El viernes 26 de octubre se dio inicio a una serie de conversatorios organizados por el Instituto de Investigación Científica (IDIC) de la Universidad de Lima, cuya temática gira en torno del crimen y la ciudad.
Para la primera de estas charlas, que se realizó en el aula 701 de la Torre A, fue invitado Jaris Mujica, antropólogo del Laboratorio de la Criminalidad de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), quien abordó el tema “Economías locales de la trata de personas en la Amazonía peruana”, con el que se encargó de desbaratar varios mitos.
La trata de personas se define como la captura, traslado, acogida o recepción de personas, a través de amenazas, de la fuerza u otras formas de coacción para ejercer dominio sobre un individuo con fines de explotación. Sin embargo, Mujica aclaró que, en términos criminológicos, existen personas que, estando en condiciones de explotación, no son necesariamente víctimas de trata de personas. Asimismo, indicó que en la mayoría de los casos son mujeres explotadas sexualmente y hombres obligados a realizar trabajos forzosos.
A diferencia de lo que se cree, la mayor parte de las víctimas son llevadas con engaños y no por secuestro. Es posible detectar la explotación de una persona pero no siempre la captación, traslado o recepción precedentes. “Es un fenómeno muy difícil de detectar penalmente, pues no hay manera de medir cuántas personas son víctimas de trata en el Perú. Hay poca información seria sobre el tema, por lo que no sabemos si las iniciativas emprendidas impactan positivamente en la reducción de la victimización, o en qué medida lo hacen”, señaló Mujica.
La trata de personas parece intensificarse en espacios donde existen actividades ilícitas, y no es una actividad muy lucrativa, sino que acompaña a otras. Es un fenómeno muy antiguo, pero nuevo en cuanto a interés del Estado y la sociedad civil en el Perú, generado por una tendencia de interés global, promovida por la ONU y organizaciones internacionales como USAID.
Mujica señaló que es poco frecuente encontrar lugares en los que de manera exclusiva existan víctimas de trata. Lo más común es hallar a estas últimas junto a personas explotadas sexual y laboralmente –sin ser víctimas de trata–, o a personas que se prostituyen o trabajan en condiciones infrahumanas por una paga. Finalmente, indicó que la trata es causal y no intencionada, y no obedece a un crimen organizado.