Giuseppe Parodi tiene más de 15 años de experiencia en la gestión de recursos humanos y actualmente se desempeña como gerente de Talento, Cultura y Comunicación para Latinoamérica en Reckitt, en México.
Es administrador por la Universidad de Lima, ha jugado básquet a nivel competitivo y llegó a ser capitán de la selección Ulima en ese deporte. En su carrera profesional, ha aplicado los mismos valores de perseverancia, disciplina y trabajo en equipo con los que se forjó en el deporte.
¿Podrías compartir cómo ha sido tu experiencia en Reckitt, desde que ingresaste hasta el día de hoy?
Estoy en Reckitt desde hace casi tres años. Ingresé en el 2020, como HR manager para el Perú y Venezuela. Luego se incluyó Colombia. Me propusieron trabajar en Canadá, desde donde debía manejar dos unidades de negocio, salud y nutrición, como gerente de Recursos Humanos a nivel global. Acepté, pero como estábamos en pandemia, no fue necesario viajar. Operé todo de forma virtual. La asignación fue de un año, tiempo en el que aprendí mucho del negocio. En diciembre me contactó el equipo global y me dio una oportunidad en el área de Talento, Cultura y Comunicaciones para Latinoamérica, lo que me llevó a mudarme a México, donde hoy trabajo. Yo siempre había estado en la gestión de recursos humanos como HR manager o como human resources business partner (HRBP), pero nunca desde el centro de excelencia, como le llamamos a la gestión específicamente de un proceso de recursos humanos.
¿Cómo te ha ido en este tiempo, en un puesto nuevo para ti y en un país diferente?
Me ha ido bien. La empresa, al ser global, tiene la misma cultura. La prioridad del negocio es entregar resultados, pero al mismo tiempo cuidar a las personas. Esos dos componentes encajan perfectamente con lo que yo busco en mi carrera. Por otro lado, en lo personal, la adaptación ha sido muy buena. Estoy con mi esposa y nuestra hija de tres años.
¿Qué implica para ti cuidar a las personas y tener resultados?
El área de recursos humanos cuida y desarrolla a las personas, les da oportunidades, recluta, hace las bajas, pero siempre con un enfoque en gestión humana. Eso está bien, pero para mí, como gestor de recursos humanos, es muy importante conocer el negocio, los aspectos financieros, las marcas que posee la compañía, cómo se desarrolla la producción, la cadena de distribución… Hay que conocer el negocio en general, porque eso ayuda a tomar las decisiones más apropiadas, decisiones que involucran a las personas, y obtener los mejores resultados. Creo que se puede realizar una gestión del talento con sistemas mucho más efectivos y eficientes, con estructuras mucho más apropiadas y cuidando de las personas, para desarrollarlas.
¿Qué consideras que es lo más complicado de lograr en tu rubro y cómo enfrentas ese tema?
Lo más difícil es la gestión del cambio, construir o desarrollar ese músculo en las personas para que asuman el cambio de una manera positiva. Hablo de cualquier cambio, no solamente en lo organizacional, sino en lo personal también. La gente debe prepararse para asumir nuevas responsabilidades de manera positiva. Tengo una experiencia profesional de 15 años, más o menos, y eso ha sido lo más retador para mí, porque implica cambiar el mindset de las personas.
¿Cómo manejas el tema de la transformación digital y los cambios que implica en las formas de trabajar?
La transformación –o el cambio– es la columna vertebral de una empresa. Todas las organizaciones que se han reinventado en el tiempo han perdurado. En Reckitt, el cambio es parte del ADN, por eso tenemos ya 200 años y queremos tener 200 más. La transformación digital demanda preparar la mentalidad de las personas para asumir el cambio, para aprender cosas nuevas. La frase típica “antes se hacía así” es algo que debe descartarse en la mente de las personas; se debe lograr que piensen bajo el nuevo sistema.
¿Cómo enfrentas el tema del cambio en los perfiles profesionales?
Estos también cambian y depende de cómo cada uno transforma su estructura para adaptarse a un mundo más digital. Para mí, la clave está en combinar perfiles. Ahora mismo estamos desarrollando un programa llamado Rivers Mentory (mentoría al revés), que no se basa en la típica mentoría en la cual tienes un mentor con mucha experiencia que enseña a personas más jóvenes. Es al revés, se trata de que las nuevas generaciones den mentoría a los líderes séniors de la organización. La idea es que las generaciones se beneficien unas de otras: las más jóvenes traen cosas nuevas y las mayores enseñan algo que las más jóvenes nunca han podido experimentar. Este programa nos va a ayudar muchísimo.
¿Qué trabajos has tenido anteriormente?
Mi primer trabajo fue en la compañía del padre de un amigo. Luego estuve en Delosi, por poco más de un año. Después fui a Roche, donde tuve mi primer rol de líder, oficialmente. Entré como jefe de Compensaciones y Desempeño, tenía a dos personas a mi cargo. Era una compañía global, me adapté rápidamente y pude desarrollarme en gestión de competencias de liderazgo. Iba a irme a las oficinas de Colombia, cuando sobrevino la pandemia y los planes se quedaron en stand by, y empecé a manejar los tres países de forma virtual. Estuve como gerente de Recursos Humanos para el Perú, desarrollé muchas capacidades, muchas competencias, lo cual me preparó para dar el salto a Reckitt, donde empecé manejando estructuras más grandes.
¿Cómo fue tu experiencia en la Universidad de Lima?
Cuando entré a la Ulima tenía muchas dudas sobre qué estudiar. Inicialmente, pensé en Comunicación; pero después me di cuenta de que mis intereses iban por otro lado y me cambié a la Escuela de Negocios. Pensé en estudiar Administración y especializarme en Marketing, pero, después de analizarlo bien, tuve claro que soy muy empático, me encanta conectar con las personas y aconsejarles, entonces exploré recursos humanos, y eso me interesó mucho. Tuve muy buenos profesores, me encantó la perspectiva que le daban a la gestión del talento. Disfruté muchísimo la Universidad. Pienso, además, que la Universidad de Lima te ayuda a generar conexión con diferentes personas. Yo jugaba básquet antes de entrar a la Universidad, llegué a ser capitán de la selección nacional, y cuando ingresé a la Ulima entré al equipo de básquet y llegué a ser capitán también de la selección Ulima.
¿Cómo les iba con este deporte en tu época?
Muy bien. Campeonábamos casi siempre; la única vez que no ganamos yo salí como mejor jugador del campeonato, el mejor encestador. Me tocó liderar un equipo muy bonito de personas, buenos amigos con quienes aún mantengo contacto. Además, valoro esa experiencia en la Ulima porque el deporte te forma en valores. Y lo más bonito es que pude compartir este deporte con mi hermano, que es un año menor que yo. Él es abogado por la Universidad de Lima y, al retirarme, le pasé la banda. Los dos hemos tenido el mismo grupo de amigos en el básquet de la Universidad.