Trabajo colaborativo y decisiones emocionales

Cuando Arnaldo Rivera llegó a Izipay, hace seis años, aún no existía el área de recursos humanos. Él llegó con la misión de crearla desde cero, y desde entonces la gerencia. Lo hizo basado en el siguiente concepto: la clave del buen funcionamiento de un área es el trabajo en equipo. Precisamente, el nombre del curso que dicta en la Maestría en Dirección de Operaciones y Proyectos de la Universidad de Lima (MDOP) es Trabajo Colaborativo y Equipos de Alto Rendimiento. Sobre esta materia y su experiencia laboral, el egresado de Contabilidad Ulima nos habla en la siguiente entrevista. 

¿Cómo debería ser el trabajo en equipo para que todo marche de manera óptima?
La base de todas las relaciones humanas se encuentra en la inteligencia emocional. No solo somos seres racionales sino principalmente emocionales, y muchas de las decisiones que tomamos (más de las que somos conscientes) parten de un impulso. Es por ello que dedico la primera parte de mi curso de la Maestría a analizar este fenómeno, a entenderlo y a reconocerlo en nosotros mismos para poder gestionarlo antes de avanzar. 

No debe de ser fácil lograr un cambio verdadero, porque, desde pequeños, nuestra educación se basa más en lo racional que en lo emocional...
No es fácil, por supuesto. Toda la educación tradicional se enfoca en lo racional, cuando en la práctica la emoción es lo que manda en la mayor parte de ocasiones. Gestionar nuestras emociones sirve para el trabajo en equipo, para las relaciones de pareja, con los amigos... ¡para todo! 

¿Cómo se educa a una persona para tomar las mejores decisiones emocionalmente?
Es un aprendizaje que nunca termina. Lo primero que debemos hacer es reconocer nuestros propios sentimientos e impulsos ante determinadas situaciones. Hay quienes, “de fábrica”, venimos renegones; otros, resilientes o dominantes; o con muchas actitudes diferentes. Estas características las adquirimos de pequeños, al interactuar con nuestro entorno. De grandes, usualmente mantenemos esos hábitos. Profesionalmente, debemos tomar consciencia de ello y forzarnos a desarrollar nuevas actitudes. Debemos entrenar para ser más racionales algunas veces o más dominantes en otras ocasiones, o hasta evasivos, si es lo que conviene. Hay que saber cuándo ceder y cuánto, o si debemos interrumpir una negociación. Lo más útil para lograr resultados es poder adaptar nuestro estilo. Todo eso es control emocional.

¿Qué otros aspectos son importantes para el trabajo colaborativo?
Lo que hemos mencionado es la base de todo. Lo demás se va construyendo. Entre otros temas importantes para el trabajo colaborativo está la gestión de conflictos. Es inevitable que haya conflictos en las organizaciones. La peor estrategia es tratar de evitar los conflictos; lo que debemos hacer es aprender a manejarlos, capitalizarlos, convertirlos en una oportunidad. En clase analizamos las principales fuentes de conflicto, como el lenguaje, la cultura, la perspectiva. Por ejemplo, pensemos en el lenguaje no verbal. Cuando hablas con alguien y esa persona mira su celular, con eso te está diciendo “no es tan importante lo que dices”, aunque verbalmente puede haber dicho que sí le interesa mucho. Cuando analizamos el conflicto, aprendemos a ver las cosas cotidianas que originan problemas que nos impiden colaborar en equipo. 

¿Cómo es la metodología de su curso?
Normalmente, lo inicio con una exposición teórica. Luego pasamos a ver un caso donde aplicamos los conceptos analizados. Los estudiantes trabajan en grupos y yo paso por las distintas salas virtuales para absolver dudas y ver cómo avanzan. Pongo en práctica bastantes dinámicas y ejercicios para hacer el curso más lúdico. 

Actualmente es gerente de Recursos Humanos en Izipay. ¿Qué hace para mantener la cohesión de los equipos, sobre todo en el contexto del trabajo remoto?
La clave está en la comunicación horizontal y constante. Todos nos comunicamos con todos. Como mínimo, tenemos reuniones de seguimiento vía videoconferencias semanales con cada reporte directo, y además reuniones individuales o grupales, dependiendo del proyecto en el que estemos. Y en el ínterin usamos intensivamente WhatsApp para coordinaciones rápidas. También usamos el correo electrónico para comunicaciones más formales o de información. Estamos siempre en contacto; incluso más que antes de la pandemia, diría yo, aunque el contacto personal siempre se extraña.

¿Cómo podría describir su capacidad para adaptarse a los cambios?
Considero que la adaptación al cambio es algo que me distingue como profesional. Soy contador de profesión, estudié en la Ulima. Comencé a trabajar en la Bolsa de Valores en 1995, como asesor de inversiones. De allí pasé a Arthur Andersen, una empresa de auditoría. En 1999 pasé a contabilidad del BCP; después fui analista financiero en el BCP y en 2004 ingresé a recursos humanos, donde he tenido varios puestos. Soy bastante resiliente. 

¿Qué les recomendaría a los jóvenes que se están preparando en las aulas de la Universidad de Lima para salir al campo laboral?
Les aconsejaría que nunca dejen de aprender. El futuro es incierto, todas las profesiones están en constante cambio y la pandemia ha generado variaciones en nuestra sociedad, algunas de las cuales están por verse. La zona de confort es una ilusión, es mejor sentirse inquieto, tener un plan B. Se nos viene un reto grande con el Metaverso, y lo que vendrá más allá nadie lo sabe. La resiliencia es una característica que todo profesional debe desarrollar.