Jodorowsky bajo la lupa

En el libro Jodorowsky: el cine como viaje, José Carlos Cabrejo hace un análisis interpretativo de las películas de uno de los cineastas más polémicos, criticados y alabados al mismo tiempo, Alejandro Jodorowsky.

José Carlos es experto en semiótica, comunicador por la Universidad de Lima y también docente en esta Casa de Estudios. Este libro es una publicación del Fondo Editorial de la Ulima, y se presentará en la Feria Internacional del Libro de Lima el 20 de julio a las 19.00 horas, en el Auditorio Abraham Valdelomar.

En el libro, además de hacer una reseña del director, ofreces una especie de manual para comprender sus películas, ¿no?
Sí, el libro trata de entender las películas y determinar qué quiere decir Jodorowsky. Más de una persona asegura que estas cintas no dicen nada, que solo son raras. Yo refuto eso. Cito textos budistas e hinduistas que permiten comprender las escenas, porque me interesa demostrar que no es un disparate, en cada producción dice cosas importantes.

¿Qué película de este director te gusta más?
La que más me gusta es La montaña sagrada. En esta y en otras películas usa símbolos esotéricos y muestra la influencia que tiene de religiones asiáticas, del hinduismo, del budismo. No es fácil comprender la simbología de sus películas. Yo, solo por entender su cine, me inscribí en un curso de introducción al budismo. Pero la verdad es que, incluso sin comprender esa simbología, me parecían impactantes sus películas.

Jodorowsky no es un director conocido en el circuito del cine comercial. ¿Cuándo viste la primera de él?
En los años 90. Yo era estudiante de Comunicación en la Universidad de Lima y un amigo me consiguió un VHS de Santa sangre; fue una sorpresa para mí. Me parecía un tipo de cine muy extraño y, al mismo tiempo, muy poderoso. Luego vi El topo y tuve la misma sensación de encanto y sorpresa. Siempre me han gustado esas películas que tienen un aire surrealista. También me gusta la narrativa lineal y los estilos más convencionales, pero estas películas de Jodorowsky me llamaron mucho la atención. En esa época podía conseguir sus películas solo en VHS, no se realizaban descargas, como ahora. Además, no es muy conocido, como dices, y no era fácil conseguir sus películas, porque estuvieron ocultas.

¿Por qué estaban ocultas?
Por un problema legal entre el cineasta y Allen Klein, su productor. Klein escondió las películas, literalmente, por más de 30 años, y solo circulaban las copias. Cabe decir que Klein fue también manager de The Beatles y en el 2004 se amistaron productor y director, y recién entonces las películas salieron a la luz. John Lennon financió parte de la película La montaña sagrada.

En los 30 años que sus películas estuvieron escondidas, ¿no quiso producir otras?
No hizo cine, pero siempre estaba ocupado con otras cosas, como el teatro, escribiendo cómics o, incluso, haciendo psicomagia, una terapia que él mismo creó. Él es muy activo.

¿El topo es su producción más famosa?
El topo es la más importante, le dio mayor fama. Por otro lado, El topo es una versión oriental del wéstern, se hizo con muy poco presupuesto y tuvo éxito recién cuando se proyectó en Estados Unidos. Ahí había un circuito de películas de medianoche, de consumo alternativo, para un grupo reducido de personas con gustos muy especiales. La película comenzó a ganar prestigio en la contracultura norteamericana y el apoyo final lo obtuvo de parte de John Lennon, que la calificó de extraordinaria. A raíz de eso, El topo se vio durante meses y con la sala llena, a veces oliendo a marihuana. La película era una crítica a Occidente, se representaba el mundo de las drogas, era un wéstern psicodélico y, en medio de eso, se decían cosas muy críticas, era una suerte de entendimiento del mundo contemporáneo occidental. Pero como digo, a Jodorowsky unos lo alaban y otros lo odian.

¿Cómo es Jodorowsky?
Es un tipo curioso, chileno de ascendencia judía. Hizo sus primeros largos en México, Fando y Lis, por ejemplo, fue una cinta muy violenta y personal. Se presentó en el Festival Internacional de Cine Acapulco, pero la gente quería lincharlo después de la proyección, porque él decía que toda la violencia proyectada era real. Es decir, si a alguien le daban latigazos en la pantalla era porque durante el rodaje realmente le habían pegado. Jodorowsky es muy polémico, transgresor, siempre está rompiendo esquemas.

Pero lo respetan.
Es un cineasta respetado, sin duda. Tiene como 90 años, todavía produce y lo invitan a festivales. Hay libros sobre las mil y una películas que debes ver antes de morir, y ahí siempre aparecen las de Jodorowsky. También citan sus largos entre las 100 películas mexicanas más memorables. Realmente es un director muy importante en la historia del cine. En las funciones de medianoche permitió que se abriera una línea de nuevos directores que proyectaron sus obras en esa sala. De ahí vinieron, por ejemplo, David Lynch y John Waters.

¿Cómo calificarías su estilo?
Como estilo único y singular. Su cine no es igual a nada que se haya visto antes. En el Festival de Cine de Lima se proyectaron algunas de sus últimas películas y la sala estaba reventando. Por otro lado, yo estuve en Festival de Cannes 2016, donde proyectaron su última producción y puedo decir que la gente se paró a aplaudirlo, los franceses lo adoran. Él es francochileno y vive en París.

¿Qué te parecen sus cómics?
Como escritor de cómics es celebradísimo. He leído algunos: La casta de los metabarones y Los tecnopadres. Ahí también transmite eso de místico o esoterismo.

También ha hecho películas autobiográficas, ¿verdad?
Esas son La danza de la realidad y Poesía sin fin. En ellas cuenta su relación con sus padres y familiares, bajo una visión psicomágica. Al mismo tiempo, usa las películas para ayudar al espectador y curarse a sí mismo. Cruza los tiempos, como si pasado y presente fueran uno solo: aparece de niño y de viejo, interactuando entre sí; le habla a su yo joven, se reencuentra con el padre, es un proceso de catarsis. También es una amalgama entre el hinduismo, el cristianismo y el budismo. Él creía que el cine podía fusionar todo ello, como si se tratara de una escritura sagrada.

¿Qué es la psicomagia?
Es una técnica terapéutica que él mismo desarrolló, aunque no muchos confían en ella y dicen que no tiene ninguna validez, y que es un charlatán. Hace algunos años vino al Perú y se presentó en un local de Miraflores, ahí contó algunas experiencias con la psicomagia, cuyo objetivo es unir el lado racional con el lado mágico del ser humano para desbloquear situaciones vividas. Si es charlatán o no, realmente no es importante para mí. Lo único que me interesa de esa técnica es que me permita comprender su cine.

¿Qué te motivó a escribir este libro?
Me motivó un exdocente de la Universidad de Lima, Isaac León Frías. Él sabía que a mí me gustaba el cine de Jodorowsky, y me animó a escribir sobre su obra cinematográfica. Presenté un proyecto de investigación al IDIC y me lo aceptaron. Le escribí a Jodorowsky pidiéndole que escribiera el prólogo de mi libro y me contestó. Dijo que no podía porque estaba haciendo un documental sobre psicomagia y una secuela animada de El topo. A los 90 años, se mantiene tan productivo como cualquier persona joven.