Edwin Derteano, graduado de nuestra Facultad de Administración y presidente de la Asociación Automotriz del Perú (AAP), busca desde este gremio que el sector automotor siga acompañando el crecimiento económico del país, además de impulsar iniciativas que apunten a mejorar las condiciones del tránsito y del transporte terrestre en el Perú.
La AAP es la más antigua de su rubro en Sudamérica.
Se formó en 1926 gracias a una propuesta de Eduardo Dibós Dammert, quien fue alcalde de Lima en dos períodos y presidente del Comité Olímpico Peruano. Y es que nuestro país, pese a todos sus problemas, siempre ha sido una nación de emprendedores y de líderes que están a la vanguardia en lo que hacen.
¿A qué actores del sector automotor agrupa la AAP?
Desde sus comienzos, la AAP ha tratado de reunir a todas las empresas que se dedican a la actividad vehicular. La AAP se divide en comités, que son los siguientes: Comité de Vehículos Pesados (buses y camiones), Comité de Vehículos Ligeros (automóviles), Comité de Vehículos Menores (motos) y Comité de Suministros (aseguradoras, repuesteros, talleres, etcétera).
¿Qué funciones ejerce la AAP?
Desde luego, está el tema gremial: compartimos con los socios informaciones, como por ejemplo las estadísticas de las importaciones de autos o de la matriculación de placas. Esto último nos permite saber cuál es la cantidad exacta de carros vendidos y cuál es la región del Perú en la que se llevaron a cabo las ventas. De alguna forma, la venta de vehículos es un termómetro de la marcha de la economía de un país. Si esta va bien, es usual que el sector automotor también ande bien. Incluso el crecimiento anual de este rubro es de cerca de 20%, una cifra que está por encima del crecimiento económico del Perú. Comparemos nuestro caso con el de Venezuela. En sus mejores épocas, se compraban ahí unos 490.000 vehículos nuevos al año, pero en el 2012 no se llegaron a vender ni 140.000 unidades. Ahora miremos a Chile, donde el 70% de los automóviles es comprado vía créditos. Hacia esa meta tiene que apuntar el Perú, donde sólo el 30% de los carros es vendido de la misma manera.
La AAP, además, procura siempre estar en contacto con la sociedad.
Contamos con un área de Servicio Legal, a través de la cual informamos cómo las nuevas leyes pueden afectar al sector automotor. Asimismo, brindamos capacitaciones y cursos, dirigidos tanto a gerentes como a jefes de talleres o a mecánicos. En la misma línea, hace tres años logramos que el Ministerio de Transportes y Comunicaciones nos delegue la tarea de coordinar y autorizar la inscripción de vehículos para la obtención de placas.
Otro reto que estás asumiendo es la supervisión de las estrategias y actividades de la Fundación Transitemos, cuyo lema es “Unidos por un transporte eficiente”.
Transitemos es una organización sin fines de lucro, cuyo objetivo es mejorar las condiciones del tránsito y del transporte terrestre en el Perú, lo que, a la larga, beneficia la calidad de vida, optimiza la economía y mejora la seguridad y el medio ambiente. Y es que en el Perú, el transporte, la gestión del tránsito y la seguridad vial están en crisis. Desde Transitemos queremos impulsar investigaciones, estudios y diagnósticos, así como propuestas de políticas y legislaciones, a fin de propiciar un cambio de conductas mediante la educación vial y ambiental.
Tu fascinación por el mundo de los autos es de larga data.
Desde chico me he sentido atraído por los mecanismos. Veía uno y lo armaba y desarmaba. Mi padre era ingeniero civil, y por él pasé mucho tiempo en haciendas, en las que mataba el tiempo manejando tractores y camiones. A los quince años ya corría motos. Actualmente soy parte de un equipo de moteros viajeros del que también son parte los empresarios Diego Ipince, Rafael Belmont, Marco Peter Mengoni y Hugo Ríos. Y ya desde la universidad me cachueleaba modificando o arreglando los motores de los carros de mis amigos.
Es en la Universidad de Lima donde descubriste tu talento como administrador.
Ingresé en 1966. La Universidad llevaba apenas unos cuatro años de creada. La Administración era relativamente nueva en el Perú y surgía como una carrera del futuro. Todavía recuerdo cuando el rector de entonces nos comentó: “Vamos a enseñarles un poco de todo sobre lo que sucede en una empresa: contabilidad, economía, derecho laboral, etcétera. Vamos a contribuir para que ustedes estén preparados para crear negocios o para mejorar los que ya funcionan”. En efecto, siento que la Administración ha sido un magnífico complemento en todo lo que he hecho, sea como consultor, empresario o empleado.
¿Qué otros aspectos destacarías de tu paso por la Universidad de Lima?
Nuestra alma máter contaba con el respaldo de unos maestros y profesionales de primera, tales como Pinilla, Fernando Cueto o Héctor Velarde. Esta tradición de la calidad en la enseñanza sigue hasta hoy. Además, vale resaltar que, en mi época, la cantidad de alumnos no era extensa, lo que propiciaba un ambiente de cercanía que permitía un rico intercambio de experiencias y un afianzamiento de amistades irrepetibles.