El Instituto de Investigación Científica de la Universidad de Lima (IDIC) viene realizando un plan responsable con el medio ambiente, pues ha encontrado, mediante un proyecto multidisciplinario encabezado por el ingeniero e investigador Javier Quino, hasta tres usos diferentes para los residuos que genera la industria langostinera en el país.
Como se sabe, las cabezas de estos crustáceos, desechadas tras separarlas de las colas, hasta ahora no tenían utilidad por sí mismas y terminaban en rellenos sanitarios, lo que impactaba negativamente en el medio ambiente. En ese sentido, Javier Quino señaló que el proyecto, que busca generar una economía circular, consiste en tomar esas cabezas y procesarlas. Al respecto, indicó lo siguiente:
“La cabeza del langostino tiene sustancias que poseen un valor importante: la quitina, que se encuentra en el esqueleto; las proteínas, que contiene el animal, y los pigmentos, que pueden ser usados como colorantes”.
Así, gracias a procesos diseñados en la Universidad de Lima, se generaron tres productos: la quitina, polímero que será utilizado para cubrir semillas a fin de prolongar su durabilidad y blindarlas frente al ataque de plagas; las proteínas, que serán utilizadas para alimentos balanceados de tilapias y truchas, y el pigmento, que será utilizado como un aditivo para alimentar a truchas y salmones con el objetivo de que su carne tenga una apariencia más atractiva.
De esta forma, los residuos que antes generaba esta industria se convierten en insumos para una nueva, se crea valor agregado, aumenta la mano de obra directa e indirecta y se reduce el impacto negativo que podrían generar estos desechos sobre el medio ambiente.
El proyecto ha recibido fondos del Programa Nacional de Innovación en Pesca y Acuicultura (PNIPA) del Ministerio de la Producción, del BIF y de la propia Universidad de Lima. El equipo está conformado, además, por los investigadores Erich Saettone, Juan Carlos Yácono, Fabricio Paredes, Héctor Villagarcía y Silvia Ponce, además de colaboradores externos del Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) y de la Universidad Nacional Agraria La Molina.