Semiosis del trabajo y el capital

La Asociación Peruana de Semiótica presentó, el 4 de octubre, la conferencia internacional “Semiosis, trabajo y capital”, en la que expusieron cuatro semiotistas y filósofos (o semiósofos). En la parte final de la actividad, Óscar Quezada Macchiavello, presidente de esta organización y rector de la Universidad de Lima, brindó sus comentarios y reflexiones.

Los académicos peruanos Enrique León y Eduardo Yalán, este último como miembro del Grupo de Investigación Semiótica (Gris) de la Ulima, precisaron que el trabajo vivo, como práctica humana y actividad subjetiva, tiene la potencialidad de ser autocreador y resulta portador en sí mismo de lo que llamamos poder creador.

Baal Delupi, de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina), presentó la ponencia “Por una semiótica materialista. Las teorías fundantes de Valentín Volóshinov y Michel Pêcheux”. El estudioso afirmó que las premisas de estos autores ofrecen algunas claves para entender cómo se construye el lenguaje y el discurso desde una perspectiva materialista: la constitución del enunciado no está aislado, sino que forma parte de una cadena semiótica ilimitada donde intervienen actores sociales, interdiscursos, ideologías y dialogismos. Estos conceptos son una puerta de entrada a la problemática de una semiótica materialista, que puede permitir comprender mejor las fuerzas que gobiernan los procesos que mueven al mundo.

Y Angelo Nizza, formado en la Universidad de Calabria (Italia), se explayó sobre su exposición “El trabajo como lenguaje. Por una historia natural”. La traducción de la ponencia estuvo a cargo del filósofo Paulo Fernando Lévano. El investigador señaló que la propuesta de rechazar la inoperancia consiste en entender el trabajo como una performance inmaterial (o trabajo sin obra), en la que no hay un fin del trabajo, sino que hay que completarse en cada realizarse, por lo que es imposible separar el trabajo de la vida, o lo trabajado de lo vivido, y entender que el trabajo también abarca aspectos fatigantes, enajenantes y subpagados.

Nizza añadió que quien defienda la inoperosidad es ciego frente a esta novedad del capitalismo, la conserva así como está y se priva de cualquier oportunidad de pensar en ella y transformarla. El estudioso aseveró que el trabajo como lenguaje no es inoperosidad.

Por su parte, Óscar Quezada elogió las disertaciones y sus enfoques que invitan a explorar y profundizar otras ideas. Asimismo, ofreció más de una observación crítica y reflexiva. Nuestro rector remarcó, por ejemplo, el punto de vista del teórico italiano Paolo Virno sobre cómo el trabajo se vincula con la relación entre el lenguaje y el trabajo, y sobre cómo el trabajo deviene en lenguaje. Quezada también meditó sobre la inoperosidad:

“La inoperosidad nos obliga a pensar que la ‘dynamis’, la potencia, no solo como potencia de hacer, sino como potencia de no hacer, da una idea de lo que puede ser el capital o la potencialidad del capital, porque vivir de las rentas es potencialidad. Es un poder no hacer, que es el mundo de las finanzas. Después de todo, el mundo de las finanzas determina el movimiento del capital de una manera tan abstracta que el financista vive no haciendo, sino que vive especulando, pensando, en el corazón mismo del capital. Lo que habría que repensar a futuro es: ¿cómo serían las finanzas una vez transformada esa concepción del capital?, ¿seguirían existiendo finanzas si no hay un fin de la historia?, ¿cómo continuarían las finanzas históricamente?, ¿qué pasaría con la inoperosidad?”.