Si no fuera economista, Jorge Chávez habría tomado el camino de las artes, la música o la literatura. Pero lo ganaron las ciencias económicas y desde esas trincheras ha podido realizar grandes aportes al país durante su carrera en el sector público y, ahora, como presidente ejecutivo de su propia consultora, Maximixe.
Él guarda los mejores recuerdos de su época de estudiante en la Universidad de Lima, donde aprendió de grandes maestros a quienes admira y que lo inspiraron de estudiante y también en el ejercicio profesional.
¿Qué trabajos has realizado que te hayan marcado especialmente?
Mi primer trabajo fue en el Instituto Nacional de Planificación. Entré como asistente de Planificación y llegué a ser director de Estadísticas y Métodos Cuantitativos, después fui director de Asuntos Internacionales. El primero de esos cargos lo asumí muy joven, a la edad de 23 años.
¿Cómo así te dieron ese cargo, siendo tan joven?
Viajó al extranjero el director de esa área, así que a mí me nombraron encargado y luego director pleno. Finalmente fui asesor del Instituto y entré al Ministerio de Economía y Finanzas, donde terminé como director general de Asuntos Económicos.
¿Estás acostumbrado a trabajar bajo presión?
Estoy acostumbrado a trabajar bajo presión y a que mi desempeño exceda las expectativas de las personas que trabajan conmigo. Ese ha sido siempre mi norte.
También tienes estudios en la Universidad de Oxford.
Hice un doctorado en Oxford y llegué a asumir la presidencia del Banco Central de Reserva en el 90, con el gobierno de Alberto Fujimori, cuando era demócrata todavía. Al producirse el autogolpe, en abril del 92, estuve en desacuerdo y salí del banco. A los dos meses o al mes siguiente creé Maximixe.
¿Te fue difícil pasar al sector privado?
Fue muy difícil empezar ahí, porque nunca había sido empresario, sino consultor. Además, yo era una persona muy confiada en los demás y me di cuenta de que no se podía confiar así no más. Hay golpes en la vida que a uno le enseñan. Pero hemos venido creciendo como consultora y ganando prestigio, tanto en temas públicos como en estrategia, gestión, innovación.
¿Cuál ha sido el mayor reto que has asumido en Maximixe?
Un estudio muy retador fue uno para el cual nos contrató el Banco Mundial para la Municipalidad de Lima, consistía en desarrollar una estrategia de desarrollo integral para Lima, con el concurso de más de 20 expertos en diferentes disciplinas. Tuvimos que integrar un trabajo con todos ellos y elaboramos un documento que fue considerado, por el Banco Mundial, modelo de planeamiento para ciudades de países en desarrollo.
¿Cómo es un día de trabajo típico en Maximixe?
Yo coordino con todas las áreas de la empresa, aspectos técnicos, buscando que las consultorías se enfoquen bien, que los informes cumplan todos los procesos y procedimientos de control de calidad. También participo activamente en talleres, foros, presentaciones y reuniones de asesoría con empresarios.
¿Tienes hijos?
Tengo un hijo, que es filósofo.
Superalejado de tu actividad profesional.
Está un poco distante, sí, pero se va a hacer una maestría a Europa, que integra filosofía con aspectos de desarrollo y cultura. Espero que esos estudios lo ubiquen un poco más cerca. En realidad, nuestra consultora no es meramente de economía y finanzas, hemos aceptado trabajos en temas sociales, ambientales y culturales. Trabajamos con profesionales que son artistas, expertos en temas sociales, etcétera.
Si no hubieras estudiado Economía, ¿qué crees que habrías estudiado?
Muy probablemente Literatura o Música. Yo toco piano desde los cinco años, por oído, nunca estudié.
¿Podrías decir que ahora tus pasatiempos son leer y escribir?
Sí, definitivamente. Escribo poesía e intento incursionar en la narrativa, pero el tiempo no me da. Trato de hacer deporte y, cuando se puede, juego ajedrez, que me encanta.
Cambiando totalmente de tema, ¿cómo ves la economía peruana actualmente?
Todo parece indicar que este año va a ser mejor que el anterior, felizmente. Esto debido al ingreso de varios yacimientos mineros que han entrado en producción y generan impactos en otros sectores. También hay algunos proyectos de infraestructura que están ejecutándose en estos meses y van en aumento. La actividad constructiva da pie a que otros sectores tengan más dinamismo. Creo que, en la medida en que termine el proceso electoral, a partir del segundo semestre del año y en el 2017, podría mejorar más la situación. Por supuesto, dependiendo de que el gobierno entrante anuncie un programa económico sensato, que no haya déficit fiscal fuerte ni inestabilidad. Se requiere un buen equipo económico que conozca bien la realidad el país.
¿Qué sectores te parece que se podrían desarrollar más?
Hay un estancamiento en las manufacturas en general, particularmente en textiles. También en metalmecánica. Necesitamos fortalecer y generar mayor diversificación productiva y más competencia.
¿Cómo valoras la formación recibida en la Universidad de Lima?
A mí me enseñaron grandes profesores en la Universidad de Lima, por eso la recuerdo con mucho cariño. Empezando por el entonces decano, José Antonio Encinas, que era una eminencia, un economista experto en temas de desarrollo y consultor en Naciones Unidas, un gran filósofo. Él me llevó a trabajar a su empresa consultora y era un gran escritor. A mí me contagió su pasión por escribir. Otro profesor de primera fue Percy Correa, de Micro y Macroeconomía. Humberto Arbulú, que me enseñó Macroeconomía 2, un curso muy complicado, así que fue “odiado” por los compañeros (risas), porque puso la valla muy alta, pero fue un gran profesor y un economista muy destacado y con gran formación teórica. Yo tenía mucha vocación por la teoría económica. También recuerdo a Héctor Maletta, que fue un profesor brillante de Historia de la Teoría Económica. Hablar con él era como hablar con un sabio. Realmente me tocaron profesores de primerísimo nivel en la Universidad de Lima.