Su exitosa carrera profesional, su aporte intelectual y al gremio profesional de contadores, su experiencia académica y desarrollo intelectual fueron los motivos que llevaron a la Junta de Decanos de Colegios de Contadores Públicos del Perú a nombrar contadora benemérita a Marysol León, el pasado mes de agosto. Así, se convirtió en la primera mujer en alcanzar esta distinción en nuestro país.
Méritos profesionales no le faltan. Es contadora por la Universidad de Lima, fundadora de la empresa de asesoría tributaria Quantum Consultores, autora del libro Auditoría tributaria preventiva, past directora de la Cámara de Comercio de Lima (CCL) y actual miembro de la Comisión Tributaria y de la Comisión de la Mujer de la CCL. Ha sido vocal del Tribunal Fiscal del Ministerio de Economía y Finanzas y, en el 2015, fue distinguida por The International Women’s Entrepreneurial Challenge como Mujer Empresaria, junto con 35 empresarias de todo el mundo, en Turquía.
¿Qué le falta? Ella no descansa y siempre se plantea nuevos retos. El próximo es capacitar a contadores de todo el país, con excelentes recursos académicos y contenidos. Quiere llevarles, por medio de la virtualidad, una educación de calidad por la que en Lima tendrían que invertir grandes sumas. Esa, considera, es su labor de responsabilidad social. Y la viene desarrollando como aborda cada proyecto nuevo, con pasión y dedicación.
¿Cómo recibiste la noticia de ser la primera mujer contadora benemérita en el Perú?
Con enorme alegría, pero sobre todo con mucha humildad, porque lo primero que se me vino a la mente fueron todas las mujeres contadoras públicas, mujeres que cumplimos varios roles: profesional, esposa, mamá, hija y amiga. Ese equilibrio es muy difícil de conseguir, pero sí se puede. Por eso me alegró tanto haberlas representado a todas. Entiendo que obtener este reconocimiento obedeció no solamente a mi trayectoria profesional, sino también a mi labor institucional, porque he trabajado fuerte en el gremio, aportando en comisiones técnicas. Esto, además de mi labor intelectual y de los libros que he escrito sobre auditoría tributaria, que siempre ha sido mi especialidad.
¿Cómo se ha posicionado Quantum Consultores en el tiempo que lleva en el mercado?
Quantum Consultores tiene 17 años en el mercado. Es una firma de auditoría y de consultoría que ha conseguido ingresar, desde hace unos cuatro o cinco años, en el ranking internacional Leaders League, que nos ha calificado como una firma altamente recomendada en esos servicios. Lo que hace Leaders League es llamar por teléfono a los clientes y preguntar qué tan satisfechos se sienten con los servicios de auditoría o de contabilidad que tienen y a qué firma recomendarían. Estamos muy orgullosos, porque la mayoría de nuestros competidores son firmas transnacionales. Además, Quantum nació con un propósito. Cuando estaba en el Tribunal Fiscal del Ministerio de Economía, donde ocupé el cargo de vocal, vi muchos casos de fiscalizaciones mal llevadas por las áreas contables o acotaciones por desconocimiento. Ciertamente, la parte tributaria es complicada y engorrosa. Así que mi meta, como consultora independiente, era ayudar a las empresas con base en lo que había visto en mi paso por el Tribunal Fiscal. Esa consultoría independiente luego se volvió Quantum Consultores, con la que atendemos a muchísimas empresas y les ayudamos a no cometer errores, a minimizar contingencias y a alcanzar el equilibrio.
¿Cuáles son las principales dificultades tributarias que tienen tus clientes?
Una dificultad principal es organizar un área que cumpla con todos los estándares y requerimientos que nuestro sistema tributario exige. Lamentablemente, en el Perú la informalidad tributaria y laboral bordea el 70 % u 80 %, lo que deja un reducido número de contribuyentes formales, de los que Sunat recauda la mayor cantidad de sus ingresos tributarios. Es a ese grupo al que se le complica el cumplimiento tributario. Los costos de organizar todas sus áreas para que el día que llegue la fiscalización todo salga bien son muy altos, y este proceso pasa por ajustar los controles internos de cada área, por tener un área contable bien capacitada, por trabajar siempre dentro de un orden libre de corrupción. La empresa que quiere dormir tranquila y sin contingencias hace bien las cosas y consigue ahorros tributarios dentro de la ley. Son empresas que aprovechan y utilizan bien sus recursos financieros.
¿Cuáles han sido los principales retos que has asumido como consultora?
Desde la creación de Quantum Consultores hasta el día de hoy, hemos tenido muchos retos, pero el primero fue el hecho de decidir fundar la empresa. Al salir del Tribunal Fiscal, yo me dediqué a la consultoría independiente, además de enseñar en la Universidad de Lima. Recuerdo que mi socio de aquella época, que hoy es mi esposo, me animó mucho a abrir la empresa y él mismo empezó siendo un cliente. Finalmente, me dijo: “Yo voy contigo. Anímate, porque lo que haces es muy bueno”. Y así fue que nació Quantum. Sin duda, ese fue mi primer reto: afrontar el miedo de asumir gastos, impuestos, planillas, alquiler. Por otro lado, en Quantum Consultores tenemos un tema más que hemos superado: la equidad de género, porque el 80 % de nuestro equipo son mujeres profesionales que se capacitan permanentemente.
Ahora, además, has abierto Quantum Escuela de Negocios. ¿Por qué tomaste esa decisión?
