Elder Cuevas Calderón, semiotista y docente de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima, reflexionó sobre los sentidos de la angustia provocada por el nuevo coronavirus, del miedo a la pandemia y del pánico a lo público, entre otras premisas, en la charla virtual "¿Un virus semiótico? Espacio público, hacinamiento, pandemia", organizada el 30 de noviembre por el Grupo de Investigación Semiótica del Instituto de Investigación Científica de la Universidad de Lima (IDIC). La exposición fue parte del ciclo Semiótica y Realidad Peruana.
Sobre la angustia generada por la pandemia, Cuevas Calderón señaló que esta sensación se vincula con la no definición de algo y que, en este proceso de la angustia y la incertidumbre, las coordenadas de nuestra vida social se desvanecieron y hemos pasado de relacionarnos de un modo cercano, colectivo, viscoso y sucio a una manera distante, individual, seca e higiénica. El ponente también puso en entredicho las opiniones que califican a la COVID-19 como un virus democrático, sobre todo si se toma en cuenta que las ciudades distan de ser democráticas y que en ellas más de un habitante vive en zonas hacinadas y no tiene acceso a internet y otros servicios.
Además, Cuevas Calderón afirmó que la angustia se relaciona con el tiempo. Precisó que, especialmente durante las primeras semanas de la cuarentena, la interrupción o modificación abrupta de nuestras actividades produjo que más de uno no supiera encontrar la manera de reprogramar su agenda, como si no fuera posible darle forma al tiempo.
Del mismo modo, el académico destacó el uso de metáforas bélicas en el uso del lenguaje para aludir a esta situación de incertidumbre, mediante términos como toque de queda, estado excepcional, primera línea, cierre de fronteras, entre otros.
En cuanto al miedo a la pandemia, el académico indicó que esta sensación abarca un proceso por el que pasaron la negación, la cólera, la depresión y, finalmente, la aceptación.
Asimismo, Cuevas Calderón afirmó que la actual emergencia sanitaria nos hace repensar el sentido de la oposición entre lo público y lo privado, de cara hacia lo común. Además, nos impulsa a revalorar la solidaridad, a meditar sobre los usos más idóneos de los espacios públicos y a reflexionar sobre la construcción de un bien común que esté más allá de la disyuntiva entre lo privado y lo público, entre otras consideraciones.
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