César Vallejo (1892-1938) y el Día del Poeta Peruano
Ayer terminé de releer Poemas humanos de César Vallejo, una de las obras cumbres de la literatura universal. Aunque el único Premio Nobel del Perú es Mario Vargas Llosa (mago de la novela), es, sin duda, la poesía el gran género de la literatura peruana porque Vallejo constituye el pináculo más alto de nuestra producción literaria y es uno de los autores más importantes de lengua castellana de todos los tiempos. El Día del Poeta Peruano es el 15 de abril, pues en esa fecha se recuerda el fallecimiento del vate de Santiago de Chuco.
En el largo camino de la poesía peruana, Alberto Escobar (1973) distingue el ciclo de los fundadores de las tradiciones poéticas peruanas, inaugurado por la publicación de Simbólicas, en 1911, de José María Eguren. Posteriormente, vienen Vallejo y Martín Adán, entre otros poetas vanguardistas, que tendrán una enorme influencia en la literatura hispanoamericana.
La obra poética de Vallejo se divide en tres etapas (Fernández Cozman, 2016). La primera es la modernista y está representada por Los heraldos negros (1919 [1]), poemario donde se aproxima creativamente al mundo andino a través de un diálogo intercultural. La segunda es la vanguardista y se manifiesta en Trilce (1922), que implica la liquidación de la poética modernista establecida por Rubén Darío, el gran poeta nicaragüense. Publicado el mismo año de Ulises de James Joyce, Trilce es probablemente el mayor poemario de la vanguardia posbélica en el ámbito mundial (Paoli, 1981). El tercer período, representado por Poemas humanos (1939) y España, aparta de mí este cáliz (1939), es el posvanguardista y, en este caso, Vallejo está influido por el credo marxista, aunque siempre mantiene el tono experimental de sus versos. En este caso, la lírica vallejiana adquiere una peculiar raigambre argumentativa (Fernández Cozman, 2014), pues el poeta de Santiago de Chuco fundamenta una tesis a través del empleo de determinados argumentos de sucesión causal o de autoridad (Perelman y Olbrechts-Tyteca, 1989); pero, a la vez, explora la dimensión corporal del ser humano, de ahí las referencias a términos que remiten al cuerpo como amígdalas, estómago, encías. Además, resulta pertinente mencionar que el poeta de Santiago de Chuco amplió el léxico de la poesía en lengua castellana incluyendo palabras cacofónicas de uso insólito como plesiosaurio (Fernández Cozman, 2008) y, de esa manera, cuestionó la poética modernista que, en el caso de Prosas profanas de Rubén Darío, rendía culto a la eufonía.
La presencia del mundo andino en la poesía de César Vallejo
Tanto Abraham Valdelomar como César Vallejo se aproximaron a las culturas andinas. El primero lo hizo a través de los relatos de Los hijos del Sol, mientras que el segundo lo realizó en el ámbito, sobre todo, de la poesía (Fernández Cozman, 2020). Uno de los retos para el autor de Trilce era superar la visión exotista (léase: externa y turística) que predominaba en muchos poemas modernistas que se acercaban al referente amerindio. Ello se manifestaba, por ejemplo, en la poesía de José Santos Chocano, quien describía la naturaleza de América Latina sin desarrollar plenamente la subjetividad del hombre andino. Es célebre “Idilio muerto”, un poema de Vallejo que forma parte de Los heraldos negros:
Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita
de junco y capulí;
ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
la sangre, como flojo cognac, dentro de mí (Vallejo, 1991, p. 147).
En este caso, observamos el papel del sujeto migrante (Cornejo Polar, 1995, 1996) que se desplaza del campo a la ciudad, pues el término “Bizancio” adquiere un sentido translaticio, es decir, distinto del común porque representa la urbe modernizada. Resulta altamente significativa la supresión de la “a” en el primer verso, pues se afirma “Qué estará haciendo esta hora” y no “Qué estará haciendo a esta hora”. Ello evidencia el empleo de un castellano informal literaturizado, vale decir, transformado en materia estética. Un escritor, como se reconoce habitualmente, convierte una variedad lingüística (social, regional, situacional o adquisicional) en un lenguaje propio y delineado estilísticamente. Vallejo nació en un contexto signado por el uso de lenguas amerindias (el culli y el quechua, por ejemplo) y, a partir de dicho contexto cultural, construyó una obra híbrida, donde se da el cruce de elementos andinos y occidentales en la propia escritura.
En Poemas humanos, Vallejo escribirá:
¡Auquénidos llorosos, almas mías!
¡Sierra de mi Perú, Perú del mundo,
y Perú al pie del orbe; yo me adhiero! (Vallejo, 1991, p. 546).