Quantum Escuela de Negocios es una línea de responsabilidad social de Quantum Consultores. Antes dirigíamos Quantum Escuela de Negocios únicamente a nuestros colaboradores y a nuestros clientes, pero con la pandemia extendimos la capacitación a todos los interesados, porque hay una alta demanda de educación de primer nivel y necesitamos que esté al alcance de las mayorías. Tenemos un plan de suscripciones, programas de especialización, cursos de tributación, cursos laborales y también de habilidades blandas, para que el contador se empodere, eleve su autoestima y pueda dirigirse a un directorio. Durante la primera parte de la pandemia se nos ocurrió empezar con la capacitación virtual, porque acostumbrábamos organizar eventos presenciales para clientes y colaboradores una vez al mes. Pero de pronto se canceló eso y trasladamos estos eventos al plano virtual. Invertimos en tecnología y en herramientas para que nuestro equipo pudiera trabajar remotamente. Y así fue como hicimos nuestro primer evento por Zoom, internamente, y vimos que lo mismo podíamos hacer con nuestros clientes, con el mismo costo y con las mismas herramientas. Daba lo mismo hacer un evento para 20 que para 50, 500 o mil personas. Entonces pensamos: “Abramos esta oportunidad de capacitación”.
Justamente, durante el inicio de la pandemia, se lanzaron nuevas normas laborales y tributarias...
Por eso teníamos la necesidad de actuar inmediatamente, e hicimos un evento masivo, abierto, para todos, y logramos captar la atención de muchos contadores en el Perú. Fue así que pensamos en abrir una línea de responsabilidad social y, desde julio del 2020, empezamos con los eventos y los cursos. El día de hoy tenemos suscriptores que, por una tarifa muy módica, acceden a la capacitación mensual, consistente en cuatro cursos al mes y asesoría por parte de Quantum. Ellos se sienten sostenidos porque los apoyamos a través de consultas y van reforzando sus posiciones. Aparte de los planes de suscripciones, el año pasado empezamos con los programas de especialización, siempre bajo la línea de responsabilidad social. Es educación de primer nivel al alcance de todos, porque en la profesión contable es muy necesaria la capacitación y no todos los contadores de provincias pueden venir a Lima a llevar cursos presenciales. La virtualidad ayuda a que ese tipo de educación llegue a todo el Perú. Eso está haciendo Quantum Escuela de Negocios. Y me siento muy contenta de haber abierto Quantum, porque de lo contrario no hubiese logrado esto que estamos haciendo con Quantum Consultores, después de 17 años, que es ayudar a las empresas.
¿Cuáles son los temas más comunes de capacitación?
Tenemos cuatro tópicos, por el momento: tributación, que es mi especialidad; NIF, que es la parte contable, las normas internacionales de información financiera; laboral, coaching y liderazgo. Incluimos estos dos últimos temas porque el contador público a nivel nacional muchas veces necesita interactuar con los miembros de un directorio, hablar en público y sustentar sus posiciones. También nos piden capacitaciones virtuales in house. Tenemos una plataforma virtual donde ofrecemos las clases sincrónicas, pero, además, uno puede reforzar sus conocimientos accediendo a los videos de las clases que quedan grabadas, a los materiales y las lecturas que dejan los profesores. Lo que más satisfacción me da es que estamos ayudando, a nivel nacional, a contadores públicos que quizás no tenían acceso a la calidad de los cursos y programas que estamos brindando por este valor.
¿Qué te falta lograr?
Me falta lograr que los contadores del país entero lleguen a un alto nivel de conocimiento y de preparación, porque los contadores merecemos ocupar un lugar muy importante en la sociedad. Me falta ayudar a mi gremio a ocupar ese lugar que merece en la sociedad.
¿Cómo fue tu experiencia como estudiante en la Universidad de Lima?
Mi experiencia como estudiante fue maravillosa. Yo vengo de una familia de provincia que empezó desde cero en Lima. Mis padres llegaron a la capital a construir un mundo para ellos y para sus hijos. Fue mi papá quien nos motivó siempre a ser profesionales y a lograr nuestras metas. Y eso hicimos mis hermanos y yo. Yo obtuve el primer puesto en mi colegio, que era un colegio nacional. Como primer puesto de mi colegio tenía ingreso libre, así que le pregunté a mi madrina cuál era la mejor universidad para estudiar la carrera de Contabilidad, y ella me dijo: “¡La Universidad de Lima!”. Así fue como ingresé a la de Lima, y me encantó la educación, los profesores, la infraestructura. Pero, sobre todo, vi la luz en el sexto o séptimo ciclo, cuando conocí a mi primer profesor de tributación. Allí me enamoré de la tributación. Tuve muy buenos docentes y siempre me dije: “Quiero ser como ellos”. Me motivaron mucho y les agradezco todo lo que hicieron por mí. La Universidad de Lima me formó de una manera extraordinaria. Agradezco no solamente los conocimientos técnicos, sino también que me diera las habilidades para hablar frente al público y desenvolverme adecuadamente. En aquel momento no había cursos de coaching ni de liderazgo, pero nos encargaban hacer exposiciones y presentaciones delante de todo el salón, y eso nos fue formando.
¿Y qué te parece la docencia en la Ulima?
Yo no tenía en mente ser docente. Había terminado la Universidad y estaba trabajando cuando, en el año 2000, un profesor me pidió que le ayude como jefe de práctica en un curso de tributación para posgrado. Yo acepté. Y un día, a mitad de ciclo, me dijo: “Ahora tú das la clase”. Fue como aventarme a la piscina, pero la experiencia me gustó. Haberlo visto dictando clase tantas veces me mostró cómo ser docente. Debía utilizar palabras sencillas para que me entiendan, y fomentar las preguntas. Después de esa clase, la Universidad me contrató como docente para otro salón. Y así pasaron casi 20 años ininterrumpidos. Enseñé en pregrado, posgrado, y luego lo dejé porque no tenía más tiempo. Sin embargo, no me he desvinculado como docente Ulima, ahora enseño en la Dirección de Educación Continua (DEC) de la Universidad.