controles de salud.
Un estudio de este tipo no se ha hecho antes en el Perú…
No, este es el primer estudio de esta envergadura en el país, pero se hace comúnmente en países desarrollados y el seguimiento abarca toda la vida. Es ideal para medir los efectos de los programas sociales. Este estudio, en particular, lo ha financiado la Cooperación Británica.
¿Acá hasta cuándo se pretende seguir este estudio?
Hasta donde podamos. Lo importante es que el estudio nos ofrece varias fotos de una misma población, lo cual nos permite conocer sus trayectorias de vida.
¿Qué hallazgos te han sorprendido más hasta el momento?
Entre otras cosas, luego de diez años de participar en el programa Juntos, esos chicos lograron terminar el colegio y acceder a la educación superior; además se redujo la tasa de embarazo adolescente. Otro tema interesante es la importancia de una buena nutrición temprana para el desarrollo de cada persona, pues encontramos algunos niños desnutridos crónicos en la primera visita, pero se recuperaron y les iba mejor en el colegio, aunque no tanto como quienes nunca estuvieron desnutridos. Lo importante es que eso demuestra que se pueden implementar programas de nutrición en la niñez con buenos resultados. Otro aspecto que me impresionó es el desarrollo de habilidades socioemocionales. La pobreza monetaria influye negativamente en el desarrollo de habilidades socioemocionales. Las adolescentes con menores niveles de autoeficacia incurren en el embarazo adolescente con mayor facilidad. Y tanto hombres como mujeres adolescentes con un menor nivel de autoestima tienen una mayor probabilidad de incurrir en conductas de riesgo, como el consumo de alcohol y drogas o el sexo sin protección.
¿Cómo hacen llegar esta información a organismos del Estado?
Cada vez que tenemos una nueva ronda de datos publicamos un reporte e invitamos a representantes del sector público para mostrar los resultados. La base de datos que generamos es pública, cualquier persona puede acceder a través de nuestra página web.
¿Cuándo toca hacer la siguiente visita para recoger información?
El próximo año. La novedad en la sexta ronda es que, si bien los primeros 15 años fueron financiados exclusivamente por la Cooperación Británica, ahora varias instituciones nos brindan su apoyo financiero. Vamos a estar entre 6 y 8 meses en el campo. Originalmente veríamos a 2.000 niños de 20 distritos, pero, por motivos de migración, ahora tenemos que visitar 200 distritos en todo el país.
¿Llegan a perder el rastro de algunas familias?
Sí, eso pasa, pero nuestra pérdida muestral es muy baja. A veces se van del país o ya no quieren seguir formando parte del estudio, o alguien fallece. Antes de la visita hacemos un rastreo para verificar que sigan viviendo en donde las vimos por última vez. Si se mudan, tratamos de averiguar a dónde. El gran reto de todo estudio longitudinal es mantener a la población estudiada.
¿Estás involucrado en algún otro estudio actualmente?
Sí, otro es “Expande tu mente”. La primera fase se trabajó con chicos de secundaria y ahora estamos con estudiantes de primaria, en colegios públicos. Realizamos una sesión tutorial para introducir en los niños el concepto de mentalidad de crecimiento, que consiste en creer que es posible hacerse más inteligente con la práctica. La inteligencia no es algo fijo, es maleable y, definitivamente, puede mejorar. Eso les enseñamos. En 2016, hicimos una intervención y resultó que aquellos colegios que recibieron la tutoría tuvieron un mejor resultado en matemáticas, en comparación con quienes no tuvieron la tutoría. La intervención no toma mucho tiempo y es altamente efectiva. Al final les dejamos un póster en el aula para que recuerden el objetivo y se esfuercen.
¿Te agrada el rumbo que ha tomado tu carrera?
Estoy encantado con los temas de investigación y desarrollo. Comencé mi carrera en el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP). Estuve ahí casi diez años, cinco de ellos de licencia, haciendo una maestría y luego un doctorado en la Universidad de Oxford. Cuando ingresé al BCRP me encargaba de temas de macroeconomía, pero tras el doctorado me enfoqué en la evaluación de programas sociales. Hay modelos económicos detrás de estos temas de investigación, utilizamos métodos econométricos y otros que explican estas dinámicas. Me gusta mucho este campo.
¿El BCRP fue tu primer trabajo?
No, trabajé en Telefónica del Perú desde que salí de la Universidad; estuve casi dos años ahí. Luego hice el curso de extensión del BCRP, felizmente me fue bien y me invitaron a quedarme a trabajar. Al ingresar, estuve dos años en el área de Política Monetaria, después hice la maestría y el doctorado. Al volver al Perú, me reinserté en el BCRP, pero en el área de Investigación. Ahí me especialicé en evaluación de impacto de programas públicos. El BCRP tiene un área de temas fiscales y sociales, y le interesa mucho la efectividad del gasto público. Vine a Grade cuando me ofrecieron el control de la parte académica del estudio Niños del Milenio.
¿Qué tal te fue en Oxford?
Muy bien, es una ciudad pequeña, pero con todo lo necesario para vivir cómodamente. Su programa de estudios es de alto nivel y se aprende mucho de los compañeros también. Fue una experiencia enriquecedora en todo sentido. El primer año viví en la universidad, el segundo año alquilé una casa junto con unos amigos, fuera del campus.
¿Y cómo te fue en la Universidad de Lima?
Yo recuerdo la Ulima con mucho cariño. Recuerdo mucho a mis amigos de promoción, a mis profesores. Me gustaron especialmente los cursos de Cálculo, Microeconomía, Econometría, Política Económica, los cuales me han servido bastante en el trabajo. La Universidad es muy buena en finanzas, pero yo opté por otra especialización.