Después de 20 años en el mundo corporativo, Alfredo Quiñones decidió emprender con un negocio de tecnología hecho a la medida de las necesidades de las empresas. Así, crea soluciones aplicables a la topografía, la agricultura o la minería, con tecnología de alta precisión, a precios accesibles.
Alfredo es administrador por la Universidad de Lima. Ha trabajado en Nestlé y en The Coca-Cola Company, donde siente que se terminó de formar como profesional. Ahora tiene planes de crecer con Mettatec, lo que ya le permite vender a empresas extranjeras.
¿Cómo empezó Mettatec?
Un día me llamó Augusto Sotomayor, quien ahora es mi socio, y me comentó varias cosas que estaba haciendo. A mí me interesó mucho lo que me decía. Lo que hacía era ofrecer servicios industriales a empresas mineras y de construcción, con vehículos no tripulados, como drones, botes o aviones. Se manejaban a control remoto. Hacían trabajos de topografía, cableados de torres de alta tensión, batimetría con botes, inspecciones subterráneas con submarinos no tripulados, etcétera. También fabricaban drones, botes… todo era muy interesante. Me comentó, además, que tenía un socio, Julio Durand, quien es un genio de la tecnología, integra cualquier cosa que tenga enfrente, sabe de robótica, de internet de las cosas, sensores multimedia, un poco de todo. Un día nos reunimos y nos entendimos muy bien los tres. De ahí surgió este emprendimiento, que ya tiene dos años de vida. Es una empresa que tiene la capacidad de integrar diferentes tecnologías, sobre todo de alto crecimiento, y crear muy rápidamente prototipos o soluciones que se pueden llevar a testeo para convertirlos en un producto terminado y comercializable.
¿En qué año te uniste a este emprendimiento?
En junio de 2020 recibí la llamada de Augusto Sotomayor, nos unimos en julio y, a partir de septiembre de ese año, empezamos a trabajar como empresa formal. La empresa se llama Metta Technology, pero comercialmente nos llamamos Mettatec. Empezamos desarrollando equipos de bioseguridad. Creamos todo un portafolio basado en dos tecnologías: el uso de luz ultravioleta, que tiene propiedades de desinfección, y una pintura fotocatalítica, que al hacer contacto con la luz ultravioleta genera fotocatálisis y emite en el aire, de forma artificial, microgotas de peróxido de hidrógeno. Esos equipos, colocados en una oficina o en un bus generan fotocatálisis en forma permanente, emiten peróxido de hidrógeno o microgotas de agua oxigenada que no se sienten en el aire. Son como pequeños soldados invisibles que eliminan bacterias.
¿Dónde instalaron esos equipos?
Los colocamos en más de 4.000 taxis en el Perú. Vendimos más de medio millón de soles solamente en este producto para taxis. Luego migramos a los buses del Metropolitano, después a clínicas, colegios y universidades. Pero el negocio fue cayendo poco a poco, a medida que la pandemia fue perdiendo relevancia. Ahí nos reinventamos, en muy poco tiempo, y migramos al desarrollo de esta tecnología que he comentado.
¿Cómo está la competencia en el rubro que ustedes manejan?
Las soluciones aplicables a la topografía, la agricultura o la minería, que llevan tecnología de alta precisión, son muy costosas. Nosotros nacimos para generar soluciones accesibles. Con nuestros dispositivos, un dron normal se convierte en un dron para uso topográfico de precisión centimétrica. Nosotros empezamos a vender esos accesorios en nuestro e-commerce y desde hace casi veinte meses. En este tiempo, hemos logrado vender en más de 50 países y abrir siete distribuidores en Canadá, Finlandia y en otros países. Estamos buscando un inversionista que nos brinde capital. El negocio está escalando orgánicamente, pero queremos invertir para llevarlo a otro nivel. Últimamente nos hemos dado cuenta de que el dispositivo que está detrás de la tecnología no solo se puede aplicar en equipos topográficos, sino también en soluciones para la minería, para la agricultura de precisión, para las industrias de paneles solares y más. Hemos creado un dispositivo que es una especie de diamante en bruto que nos permite crear un sinnúmero de soluciones. Por eso se nos han acercado compañías como Ferreyros y Cosapi, porque han visto el potencial que tenemos.
¿Este tipo de soluciones no se fabrica en el Perú?
No se fabrica aquí, ni siquiera cerca. Hay proveedores en Asia, pero el costo es mucho más alto. Aquí tenemos la posibilidad de crear soluciones a medida con tecnología de punta y a un precio accesible. Hemos empezado a desarrollar un proyecto para la agricultura de precisión. Tenemos proyectos para convertir tractores regulares en tractores inteligentes. También tenemos proyectos para la pesca; por ejemplo, el fish finder, que es un bote autónomo. Las bolicheras que pescan tiran ese bote autónomo al mar y este busca los cardúmenes en tiempo real y ve si se pueden pescar o no, dependiendo de si hay veda.
