Como director de PeruVentures, Guillermo Quintana, egresado de la Facultad de Administración, explora la fusión de las incubadoras de negocios con el compromiso social a través del trabajo con comunidades rurales y urbanas de escasos recursos que apuestan por montar empresas de manera colectiva adaptando el modelo de las microfranquicias.
¿En qué se diferencia PeruVentures de otras consultoras orientadas al emprendimiento social?
PeruVentures es un esfuerzo multidisciplinario por sacar adelante a los emprendedores de bajos recursos, brindándoles lo necesario para desarrollar su microempresa, enseñándoles a empaquetar sus negocios sobre la base de manuales y procesos. Además los ayudamos a conseguir créditos.
PeruVentures busca la creación de cadenas productivas a partir de la aplicación del concepto de microfranquicias. Crear una empresa sólida que pueda conquistar un gran mercado no es tarea fácil, el camino que proponemos es el de las empresas colectivas, donde cada unidad empresarial debe mantener un estándar de calidad para poder trabajar con una sola marca y de esta manera conquistar diferentes segmentos. Nos interesan las relaciones de solidaridad y retroalimentación que surgen a raíz de las asociaciones de personas interesadas en el mismo sector.
¿Se podría decir que son una incubadora de negocios?
Claro que sí. Somos una incubadora dirigida a los emprendedores de bajos recursos. En la actualidad estamos evaluando incursionar en las universidades. Hemos trabajado proyectos de emprendimiento social en diferentes zonas del Perú. PeruVentures se alimenta de las variadas experiencias como el trabajo con catorce asociaciones de emprendedores en Huacho, donde vimos nacer empresas de yogur, bisutería, peluquería, entre otras. Sumémosle a eso las microfranquicias de turismo que desarrollaron los jóvenes de Lurín que en la actualidad ofrecen un servicio de guías de alta calidad. Hemos trabajado en Arequipa y Huacho con pescadores artesanales para brindarles herramientas que fortalezcan sus cadenas productivas a través del conocimiento de principios de gestión adaptados a su rubro y cultura.
¿Tu reciente libro Las microsoluciones a la pobreza recoge esas experiencias?
La idea del libro nace a partir de la variedad de experiencias y conocimientos que adquirió mi equipo al ponerse en contacto y crear relaciones estrechas con los emprendedores de bajos recursos. Creo que más que un libro descriptivo es un manual, lleno de datos y experiencias que podrían ser aplicables en otras realidades. Las historias de los emprededores de las diferentes regiones del Perú que formaron un equipo con los miembros de PeruVentures son las protagonistas del libro. El objetivo del texto es difundir el concepto de microfranquicias, ya que ha resultado una experiencia exitosa tanto a nivel rural como urbano.
¿Cuáles son los ejes principales del libro?
La mayoría de microempresarios peruanos requieren con urgencia acceso a métodos y herramientas propias del empaquetamiento de negocios para salir del improvisamiento, mejorando cuantiosamente su productividad. El libro se enfoca en conocer las características y los funcionamientos de tres pilares: la microempresa, el microcrédito definido como el apalancamiento financiero necesario para montar un negocio y la microfranquicias, cuyo objetivo es brindar soluciones integradas e idóneas para los requerimientos de los empresarios con pocos recursos. El libro propone a la microfranquicia como un camino para la representación y agrupación de personas con inquietudes, intereses y necesidades que se complementen, sacándole el máximo provecho a una idea innovadora.
¿Cómo llegaste al concepto de microfranquicias?
Una organización americana que venía de trabajar ese concepto en India y África se puso en contacto conmigo, porque les interesaba la labor que empezaba a desarrollar en PeruVentures. Al convocarme y convertirme en su gerente de márketing tuve la oportunidad de desarrollar la primera red de microfranquicias de taxis en el Perú. Incluso cuando gané una beca por dos años para estudiar un MBA en la Universidad de Kentucky, seguí desempeñándome en el mismo cargo. La experiencia no pudo ser más positiva: logramos ayudar a sesenta taxistas, a quienes llamamos empresarios del volante, a tener su propia unidad de trabajo a través de dos canales de financiación: inversionistas ángeles provenientes de California y microcréditos a tasas muy bajas pertenecientes a cajas municipales. Al culminar este proyecto, retomé mi propia organización (PeruVentures), que inicié cuando terminé la carrera de Administración para poder plasmar en ella todo lo aprendido.