En los versos antes citados, percibimos de qué manera el poeta de Santiago de Chuco superó la dicotomía indigenismo/cosmopolitismo, como lo hizo Gamaliel Churata, autor vanguardista miembro del grupo Orkopata. Vallejo concibe que la sierra se debe comprender en el Perú como espacio y este último solamente adquiere pleno sentido en un contexto internacional. Así, Vallejo cuestiona el regionalismo que plantea la rigidez cultural (Lanternari, 1966) y, por el contrario, pone de relieve la plasticidad cultural, tal como lo hizo José María Arguedas en su narrativa en español, pues el escritor andahuaylino escribió poesía en quechua y ensayos antropológicos donde estudiaba el funcionamiento de las comunidades tradicionales.
La construcción del sujeto pobre en la poesía de César Vallejo
La poesía modernista de Rubén Darío (sobre todo en Prosas profanas) se complacía en la recreación de ambientes versallescos donde los personajes eran princesas y duques. Vallejo cuestionó dicha poética dando un papel preponderante al sujeto pobre como hacedor de su propio destino. En tal sentido, existen tres tipos de pobreza en la poesía vallejiana. El primero es la pobreza como orfandad que se observa en el poema “Los heraldos negros”, donde el hablante plantea que el ser humano se halla desamparado frente a la muerte: “Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, como / cuando sobre el hombre nos llama una palmada” (Vallejo, 1991, p. 61). ¿Quién nos llama? Sin duda, la muerte. Asimismo, en “La araña”, el poeta plasma una araña humanizada que lucha para huir de la muerte, pero dicha batalla es infructuosa. El segundo tipo es la pobreza económica que se observa en “La cena miserable” o “La rueda del hambriento”, donde Vallejo esgrime su protesta en una situación donde impera la injusticia: “Ya nos hemos sentado / mucho a la mesa, con la amargura de un niño / que a media noche llora de hambre desvelado…” (1991, p. 168). Por último, la tercera clase es la pobreza entendida como un desafío para la construcción de un mundo nuevo. Influido por el marxismo, Vallejo teje dicha utopía en poemas como “Los desgraciados”:
Necesitas comer, pero, me digo,
no tengas pena, que no es de pobres
la pena, el sollozar junto a su tumba;
remiéndate, recuerda,
confía en tu hilo blanco, fuma, pasa lista
a tu cadena, y guárdala detrás de tu retrato.
Ya va a venir el día, ponte el alma (1991, p. 718).
A diferencia de la poética edulcorada de Darío en Prosas profanas, Vallejo da primacía al sujeto pobre, quien debiera ser un sujeto activo para instaurar un nuevo orden en el mundo. Asimismo, el poeta de Santiago de Chuco emplea giros coloquiales y se distancia del código formal que había prevalecido en la poética de Darío.
El 15 de abril se conmemora el Día del Poeta Peruano porque es, como dijimos antes, la fecha del fallecimiento del gran autor de la literatura peruana de todos los tiempos: César Vallejo. En esta época difícil, es pertinente volver a sus iluminadoras páginas para que nuestro camino en este mundo, aunque tortuoso, sea persistente y fructífero.
Citar esta entrada de blog (APA, 7.a edición): Fernández-Cozman, C. R. (12 de abril de 2021). César Vallejo (1892-1938) y el Día del Poeta Peruano. Scientia et Praxis: Un blog sobre investigación científica y sus aplicaciones. https://www.ulima.edu.pe/idic/blog/cesar-vallejo-y-el-dia-del-poeta-peruano |
Nota
[1] Se publicó en 1918, pero recién comenzó a circular en 1919.
Referencias
Cornejo Polar, A. (1995). Condición migrante e intertextualidad multicultural: el caso de Arguedas. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, 42, 101-109.
Cornejo Polar, A. (1996). Una heterogeneidad no dialéctica: sujeto y discursos migrantes en el Perú. Revista Iberoamericana, LXII(176-177), 837-844.
Escobar, A. (1973). Antología de la poesía peruana (t. 1). Peisa.
Fernández Cozman, C. (2008). La poesía hispanoamericana y sus metáforas. Universidad de Murcia.
Fernández Cozman, C. (2014). Las técnicas argumentativas y la utopía dialógica en la poesía de César Vallejo. Editorial Universitaria de la Universidad Ricardo Palma y Cátedra Vallejo.
Fernández Cozman, C. (2016). Interculturalidad y sujeto migrante en la poesía de Vallejo, Cisneros y Watanabe. Fondo Editorial de la Universidad de Lima.
Fernández Cozman, C. (2020). Raúl Porras Barrenechea y la literatura peruana (segunda edición ampliada y corregida). Academia Peruana de la Lengua.
Lanternari, V. (1966). Désintégration culturelle et processus d’acculturation. Cahiers Internationaux de Sociologie, XLI, 117-132.
Paoli, R. (1981). Mapas anatómicos de César Vallejo. Casa Editrice D’Anna.
Perelman, Ch. y Olbrechts-Tyteca, L. (1989). Tratado de la argumentación. La nueva retórica. Editorial Gredos.
Vallejo, C. (1991). Obras completas. Obra poética (t. I; edición crítica, prólogo, bibliografía e índices de Ricardo González Vigil). Banco de Crédito del Perú.
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