Renata Flores: la joven cantante que revalorizó la música en quechua

Si algo nos ha costado a los peruanos es la unión de las tradiciones ancestrales con las formalidades más modernas. Eso y la aparente imposible tarea de aceptar al quechua como una lengua oficial, menos incluso como una con grandes capacidades de mantener vivas costumbres milenarias aún vigentes. Sin embargo, no son pocos los que han intentado tender estos puentes desde diferentes aristas, aunque muchos han quedado en el olvido a pesar de los esfuerzos. Este no es el caso de Renata Flores, cantante ayacuchana que ha logrado el reconocimiento internacional mezclando lo mejor de la música andina con el rock, el pop y el trap, cantando en quechua. Ella es la protagonista del sexto episodio de Rostros del Bicentenario, serie documental realizada por el Centro de Creación Audiovisual (Crea) de la Universidad de Lima.

De niña a estrella

Con tan solo 14 años, Renata fue formando su personaje. Pasó por el show La Voz Kids en 2015 y, a pesar de no ganar, nunca se rindió. Junto con su madre y con el apoyo de su abuela, quien la ayudaba con la traducción al quechua, la joven cantante hizo un cover de la famosa canción House of the rising sun, de The Animals. El video fue muy bien recibido en las redes y Renata se fijó un nuevo desafío: cantar The way you make me feel en el idioma de los incas. Por más que su voz ya era conocida, los primeros en poner sus reflectores sobre ella fueron los medios internacionales, impresionados con su versión de la obra de Michael Jackson, que se viralizó por todo el mundo. “Empezaron a llamarnos de otros países y ahí recién muchos medios de comunicación nacionales empezaron a entrevistarme”, cuenta Renata en una entrevista para Nexos.

Pero lo más peculiar de su historia es que Renata no creció en un ambiente donde predominara el quechua, ni lo habló en sus primeros años. Ella cuenta con gracia:

“Mis padres no lo hablaban mucho, pero he vivido un buen tiempo en la casa de mi abuelita y paraba de niña con mi otra abuelita, que también es quechuahablante. El quechua estaba ahí, pero no me lo hablaban directamente. Solamente me escondían cosas, y por mi cuenta empecé a aprenderlo”. 

Por curiosidad de saber lo que hablaban los adultos, Renata comenzó a construir un sueño del que todavía no estaba consciente. Y a pesar de que en un momento se le fueron un poco las ganas de seguir aprendiendo, “mi mamá un día me mostró muchas canciones de Uchpa (una banda peruana de rock y blues en quechua). Me mostró el cover de House of the rising sun y me enganchó mucho, porque en ese tiempo era mi canción favorita”, explica. Así comenzó su camino musical.

La música, de por sí, ya corría por las venas de la familia. Sus tías abuelas, Las Bellas de Huamanga, han hecho discos de música ayacuchana, mientras que su tatarabuelo, en otras épocas, tocaba el arpa. “En casa, casi todos cantan”, cuenta Renata. Además, su madre, Patricia Rivera, dirige la asociación cultural Surca, y trabaja incluso con otros proyectos musicales con bandas de diferentes géneros en Ayacucho. Todo esto le permitió tener el apoyo necesario para cumplir con sus mayores sueños. “Desde hace tiempito ya había venas musicales, mis padres estaban felices de poder cantar en quechua”, cuenta la joven artista.

Pero en un país como el Perú, a pesar de que más de tres millones de compatriotas son quechuahablantes, existe una fuerte discriminación hacia este idioma oficial. El camino de Renata pudo haberse llenado de trabas injustificadas. Por suerte, en su caso fue todo lo contrario. Dice la cantante:

“Fue definitivamente algo que me dio muchas oportunidades, que me abrió muchas puertas… A veces uno no se da cuenta del valor que tiene nuestra cultura, lo que nosotros mismos vivimos, hablamos. No le tomamos el valor. Pero cuando empiezas a darte cuenta de que esto es algo hermoso, quieres aprender y todo”.

Lo cierto es que más que ser un factor exótico, como suele verse en las zonas citadinas del país, para Renata el quechua es algo mucho más profundo e importante: 

“El quechua, más que una lengua o un idioma, son las vivencias que se transmiten, que aprendemos de las personas que han vivido antes, como nuestros antepasados, o las personas que viven en el campo. Y son vivencias muy sinceras, que se están perdiendo. Son cosas que se deben rescatar, y por medio del quechua esto se puede lograr. Lo que busco es que las nuevas generaciones puedan interesarse en nuestra cultura y en el quechua. Que puedan aprenderlo, cantarlo. Que sepan que ese idioma todavía está vivo, que puede ser un idioma que no se muera, al igual que otros. Si no lo practicamos se va a perder. Y creo que es una buena forma, porque la música es un idioma universal”.

Y así como el trabajo artístico de Renata continúa revalorizando esta lengua tan golpeada y perjudicada, sus canciones también ponen en frente la imagen de la mujer andina. 

“Las mujeres andinas transmitimos mucha sabiduría ancestral. Creo que somos muy pero muy luchadoras, y hemos sufrido aún más en las épocas más duras. Es muy triste en verdad… En el álbum Isqun hablo de las mujeres andinas que han luchado y han aportado muchísimo en la historia del Perú. Es un tema que me sensibiliza y he querido transmitirlo con mi música”.

Cargando dos temas muy profundos en sus letras, Renata es una de las pocas artistas que ha logrado forjar los puentes entre dos mundos, llevándose el reconocimiento que se merece. Primero, con los aplausos extranjeros, su trayectoria demuestra nuestra pugna interna contra nuestra propia cultura, pero también deja claro que hasta entre los más jóvenes hay ganas de repensar la historia como país. Aun viviendo en Ayacucho, el recorrido de Renata no solo deja huellas culturales y de unión, sino también en las industrias de cultura de su región natal. “Es algo que también tratamos de seguir construyendo”, finaliza.