¿Qué otras soluciones han desarrollado?
Otra solución que tenemos es para la limpieza de los paneles solares, que es un problema para la industria. Actualmente los limpian con camiones cisterna, los riegan simplemente. No es un proceso automatizado. Nosotros hemos creado un robot para limpiar las lunas de los edificios, con la finalidad de erradicar los trabajos de alto riesgo, gracias a la tecnología. Creemos que en estos tiempos una persona no debería arriesgar su vida en un andamio, cuando esa labor se puede hacer con un robot, que además resulta más económico. Incluso hemos creado soluciones para el rescate de personas. En caso de que una persona se pierda en un lugar inhóspito, con una flota de drones dotados de cierta tecnología se puede realizar el rescate. Estamos creando numerosas soluciones, todo a partir de una tecnología que estamos desarrollando en el Perú y con mano de obra peruana. Desarrollamos innovación a medida.
¿Cómo piensan crecer?
Buscamos socios. Necesitamos que algunas compañías que tengan expertise y entienden la industria de manera profunda nos transmitan los insights o los pain points de las industrias para crear soluciones a medida y hacer un modelo de negocio colaborativo. Tenemos poco tiempo en el mercado, pero con lo que ya hemos desarrollado y creado estamos viendo un mar de oportunidades.
Además, han sido ganadores en el concurso Startup Perú…
Sí, ganamos en la categoría de Emprendimientos Dinámicos. Y salimos finalistas en el concurso Startups 4 Perú, de EY, El Comercio y Canal N. Postularon 119 empresas y quedamos 12 finalistas. Recientemente hubo una feria en el laboratorio de EY, con todos los finalistas. Nos visitaron empresarios, aceleradoras e incubadoras; hemos hecho muchos contactos con empresarios y se nos ha llenado la agenda de reuniones. Eso nos ha dado una buena exposición, se nos han acercado varias compañías y vemos que no hay muchas empresas como la nuestra, ni en el Perú ni en Latinoamérica, que desarrollen este tipo de tecnología a medida.
Sus productos implican un desarrollo tecnológico siempre…
Sí, creamos cualquier cosa, somos integradores de tecnología.
¿En qué están trabajando ahora mismo?
Estamos trabajando ciertos proyectos que nos permitan dar un salto. Tenemos un proyecto ahora con Canadá, con el que vamos a facturar un millón de soles, con un margen de medio millón de soles en una sola operación. Además, hemos abierto proyectos con India y Costa Rica. Estos proyectos vienen con una orden de compra importante, que amerita invertir en innovación y desarrollo.
¿Cómo fue tu paso por el mundo corporativo?
Toda mi carrera profesional la hice prácticamente en dos empresas. Una es Nestlé, donde trabajé siete años, manejando la unidad de helados D’Onofrio para el Perú. Luego pasé a The Coca-Cola Company, donde estuve cerca de ocho años y medio, básicamente manejando el portafolio de bebidas de Coca-Cola para varios países de Sudamérica. En 20 años de labor en el mundo empresarial, me formé como profesional y desarrollé una forma de trabajar, adquirí disciplina y una metodología para hacer proyectos y generar valor. Con todos esos conocimientos, tomé la decisión de emprender.
¿Cómo te diviertes en tu tiempo libre?
Soy un apasionado de la meditación, incluso doy charlas sobre meditación en empresas. En mis tiempos libres, medito, conecto con mi lado interior, replanteo y redefino lo que es para mí la felicidad y el éxito. Mi centro de gravedad gira alrededor de mi familia. Dejar el mundo corporativo para incursionar en un emprendimiento, después de casi 20 años, es algo que se acompaña con un cambio interno. Estoy tratando de redefinirme y de sacar la mejor versión de mí mismo. Mi tiempo libre lo comparto entre mi práctica espiritual de la meditación avanzada y el tiempo de calidad que dedico a mi familia. Estoy en un proceso de búsqueda espiritual que conecta mucho con la transformación laboral que he tenido en los últimos años.
¿Qué te pareció tu carrera de Administración en la Universidad de Lima?
La Ulima siempre es un sello de garantía y prestigio. A mí me abrió muchas puertas, sobre todo las de Nestlé y Coca-Cola. Salir como graduado de la Universidad de Lima es una garantía de estar bien preparado. Y, más allá de la preparación que tenemos, los egresados de la Ulima compartimos una ventaja competitiva muy importante, que es un network de mucho valor. Yo me encuentro casi a diario con exalumnos de la Universidad, y en cuanto nos enteramos de dónde venimos, la conversación fluye de una manera diferente. En la Universidad de Lima generé vínculos de amistad muy bonitos. Mis amigos más cercanos son de esta casa de estudios y siempre nos vemos. Mi experiencia fue muy positiva y me encantaría que mis hijos pasen por mi Universidad.