Diether Beuermann, licenciado en Administración y Economía por la Universidad de Lima, magíster por la Durham University y doctor por la University of Maryland, es un graduado que se ha orientado a la vida académica y a la investigación sobre políticas públicas y de desarrollo. Comenzó investigando modelos econométricos y tiempo continuo para explicar y determinar niveles y volatilidades de tasas de interés de mercados internacionales, y luego para estimar medidas de riesgo financiero. Luego de su doctorado se enfocó en la evaluación de impactos sociales y económicos de determinados fenómenos y acciones. Hoy viene trabajando en varios proyectos en paralelo, muchos de ellos vinculados estrechamente con el Perú.
¿Por qué eliges Administración como tu primera carrera?
Recuerdo que en la época en que tuve que tomar la decisión me dedicaba más al deporte, formaba parte del equipo competitivo de remo del Perú. Acababa de salir del colegio y tuve que definir qué carrera estudiar. Opté por Administración, si bien no estaba muy seguro, porque me comentaron que en esta carrera vería de forma general varios tipos de conocimiento, tanto en el ámbito empresarial como en otros: economía, marketing, relaciones humanas, etcétera. La idea me atrajo porque buscaba una carrera que brindara una visión amplia, para luego descubrir hacia qué área específica me orientaba.
¿A qué área decidiste orientarte y cómo decides estudiar también Economía?
Una vez que me encontraba siguiendo la carrera de Administración el tema que me cautivó fue el de finanzas. Así que termino Administración en el 2001 e inmediatamente aplico a una maestría en finanzas, lo que me permite obtener una beca e irme a estudiar a Inglaterra, en la Durham University. Se trataba de una maestría científica. Acabé en primer puesto y me encantó todo lo que aprendí sobre economía. Esto último me motivó a tomar la decisión de regresar al Perú y estudiar Economía como mi segunda carrera. Al terminar mis estudios apliqué por Internet al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para su sede en Washington. Quedé seleccionado y en febrero de 2005 me fui para allá.
Cuéntanos acerca de esta experiencia y lo que vino después.
Básicamente, lo que me interesaba era la investigación económica y financiera. Estuve trabajando en el BID todo el 2005 y luego decidí que quería hacer el programa de doctorado, el Ph.D. en Economía, en alguna universidad de Estados Unidos. Estos programas duran cinco años y son como programas dobles: si terminas bien los cursos obtienes una maestría en Economía, y si terminas exitosamente la investigación científica, que es tu tesis, consigues el doctorado. Comencé en agosto del 2006, en la University of Maryland - College Park, y terminé cuatro años después. Al graduarme, en el 2010, me ofrecieron varios trabajos en Estados Unidos: uno en el Banco Mundial y dos en el BID. Al final me decidí por uno de los trabajos en el BID, en el área de Evaluación e Investigación. Me encuentro ahí desde julio de 2010 y vengo desarrollando una serie de investigaciones, enfocado en economía de desarrollo y economía pública, así como en microeconometría aplicada. Precisamente las áreas de especialización que seguí en el doctorado. Estoy aplicando todo eso de manera intensa en el Perú.
¿En qué consisten los proyectos relacionados al Perú?
Comencé trabajando en Rusia, lo que me sirvió para el desarrollo de mi tesis, analizando los efectos económicos de la descentralización de servicios públicos. Luego me enfoqué más en la investigación en el Perú, específicamente en lo que se refiere a bienestar, ingresos y dispersión de precios entre mercados. He estado trabajando en dos investigaciones: una de tecnologías de la comunicación enfocadas en áreas rurales muy aisladas y otra vinculada a los aspectos generales de cómo la introducción exponencial que ha habido en el Perú en los últimos seis años, con respecto a la cobertura celular a nivel nacional, ha afectado las variables económicas. Pero también he empezado a realizar otro tipo de trabajos, como investigaciones para ver los efectos de la electrificación rural y otras relacionadas con la educación de enfoque experimental, como investigaciones para identificar los efectos de introducir tecnologías en la educación, específicamente computadoras y programas especializados, para estudiantes de primaria. Otros proyectos analizan los impactos de haber nacido durante una helada en los Andes, la acumulación de capital humano al corto y largo plazo, y qué tanto impacta introducir, por ejemplo, recordatorios para citas con médicos en mujeres pobres en Ventanilla, empleando mensajes de texto.
¿Y vienes trabajando también en otros países?
Estoy desarrollando proyectos en Ecuador, investigando por ejemplo cómo impacta en la frecuencia y en la productividad de los préstamos en microfinanzas el hecho de migrar del método convencional para recolectar datos para la financiación hacia capturas digitales de datos en zonas aisladas. Luego en Paraguay estamos viendo un proyecto de educación en el cual estamos experimentando con una metodología, para niños de preescolar, que fue exitosa en Nueva York en la enseñanza de matemáticas. El BID atiende a toda Latinoamérica y el Caribe, así que van a surgir más proyectos en otros países, pero mis proyectos específicos de investigación están en Perú, Ecuador y Paraguay.
¿Cuál es el punto en común de estos proyectos?
El punto en común de todos los proyectos es evaluar cuál es el impacto causal de un programa en las variables de resultado que nos interesan. En educación, una de las principales variables de resultado es, por ejemplo, el rendimiento académico; en los temas de infraestructura las principales variables de resultados son el bienestar económico, la dispersión de precios, los ingresos, el gasto, el trabajo infantil y la oferta laboral adulta. En los pilotos experimentales se emplean técnicas que no se usan comúnmente, y la clave ahí está en ver el tipo de impacto de estas técnicas y cuál es la mejor forma de implementarlas si es que queremos ampliarlas a políticas nacionales. Se trata de trabajos a largo plazo que van a tomar tres o cuatro años.