27 de Abril de 2015
Cinco visiones en concurso por un mismo proyecto
Valiéndose de sus conocimientos, experiencia y creatividad, cinco colectivos de arquitectos se enfrentaron a un mismo reto: proponer un nuevo edificio para el Club Rinconada, pero al mismo tiempo plantear una renovación en la estética espacial. Cada uno de los estudios participantes, en los que trabajan varios docentes de la Universidad de Lima, se aproximaron a un mismo espacio a partir de visiones y conceptos distintos, aunque también coincidieron en algunos puntos. Ellos comentaron sus planteamientos en el conversatorio “Proyectos de Arquitectura que participaron en el Concurso del Club Rinconada”, primera actividad de la Carrera de Arquitectura en el marco de los Miércoles de la Escuela Universitaria de Ingeniería. Una oportunidad para que los alumnos de esta carrera comprendan cómo un mismo proyecto puede ser afrontado desde diversas filosofías, planteamientos estéticos y conceptos.
La primera exposición estuvo a cargo del estudio Llosa-Cortegana Arquitectos (Rodolfo Cortegana y Patricia Llosa), que ha obtenido diversos premios, entre ellos el primer puesto en el Concurso Edificio de Servicios Universitarios de la PUCP, en el 2009. Rodolfo Cortegana comentó que ellos piensan la arquitectura en términos de la vida misma, como algo que se encuentra permanentemente en un estado circunstancial. Para afrontar el proyecto, partieron de la presencia de un edificio preexistente y fueron estructurando la propuesta en función de la luz y la presencia del cerro. Además, tomaron en cuenta la condición de la radiación solar, que afectaba al proyecto sistemáticamente. Así, desplegaron un trazo definido por el este-oeste y construyeron la mirada en el norte-sur, donde el clima resulta más benigno. El jurado calificó la propuesta como un proyecto con gran calidad estética, de una escala apropiada y preocupada por un diseño bioclimático.
Espacios intermedios
La siguiente mirada estuvo a cargo de Llonazamora Arquitectos (Michelle Llona y Rafael Zamora), estudio fundado en el año 2009 y que ha desarrollado diversos trabajos en arquitectura, paisaje, fotografía e investigación. Además, entre sus logros se encuentra haber obtenido el primer lugar en el Concurso Ideas para las intervenciones en el parque arqueológico de Machu Picchu. En este caso, confesaron, la idea partió como algo bastante trágico, ya que el Club Rinconada se da cuenta de que tiene un edificio que debe demoler. Su propuesta se concentró en la limpieza visual y de la gran perspectiva, así como en una especie de última estación de un recorrido que implica varios pasos.
Acerca de su filosofía como arquitectos, comentaron:
“La mayor comprensión de un lugar o un edificio es la comprensión afectiva, no la comprensión intelectual. La comprensión afectiva despierta emociones. ¿Cómo reformar una obra de arquitectura que a veces es una cosa un poco sosa y otras veces puede ser, en su punto máximo, muy inteligente, en algo que afecte el área emotiva, que comprometa? Se debe construir un imaginario con el lugar”.
Así llegaron a la conclusión de que lo que le hacía falta al club eran espacios intermedios, que no estén ni afuera ni adentro; lugares condicionados arquitectónicamente pero no determinados programáticamente, donde no hubiera una función predeterminada. El jurado destacó el proyecto otorgándole el segundo lugar.
El valor de distintas miradas
A continuación vino el turno de Seinfeld Arquitectos + Tandem Arquitectura (Cynthia Seinfeld, Juan Carlos Burga, Jorge Draxl), cuyos integrantes trabajan cada uno en su propio estudio pero crearon esta agrupación en el 2012 para abordar una serie de trabajos en conjunto. Han obtenido, por ejemplo, el primer puesto en el concurso de méritos de una vivienda temporal en San Isidro. Ellos destacaron lo importante que resultaba para los estudiantes de la Carrera de Arquitectura la posibilidad de ver cómo hay cinco propuestas, cinco filosofías de trabajo enriquecedoras sobre cómo abarcar un mismo diseño.
Luego recordaron que este encargo por concurso planteaba un conjunto de características particulares: una zona colindante con un cerro, el tema de la sustentabilidad y la relación con el medio ambiente. Partiendo de allí, su filosofía de trabajo consistió, como explicaron en el conversatorio, en pensar que la arquitectura cumple un rol mediador entre el paisaje y el hombre, contribuyendo siempre a magnificar la experiencia humana del hábitat. Su propuesta buscó ahondar en las posibles formas de ocupar el espacio y entender las relaciones entre ellas, y el jurado consideró que estaba muy integrada con el paisaje, con alta calidad en sus espacios interiores y un exquisito manejo de la luz natural y de las visuales.
El estudio 51-1 Arquitectos (César Becerra, Fernando Puente-Arnao, Manuel de Rivero), por su parte, compartió su intención de edificar torres por niveles para diversos usos, integradas por especies de pasarelas que promovieran el encuentro social. Las cuatro torres contarían con árboles al centro, para que se encarguen de dar sombra; además, se trabajaría con celosías para las zonas donde incide el sol. El jurado consideró su idea como un proyecto articulado en torno a su integración con el paisaje, y destacó su claridad conceptual y organizacional. Cabe destacar que el estudio 51-1 Arquitectos fue fundado en el año 2005 y, desde entonces, ha desarrollado diversos proyectos con reconocimientos a nivel nacional e internacional. Obtuvo, por ejemplo, el primer lugar en el concurso internacional para la ampliación del Museo de Arte Moderno de Medellín, en Colombia.
Proyecto ganador
Finalmente, los alumnos pudieron oír al representante del estudio que ganó el proyecto: Nómena Arquitectos (Moris Fleischman, Diego Franco, Héctor Loli y Jorge Sánchez, docentes de nuestra Carrera de Arquitectura), fundado en el 2007 y uno de los estudios con mayor proyección a nivel latinoamericano. Han recibido diversos reconocimientos a nivel internacional y publicaron el libro Conposiciones: 20 aproximaciones a la arquitectura peruana.
Ellos enfatizaron la conexión que querían lograr con el edificio por todos sus frentes y en su implantación, basándose sobre todo en dos cortes para armar el proyecto. Su propuesta también incluía la idea de espacios para usos variables, en los que no resultaba tan importante la finalidad sino la manera como se debían ubicar. La intención era configurar un edificio unitario pero al mismo tiempo suficientemente permeable, transparente, para vincular el cerro a través del aspecto visual como en los recorridos. Aseguraron:
“Se configura un sistema en un edificio bastante unitario y bastante contundente, que es algo que a nosotros nos gustaba porque nos remitía un poco a una cosa más como de infraestructura, que tenía la potencia suficiente para poder dialogar con ese paisaje y topografía. Una presencia potente pero a la vez ligera”.
Estos fueron los motivos que el jurado resaltó para otorgarle el primer lugar: poseer la representatividad esperada para el edificio central del Rinconada Country Club, insertándose de manera sutil y cuidadosa en el paisaje; lograr una adecuada organización de los usos de acuerdo al carácter de los mismos; potenciar la integración del edificio con el entorno por sus cinco fachadas, cuatro laterales más el techo, consiguiendo las mayores conectividades con su entorno tanto edilicio como paisajístico; y tener una precisa lógica constructiva y material que permita una economía en su construcción.