El jueves 21 y viernes 22 de junio se realizó el homenaje al arquitecto Héctor Velarde Bergmann (1898-1989), quien diseñó los primeros edificios de la Universidad de Lima en Monterrico, adonde se mudó la Universidad en los años sesenta, y quien desarrolló una trayectoria admirable.
Era necesario recordar a Héctor Velarde dentro de las celebraciones por los cincuenta años de la Universidad de Lima. Hoy, recorriendo diariamente los espacios que alguna vez imaginó para nosotros, comprobamos la universalidad de Velarde, un arquitecto que supo ver más allá de su tiempo y su espacio, asimilando su contemporaneidad pero rescatando ese sabor y rasgos particulares de nuestra cultura e historia. Un hombre que también debe ser recordado por su polifacética personalidad y actividad: arquitecto, dibujante, matemático, filósofo, escritor, historiador, literato; en resumen, un humanista en toda la extensión y profundidad del término.
El simposio Héctor Velarde, Arquitecto: Análisis y Trascendencia de Su Obra fue una oportunidad para que muchos lo recuerden y otros, los más jóvenes, nuestros estudiantes, conozcan a esa figura que, sin saberlo, ya habían conocido, compartiendo con su memoria en los edificios que llevan su talento. Para ellos Velarde será de ahora en adelante una fuente de inspiración, como lo fue para los arquitectos de reconocida trayectoria, nacionales e internacionales, que expusieron sobre su vida y obras en estos dos días, ya sea desde el recuerdo y la amistad o desde el estudio de su quehacer y la lectura de sus libros, ensayos y artículos.
El primero fue el arquitecto argentino Ramón Gutiérrez, autor del libro Héctor Velarde (Lima: Editora Argentina, 2002), quien el jueves 21 dio la conferencia inaugural titulada “Vida y obra de Héctor Velarde”. Gutiérrez destacó que “Velarde va y viene permanentemente, no se encasilla con los de su tiempo y de su lugar; porque él tiene una línea propia que consiste en una búsqueda particular que, en definitiva, está mostrando su capacidad de hacer aquello que le parece adecuado al tiempo y al espacio, pero sin atarse a ellos”.
El viernes 22 el programa continuó con una jornada extensa desde las 08.00 hasta las 19.00 horas, distribuida en tres mesas redondas que abarcaron las diferentes aristas de la actividad de Velarde. La primera, titulada “Héctor Velarde, historiador de la arquitectura”, contó con la presencia de los arquitectos José García Bryce, amigo cercano de Velarde y con quien compartió proyectos; Víctor Pérez Escolano, de España; y Luis Villacorta Santamato. El moderador fue Aldo Lértora, docente de la Carrera de Arquitectura y Gestión de Proyectos de nuestra Universidad, la que estuvo detrás de la organización de este homenaje. En esta mesa se hicieron muchos comentarios respecto al conjunto bibliográfico de la formación de Velarde en la École des Travaux Publics du Bâtiment et de Industrie, de París. Bryce aportó invaluables elementos anecdóticos del trabajo junto al homenajeado y referencias al pasaje de su obra arquitectónica, y se habló de sus escritos muchas veces dedicados al recuento de la historia de la arquitectura y enseñanza de la misma.
La segunda mesa, que abordó el tema de “Héctor Velarde, ensayista”, estuvo integrada por los arquitectos Elio Martuccelli, Alfredo Queirolo y Augusto Tamayo, profesor de la Universidad reconocido por su carrera cinematográfica. El moderador fue Enrique Bonilla, director de la Carrera de Arquitectura y Gestión de Proyectos. Aquí se resaltó el interés y talento de Velarde por recurrir a este género literario que aporta muchas libertades y permite un tratamiento variado de temas tanto en fondo como forma. Elio Martuccelli destacó el sentido del humor de la pluma del homenajeado, quien demostraba que “el humor es una forma de verdad”, ya que escribía sobre temas profundos y brindaba opiniones acertadas pero a través del humor y la ironía, convirtiéndose en un constructor de metáforas y frases. Tamayo resaltó el tema del barroco y su presencia en la arquitectura, recordando que Velarde, durante la época vanguardista, manifestó que finalmente el barroco siempre volvería.
Antes de la tercera mesa, aunque de alguna forma en relación con la misma, a las 12.30 horas se produjo la inauguración de la muestra Héctor Velarde, arquitecto y humanista, en el hall del Edificio V. Esta exposición, que estará abierta hasta el 3 de julio, muestra parte de la vida y obra de Velarde. Una colección de las principales construcciones que llevan su firma y demuestran que más allá de las modas sus proyectos se emanciparon de su tiempo y hoy se conservan con la misma vigencia.
Finalmente, llegó la tercera mesa, a cargo de los arquitectos Juvenal Baracco y Pedro Belaunde, moderada por Martín Fabbri, de la Universidad de Lima. El título fue “Héctor Velarde, proyectista”, y se planteó un análisis y recorrido por los diversos trabajos del homenajeado, quien tuvo en sus proyectos desde grandes obras institucionales, o de carácter representativo, hasta viviendas unifamiliares en zonas residenciales de Lima. Entre sus obras están el Museo de Antropología en Pueblo Libre (1935-1940), el Monumento a Fermín Tangüis (1938), el proyecto para la nueva Basílica de Santa Rosa en Lima (1939) —estos dos últimos junto a Manuel Piqueras Cotolí—, la Nunciatura Apostólica (1940-1942) —donde trabajó con Paul Linder—, el Hotel Mossone en Huacachina (1942), la capilla del Seminario de Santo Toribio (1948), así como una serie de residencias unifamiliares principalmente en los distritos de San Isidro y Magdalena, por mencionar algunos y sin olvidar su papel protagónico en la reconstrucción de nuestra ciudad luego del terremoto de 1940.