El sábado 25 de noviembre pasado culminó el curso taller de formación de microempresarias, organizado por la Universidad de Lima y el Centro de Estudios y Solidaridad con América Latina (CESAL). El taller estuvo dirigido a treinta emprendedoras de la zona de Nievería, en Huachipa, quienes se graduaron en una ceremonia realizada en el Aula Magna A, a la que asistieron también Javier de Haro, director de CESAL en el Perú, Elsie Bonilla, jefa de la Oficina de Planificación, y los docentes Julianna Ramírez y Manuel Quijandría, asesora y coordinador del Área de Responsabilidad Social, respectivamente.
Este curso nació a raíz de la necesidad que tenían las alumnas de Huachipa, que habían seguido talleres con CESAL, de crear o formalizar su empresa, de poner en práctica lo aprendido. De este modo, los docentes Ulima del Área de Responsabilidad Social se trasladaron a Huachipa durante varias semanas, desde el mes de septiembre, a capacitar y preparar a estas emprendedoras.
Manuel Quijandría señaló:
“Conocimos este proyecto el año pasado y estuvimos preparando el plan de trabajo para poder intervenir con las capacitaciones, con la formación, con el reforzamiento a las microempresarias que conocimos en CESAL, en Huachipa. Esto implicó preparar un plan de trabajo, convocar a los docentes voluntarios que vinieron a participar de estos talleres y hacer que la Universidad vea también el tema logístico. Hemos logrado que las alumnas de los diversos rubros como textil, gastronomía, cosmetología, corte y confección, puedan reforzar sus negocios, conocer sus objetivos, identificar sus grupos de interés y trabajar con ellos”.
Por su parte, Javier de Haro, expresó:
“Se trata de un convenio entre CESAL y la Universidad de Lima para favorecer el emprendimiento y la inclusión de la mujer dentro del distrito de Lurigancho Chosica, más específicamente en la zona de Nievería, Huachipa. Es un proyecto amplio, financiado por la Junta de Andalucía, que se llama Crece Mujer”.
La Universidad de Lima no solo ha brindado su ayuda sino que ha enriquecido mucho este voluntariado porque ha conseguido que los docentes se involucren y que los alumnos también se hayan sumado y apoyado. Se espera que para una segunda etapa, la Universidad prepare un plan para trabajar por cinco años y poder realizar en la zona un trabajo más sostenido donde se pueda medir con indicadores, apreciar mejores resultados y ver crecer a estas microempresarias en sus negocios.